martes, 20 de marzo de 2018

Que suenen


Tal vez ya no recuerdas quien eras. Tal vez fue este salvaje, que hizo que vieras…Tal vez, por eso no entiendas esta noche nada. Irrumpiendo en la escollera de tu imaginación, empujado por la magia del asombro, en su cuarto de la nada, inventar el todo.

Creando ese universo en la soledad, haciendo realidad sus sueños. En el ancho mar que es la fantasía, siendo la curiosidad tu guía. Recuerda que al lado de una nube dejamos colgada nuestra imaginación, de aquel entonces cuando ninguna utopía se resistía a nuestra creación.

Hemos jugado con el tiempo, como el hombre arrogante que creó el reloj pensando que lo podía controlar. Han repicado las campanas con cada una de nuestras aventuras. Que suenen otra vez. Pero ya sabes que cada vez que tú decías Pemán, yo me quedaba con Fletilla. Era un continuo juego en el que nos agarrábamos a la vida con tal de levantarnos de nuevo. Yo te perdonaba tus peores delitos y tú borrabas de mis canciones los peores estribillos. Era como si nuestras decisiones no se entendieran, pero nosotros sí lo hacíamos, no queríamos volver a esa jaula. Sí, ¿acaso lo olvidaste? Prisionero como un pajarillo, preso de sus cosas viviendo, cantando entre rejas, sin poder volar. ¿Quién fue el tonto que nos dijo que aprendiéramos a volar? Total, ¿para qué? Pues aquí tienes la respuesta. Ahora sí que se escucha el rumor de nuestras alas. Pero, pájaro que canta, no espanta sus males, los de otros espanta. Se acabó el cuento.

Desde entonces, siempre hemos sido peregrinos sin rumbo, desde que nos dimos cuenta de que eso no iba a funcionar, juntos. Pero tú ya sabes cuánto te quiero, por eso tenía miedo de que llegara este día.  Desde entonces, sigo esperando ver de nuevo tu sonrisa, tus besos con prisa de cada mañana. Pensaba que otra vez tendría que escribirle a la eternidad para acordarme.

El compás, ya sabes, el compás, al que te mueves, al que cantas, al que ríes, incluso al que lloras. Que suene. Que suene otra vez. Volver a ser el buscavidas que encontró una vez su soplo de vida allá por la calle de la mar. Pintar tu cara y cambiar de piel.


Pero ya sabes...que suene.