domingo, 10 de mayo de 2020

Sempiterno


Hoy va por ti. Te lo debía.

Hace poco se han cumplido dos años desde que me ayudaste a vencer uno de mis grandes miedos. Y llevo ya dos años y unos cuantos días aprendiendo de ti.

Es difícil plasmar en palabras tanto sentimiento junto, puedo llegar a bloquearme escribiendo porque las ideas se amontonan en la puerta y al final, no cabe ninguna. Tu perdón y tu paciencia infinita me han enseñado que se puede querer más allá de muchas fronteras, y que se puede enseñar a alguien a convivir consigo mismo.

Nunca todo ha sido un cuento de hadas o como lo pintan en las películas, no podemos quejarnos de haber vivido en la constante realidad que nosotros hemos creado a base de aciertos y errores, eso sí, siempre juntos.

A veces pienso que tengo que darte las gracias, otras que tengo que hacerte un poema, otras, que pedirte perdón, y a veces me quedo pensando en qué pensar, para acabar por no hacerlo. No sé en qué tono leerás esto, ni sé en qué tono me acabará saliendo, pero sí quiero reflejar una cosa en cada letra de cada sílaba de cada palabra.

Que te quiero.

Me has enseñado a ser constante en cosas que ni si quiera había empezado a hacer, me has defendido de más de un monstruo de esos que se esconden en el armario, me has enseñado a quererme a mí mismo, a saber apreciar lo que tengo y a aclarar mis pensamientos cuando no me soporto ni yo, y todo ello a pesar de haberme equivocado tanto y tantas veces. Puede que no te hayas dado cuenta de que me has enseñado todo eso, o que no te lo parezca a veces, pero es que no ha hecho falta una clase con pizarra y pupitres, aunque la puedas ejercer. Solo ha hecho falta vivir el día a día, los planes y los no planes, las discusiones y los arreglos, las miradas y los besos, las cosas que a veces no se pueden contar; esas son las mejores lecciones que me has enseñado.

Una vez alguien me dijo que lo único que podemos hacer con el tiempo que tenemos son dos cosas, dos elecciones: la primera, es decidir qué hacer con él; y la segunda, con quién compartirlo. Hace tiempo que decidimos hacerlo juntos, y no puedo estar más orgulloso de donde hemos llegado, a pesar de que el camino no ha sido perfecto.

Mi elección eres tú, y no porque me obligue, porque quede bonito escribirlo, o porque tenga una deuda contigo. Mi elección eres tú por hacerme sentir tan afortunado cada día por tenerte a mi lado, por hacerme temblar, reír, llorar, y todos los verbos de la primera conjugación que puedas imaginar. Mi elección es ser feliz, es mi realidad, es pensar que, por supuesto que hay más mundo fuera de nosotros, por supuesto que está lleno de gente, de experiencias, de fracaso y de victorias, pero yo elijo vivir todas y cada una de ellas contigo.

Eres paz, tranquilidad, nervios, tormenta, incluso tormento, alegría, tristeza, altibajos. Eres un invierno frío a la vez que un largo verano, un contraste inédito, una verdadera montaña rusa. Así que, si me dejas, quiero comprarme otro ticket, mínimo por otros dos años más.


Te quiero.