miércoles, 18 de marzo de 2015

Dark One

Dearie derie dearie,

No dudé nunca de tu capacidad de magia, ni mucho menos de la de convicción. Sé perfectamente que intentaste todo lo que la pluma, la tinta y el papel te han permitido, pero hay algo que jamás nos permitirán… Amor. Oh, querida, ¡Somos los malos! No pueden dejar que triunfemos. Pero sí, yo también he caído, me he levantado y he vuelto a caer, una y otra vez en esta ruleta rusa a la que los de nuestra especie llaman vida. Yo también estoy harto de tener que prometer la Luna simplemente entregando mi daga a toda aquella que conmueva la más mísera esquina que queda aún de mi corazón.

Nosotros no somos así, no estamos escritos así, nosotros simplemente estamos destinados a ser esos seres primarios que buscan magia, poder, dinero, valor, y todas esas cosas superficiales que habitan en los rincones más profundos de la tierra y que solo son capaces de lograr aquellos que viven para ello. Pero ya te lo dije una vez…”El amor es la magia más poderosa” y sin ella, jamás podremos vencer.

Y con esto quiero decirte, que estamos en el mismo bando, que no voy a descansar hasta que no vea cada una de sus sonrisas torcidas y enterradas en lo más hondo de su ser porque soy yo quien por fin sonríe, soy yo el que besa, soy yo el que…ama. Yo también la he vuelto a ver, lejos de mí, yo estaba escondido detrás de su ventana y ella sonreía con otro después de todo lo que habíamos pasado, disfrutaba, se reía a carcajadas después de echarme a patadas de su vida utilizando lo más parecido a un corazón que puedo darle, mi daga.

Yo también quiero cambiar de una maldita vez esta historia, yo también quiero enterrar cada una de las páginas que han marcado mi vida,  mi cobardía, mi mala suerte y mi sufrimiento después de todos los años que he estado persiguiendo eso que jamás se ha puesto a nuestro alcance…nuestro final feliz. Puedo aparecerme donde quiera, puedo hacer sufrir a la gente tanto como placer me suponga verlos así, pero no tengo el poder de ser amado, no tengo el mayor poder.
Esos malditos enclenques que viene con sus espadas y sus flechas con arcos mal hecho a mi castillo, a mi casa a intentar acabar conmigo y acaban torciendo todos mis planes simplemente porque ellos son los que aman, no tienen poder, no tienen magia, ¡No son nadie! Pero tienen amor, y esa es la mayor de las magias, el más efectivo de los encantamientos, poder mirar a otra persona a los ojos justo antes de que te brillen por primera vez para acercar sus labios a los tuyos y fundirte con esa persona hasta el final de los días. Esa marca de pintalabios en la cara, esa sonrisa estúpida que se dibuja en sus horribles caras después de saber que su gran amor es verdaderamente correspondido y que nosotros tenemos que volver a nuestro sitio a planear otra jugada que acabará aún peor que la anterior y les acercará más todavía a su jaque mate hacia nosotros, a nuestra huida y nuestra perdición, ¡Jamás, derie!

Estamos en el mismo bando, en el mismo barco, y vamos a conseguir de una vez por todas nuestro final feliz, vamos a sonreír, a gritar, a disfrutar como ellos nunca han hecho antes. Porque la magia está en las personas y nosotros somos la magia en persona, somos los que nos enamoramos con más fuerza y los que sufrimos más veces. Y también somos los que se merecen un final feliz como todo el mundo.

Me apunto.




Firmado, tu maestro.

Evil Queen

Estimado amigo,

Te escribo hoy sin ningún motivo ni precedente. Simplemente por esta rutina que no para de atormentarme y que creo que no soy la única que se siente así por lo que he de suponer que estamos en el mismo bando.

Otra vez he vuelto a caer, y de nuevo vuelvo a escribirlo. Hoy le he vuelto a ver, de lejos, sentado, como en la taberna, con ese tatuaje que le caracteriza en su brazo derecho, mi perdición. Me he perdido en la lectura de este libro que no para de darme hachazos, me he cansado de vivir esta historia una y otra vez como si de mi mismísimo infierno se tratase, siempre con el mismo final sin ninguna oportunidad para cambiarlo, ¿por qué? No lo sé. No soy yo a que tiene la pluma y la tinta de mi vida, la tiene mi corazón, tan negro como el petróleo y tan pequeño como un gnomo.

Pero me parece que ya han sido suficientes las lágrimas que he derramado a lo largo de estos interminables años de soledad, de mala suerte y de perdición en los que busco y no encuentro lo único que toda persona quiere tener…su final feliz. ¿Quién es el destino para arrebatármelo? ¿Por qué siempre lo rozo con la punta de mis dedos y sale volando como si de un hada se tratara? No lo logro entender, y por eso te  escribo, en busca de mi respuesta, de nuestra respuesta.

¿No merecemos descansar después de tantas batallas? ¿No merecemos la oportunidad de limpiar nuestro corazón? Ya no sé a quién acudir después de tanto tiempo. Fuiste tú quien me enseñaste, quien siempre me daba la solución al problema que me rondaba, pero por una vez y solo por esta vez seremos los dos quienes descubramos esta solución. Por una maldita vez podremos reír los últimos y hasta el fin de nuestros días, o podremos llorar apoyados en un hombro ajeno, un hombro que nos devolverá el abrazo, la sonrisa o incluso las lágrimas. Un beso, de esos mágicos, esos besos que despertaron a la más dormida de las doncellas o al corazón más congelado. Un maldito beso que supondría nuestra perdición, ¡perdámonos!, estoy harta de tener que encerrarme, estoy harta de tener que soportar las sonrisas de todos los que desprecio.

Lo he intentado todo, magia, muerte, todo lo que está escrito que puedo hacer, pero estoy harta de que otros sean los que escriban mi historia; quiero tener esas sonrisas, quiero tener esos besos, quiero tener alma, un corazón puro y alguien que me quiera, y por fin podré decir que he conseguido mi final feliz, el que se me negó desde mi propia creación.

Creo que es el nuestro  momento, amigo, y esta vez nadie puede arrebatárnoslo.



Atentamente, la Reina.

jueves, 5 de marzo de 2015

¿Acción?

Dicen que interpretar un personaje es realmente difícil. Hay que empezar aprendiendo cómo caracterizarlo, cómo habla, sus frases, y escupirlo todo delante de la cámara o de las personas que se supone que tienen que creérselo. Pero luego se baja el telón y acaba la función, se termina el aprendizaje y empiezan los problemas.

Si hay algo que es verdaderamente difícil es mantener ese personaje, esa imagen, en un mundo real, no uno paralelo encima de unas tablas de madera o delante de una pantalla verde. Es realmente difícil ser un personaje, algo que realmente no eras en un principio, pero tu interpretación y las palabras de los demás han hecho cada vez más profundos los rasgos del mayor papel que he interpretado jamás en la obra maestra que es la vida. Todo empieza cuando empiezas a hablar como él, cuando empiezas a hacer daño a quien no debes, cuando te separas de lo que fuiste; sigue cuando empiezas a actuar como él, todo lo que hace encima del escenario, tú lo haces encima de los demás, porque incluso eso forma parte del personaje.

Hasta que llega el punto más alto de la obra, el momento en el que empiezas a pensar de verdad como lo hace el personaje, a vivir en la sombra, callado, como él, a estar acostumbrado a hacer lo que jamás pensaste que harías, a darle vueltas a la propia vida por el simple hecho de que has actuado de una manera muy diferente a lo que lo estás haciendo hasta ahora. Y llega lo peor de todo, cuando todo sale bien, cuando te sales con la tuya, ileso, cuando has pagado los errores del pasado con los aciertos del presente, con las esperanzas de algo que tu personaje jamás contempló.

Pero al fin y al cabo las obras cambian, y ciertos personajes también, a pesar de que algunos sigan siendo secundarios quieran o no. Las obras se acaban, los teatros cierran, y los actores tienen que descansar, tienen que volver a la vida real. Es entonces cuando me cansé de este personaje; demasiado ha durado, demasiados años para las consecuencias que ha tenido. De nuevo al camino de las baldosas amarillas, al que dicen que llega al final de todo, al bueno, o malo, depende de lo que uno deseé, pero al fin y al cabo, otro borrego más en la lista blanca de los Reyes Magos. Otro nombre más. Pero los recuerdos vuelven a agolparse en la puerta de mi memoria, y empiezan a convertirse en realidad, el mundo empieza a retroceder en el tiempo y actuar como antes de comenzar la obra más larga de toda mi vida. Empiezan los mismos errores, el mismo daño, los mismos resultados.





Y yo vuelvo a coger el guion para interpretar a mi personaje.