martes, 26 de noviembre de 2013

Madness

Dicen que la locura un día tuvo otro nombre, que un día, hace mucho tiempo, fue persona. Una persona de carne y hueso como el que lee y el que escribe; nada de divinidades encerradas en templos de adoración, nada de catedrales o iglesias, una persona que respiraba y sangraba como todas. Pero así sería su historia que acabó por hacerla desaparecer.
Dicen que sus ojos brillaban más que el Sol al mediodía y que sus pupilas eran más oscuras que una noche sin Luna. Dicen que era tan enigmática que ni Einstein con ayuda de Pitágoras y Tales fueron capaces de resolver su enigma. Decía ella misma que no le gustaban las teorías, que la vida era la práctica de la forma de ser, que los números no daban la felicidad.

Dicen que muchos intentaron representarla; Miguel Ángel, Bernini, Cánova…además de Goya, Velázquez y Dalí…Pero uno se rindió, otro no acabó y el último quiso representar su amor por ella pero se lo robó Napoleón…uno se fue a Burdeos, otro se quedó en Palacio y el último empezó a pensar como un verdadero sabio que se volvió loco por la pintura, un artista.
Otros intentaron conquistarla pero ni los poemas de Cyrano, ni las triquiñuelas de Don Juan Tenorio consiguieron atraparla. Otros más intentaron impresionarla pero ni Adolf ni Benito lo consiguieron, ni mucho menos Iosif.

Nadie sabía nada de ella, su procedencia, sus gustos, pero sí sus cualidades, que todos pudieron sufrir justo después de creer que las podían disfrutar.  No se trataba de un estado de la mente, de una anomalía de comportamiento o de la mayor sarta de mentiras contada por la medicina; se trata de una forma de ser, una forma de vivir, una visión del mundo diferente, que se sale de la fila, que entra por la ventana y sale por la chimenea, la ruptura de las estadísticas, el enemigo de la monotonía, pero siempre con su historia.
Tal fue la ira que la impresión del resto provocó, que decidió desaparecer, dejar de inspirar a músicos, pintores… ¡A los artistas! Dejar de crear obras, edificios, palabras, dejar de existir, dejar de vivir abajo para vivir arriba. Vivir donde le dejen estar viva, donde se sienta cómoda, donde es más lista.

Vive y vivirá en las mentes de aquellas personas que rompan los esquemas, las filas y los teoremas; en los corazones de esas personas que no escriban tonterías, sandeces o pretendan ser burdos poetas, de aquellas que no llenen de adjetivos sus palabras, que no engañen con ellas, que no se llenen la mente de falacias como de vídeos las hemerotecas. De aquellos que sientan y sepan sentir, aquellos que vivan y sepan vivir, aquellos que decidan y sepan decidir.


Vivirá en los locos, nada más que decir.

domingo, 24 de noviembre de 2013

Brother #18

Entre patadas y sonrisas. ¿Cómo pretendes resumir una vida entera en unas cuantas líneas? Pregúntale a Machado, pregúntale a Alberti, porque yo no soy capaz.

Todos esos recuerdos intentando salir ahora para ser rememorados uno a uno con ese respeto y ese cariño que almacenan  cada uno de ellos, pero al fin y al cabo es nuestra historia y nosotros la sabemos mejor que nadie, ellos no tienen por qué conocerla.

Porque se me hace raro, y lo sabes, no verte todos los días. Porque se me hace raro, y lo sabes, no escucharte a diario. Una llamada perdida, un SMS, una luz a través de la persiana bajada, cualquier señal de que estás ahí, justo ahí, donde has estado siempre y donde yo te necesito.

Los comienzos son duros, a un niño siempre le cuesta empezar a andar, o aprender a montar en bicicleta, pero siempre tiene a su padre para cogerle, siempre tiene a alguien a su lado. Y así ha sido toda mi vida, toda nuestra historia, si tú caes, yo te levanto; si yo caigo, tú me levantas, una monotonía de la que nunca nos cansaremos, amigo mío.

Esa seguridad en cada palabra cuando todo iba mal, ese abrazo al final de cada tarde al solucionar cada problema que se nos ponía por delante, esa manía de chasquear los dedos cada vez que me das la mano, esas tonterías tuyas que sí, que tanto echo de menos.
No es lo mismo una clase sin el profesor, porque tú, y solo tú, me has enseñado lo que es la vida, me has enseñado a vivir, a andar, a montar en bicicleta y lo más importante, a sonreír, esa maldita cualidad tuya, qué envida sana te tengo.

Entre patadas y sonrisas comenzó la historia y entre patadas y sonrisas siguió, y seguirá, amigo mío, eso es algo que nos prometimos desde hace mucho tiempo. Porque tú no eres como los demás, y lo sabes, porque no es lo mismo desde que tenemos conocimiento y recuerdos de quienes somos; porque no puedo contar mi historia sin que salgas en siete de cada ocho frases. Porque sin ti no sé qué es de mí, porque estás siempre presente aunque te tenga a miles y miles de kilómetros, allí, en casa, haciendo de las tuyas y sin mí. Porque nadie me entiende como tú, nadie es capaz de sentir como tú, claro que no, nadie es como tú, y ni yo, ni nadie te llegará jamás a la suela de los zapatos, solo para limpiarlos.

Los días sin ti son pequeños infiernos dentro de mí, y la distancia es una enemiga fácil de batir. Porque creo que lo sabes de sobra que con diferencia, una abismal sobre los demás, eres al que más echo de menos, porque los días sin ti no son días, porque el alcohol sin ti  no sube tanto y las risas sin ti ya no están garantizadas.
                                             
                                                 




Te necesito aquí profe, te echo de menos hermano.




domingo, 17 de noviembre de 2013

Lo spettacolo può cominciare

Ni los buenos son tan buenos, ni los malos son tan malos, y así ha sido siempre.

Esos estereotipos que creamos como si fuesen un reflejo fiel a la realidad que vivimos, no. La objetividad no existe, o al menos no sabemos tratarla de tú a tú. Lo que para uno es fuego, para otro es agua, lo que a uno le duele, a otro le agrada. Uno admira los cuadros de Goya mientras otro contempla las esculturas de Bernini, la vida es así de…diferente. Las personas, los colores, los gustos, los programas de televisión, los animales, todo tan diferente. Pero todo depende de uno mismo, de la manera de pensar y observar y en eso no gana nadie.

No vamos a dar lecciones de moral a nadie por escribir sandeces sobra abandonos o ir de poeta con el corazón roto siendo un simple chaval virgen sin escrúpulos. No vamos a acusar con nuestro dedo a quien hizo cuando estamos haciendo lo mismo. No vamos a mirar de mala manera la felicidad de unas personas porque suponga la tristeza de otras, esto es el mundo, damas y caballeros, niños y niñas, bienvenidos a la vida.

Se abren las puerta del mundo a más de uno con estas palabras, la realidad nace por primera vez a los ojos de la mayoría, ¿hace falta que las cosas nos salgan más para que nos demos cuenta de lo que nos pasa? Sí, señoría, hace falta caer  mil veces para aprender a levantarse cada vez más fuerte y más rápido. Hay que saber vivir, hay que montar en el tiovivo sabiendo que acelerará, y que subirás y bajarás, y si lo sabes y te quejas, no haber sido el espermatozoide más rápido.

Ni tenemos que seguir el camino de baldosas amarillas, ni mucho menos el de rosas; pero tampoco hay que dramatizar con los infinitos obstáculos que se nos van a presentar en el camino. La vida es un constante resarcir, levantarse tras un golpe y otro hasta resistir firme al mayor de los vientos.

Ni somos el Sol, ni somos la Luna, simplemente somos los que los vemos pasar, huir el uno del otro, los que no son monótonos como ellos, somos los del medio, los de verdad, cada uno con su nombre y su vida, con sus páginas del pasaporte.

Que comience el espectáculo