sábado, 16 de febrero de 2013

Café en Roma


Es una costumbre, cada tarde se vuelve rutinaria. Todos los días a la misma hora, las 16:26 tengo mi sitio reservado en esta terraza. El tiempo se me pasa volando, de mi reloj salen números alados que se esfuman rápidamente escondidos entre la polución de esta bella a la vez que contaminante ciudad. Todas las tardes son rutinarias, sí, pero nunca monótonas, siempre divertidas, tristes, interesantes… Son tardes extrañas que me tienen intrigado todo el día hasta que llega la hora de bajar.

Las vistas son preciosas, la ciudad, la gente, el ambiente que se respira, no puedo pedir más de lo que tengo y no creo que vaya a hacerlo porque no lo necesito. Infinidad de personas pasan por delante de mí entre sorbo y sorbo de café manchado, o si me siento muy loco, capuccino.
Cada persona que pasa por delante de mí es diferente, obviamente, cada una tiene su familia (o no), DNI, pasaporte, vida…Lo más interesante, su vida, suelen pasar sonriendo, llorando, hablando o simplemente con  gesto serio o de prisa, ya sea por naturaleza, trabajo o una cita.

Todos tienen una vida que compartir, y la mayoría, de hecho, ya la comparten. Es tan peculiar este sitio, no suele ser muy autóctona la gente que pasa por aquí, suelen ser de fuera, extranjeros, como lo era yo hasta que me mudé aquí con 26 años, como me prometí a mí mismo cuando tan solo tenía 12. Son de Suecia, Francia, Escocia, España, como yo, me sorprende todavía que los españoles se me paren y me hablen en inglés y cuando les digo que soy español no me crean porque parezco italiano, cosa que, dentro de lo que cabe, me considero.  Es una vida demasiado perfecta, me saqué la carrera, pasó mi vida y me trasladé a la mejor ciudad que existe, la ciudad eterna.

Todo es tan bonito , siempre que tengo la suerte de que algunos de mis amigos me acompaña en mi maravillosa y larga tarde, me dice lo contrario, que las cosas no van bien, que debería tomármelo todo más en serio, que la vida no está para ‘’no vivirla’’ y que no puedo dejarme mi sueldo en cafés. Siempre escucho, se me da muy bien, pero simplemente les pregunto: ¿No vivir? Me resulta muy irónico que consideren vivir la vida a trabajar, andar, ir a casa, discutir, dormid, trabajar, andar….Y a sabéis como sigue… Me parece muy irónica su vida en general, sí yo vendré aquí todas las tardes a tomarme un café siempre en el mismo sitio, mesa, silla, todo lo que me pasa, ha pasado y pasará sé que es por una razón, y no voy a desaprovechar ninguna tarde,  ni si quiera ningún minuto, hago lo que hago porque quiero, porque aunque me equivoque todas las tardes yendo a tomar un café a la misma hora y al mismo sitio, es mi error, no el de los demás y llegará el momento en el que me arruinaré y dejaré de ir, o me tocará la lotería e iré más aún, pero siempre en primera persona. Todo al revés que los demás, porque buscando Amor…


Encontré Roma.



martes, 12 de febrero de 2013

Soon, I promise


Llegará ese día, te lo prometo. Ese día en el que todos los recuerdos salgan de golpe, en el que se pare el maldito tiempo, ese momento en el que me dé cuenta de lo que realmente es mi vida, de lo que está diciendo el que late y deje de pensar tonterías.

No creo que sea el día perfecto, que haga buen tiempo, los pájaros revoloteen alegremente  y la felicidad nos rodee a cada paso que demos, simplemente creo que es el día que nos llega a todos. Hay que tirarse al agua para aprender a nadar, hay que decidirse por lo que se quiere, nunca se eligen 2 caminos a la vez, tampoco nos podemos quedar en medio viendo las cosas pasar y la vida desaparecer.

No creo que sea tan difícil, simplemente cuestión de tiempo, de coordinación, aunque no siempre funcione, lo siento, no asistí a clases, no encontré donde recibirlas, jamás leí en la guía o en los carteles el número de la academia del amor en la que deciden por ti y te indican lo que debes sentir, lo siento no me gusta ser un robot.

Soy decidido pero no me gusta decidirme, es una de las grandes ironías de mi vida, sé lo que hago, digo y siento, pero no me gusta tenerlo todo tan claro, la duda es la mejor compañera hasta el final del camino, donde no queda más remedio que soltarle la mano y avanzar solo, ese día que cada vez está más cerca.
Ese día, marcado en el calendario del corazón y con una fecha totalmente desconocida tiene que llegar, de nuevo estoy decidido a hacerlo pero no me gusta estarlo. Tiene que llegar, es necesario, no puedo seguir viviendo una farsa un día sí y al otro no, no puedo entender que llegado a este punto las cosas no estén claras todavía, que habiendo pasado lo que ha pasado no sepa lo que siento, que sí lo sé, pero no me gusta nada. Tiene que llegar ese día, sea aquí, en París o en Roma, en  cualquier lugar del mundo, porque lo único que cambiaría sería el escenario. Llegará el día en el que me plante delante de ti y te plante el mayor beso de tu vida sin esperar reacciones ni consecuencias.


Pronto, lo prometo.