2013. Cuatro dígitos exactamente. Muchos dicen,
supersticiosos ellos, que el 13 es el número de la mala suerte, el martes y 13
o el Friday 13nth; a esos les digo, que este año 2013, ha sido EL año, sin duda
alguna. Ha sido el año de los cambios, el año en el que ha tocado madurar un
poco por mucho que se niegue, en el que me he dado cuenta de todo lo que tenía
alrededor. Ha sido el año en el que me he despedido de mi patio, el grande, de
mi instituto, mis clases, mis pupitres y pizarras, y de mis profesores, entre
ellos una muy especial. Ha sido el año de la graduación, de la gran borrachera,
de ponerse traje y elegante y recibir la banda después de una selectividad
sufrida y bien pagada con una gran nota. Sin duda ha sido el año de Valencia,
de Garrote y de Tito Ángel, ha sido el año de todos aquellos que nos han
seguido año a año hasta llevarnos a la deseada Universidad, el año de aquellos
a los que hay que estar agradecidos. Ha sido el año del verano más memorable de
todos, sin duda. El verano de los veteranos, los Bartolos y los Khalifas, la
cama de matrimonio con el mono, las vaguerías del Ale o el aire acondicionado
del Chico. Ha sido el verano de Fuengirola, el de la playa, el mar, la arena,
el fútbol, los baños, ha sido el mejor verano de mi vida. Ha sido
indescriptible. Pero no todo es un camino de rosas, este año, se ha roto el
pequeño sueño, se ha ido él, que sigue conmigo, pero ahora en Londres, el año
del adiós, o mejor dicho el “hasta pronto” de José Mourinho.
Ha sido el año del cambio, de volar del nido, el año de
darte cuenta de quién eres, de qué quieres y de lo que vas a ser. Ha tocado
despedirse, dejar a un lado la tierra, mi Badajoz, y partir en un viaje, el de
mi vida, el de mi aprendizaje que sigue, ha sido el año de dejar no atrás, sino
al lado, todo lo que me hizo crecer, madurar y me ayudó a ser la persona que
soy. Ha sido el año de llegar a un nuevo lugar, a mi ansiada capital, de
visitar mi templo y disfrutar de mi equipo cada fin de semana, de admirar al de
la ceja y dejarme la voz.
Hay personas que se van y otras que se quedan, pero a los
dos tipos quiero darles las gracias; los que se van, simplemente gracias,
porque dejáis sitio a los nuevos, a aquellas personas que se ganan un hueco en
mi vida, uno muy merecido. A los que se quedan se me quedan cortas estas siete
letras, son los que están, han estado y estarán, los especiales, desde el gato
con botas hasta el mono que me llevo a Madrid, desde la Barbo nadadora hasta la
rubia loca. Mi vida es sencillamente increíble y cada segundo merece ser
vivido.
2013 ha sido un año lleno de sensaciones, nuevo ambiente,
nuevas cosas, pero siempre la misma esencia. Sigo echando de menos a los que se
han ido, a los dos ángeles de la guarda, a los dos hombres más grandes que
jamás he conocido, a los que me enseñaron más que nadie y más que la propia
vida, a los que merecen un libro en mi vida, un trofeo, una insignia y muchos
recuerdos.
Me gusta pensar a lo grande y llega 2014, está llamando a la
puerta pero me faltan las uvas, es el año de Xabi, es su número, es otro que se
suma a los muchos que llevamos, con todos y cada uno de vosotros, es una etapa
que sigue, un cambio que me ayuda a saber quién es cada uno en esta vida, en mi
vida, cada personaje de este cuento tan frenético, de este tiovivo imparable,
de este viaje interminable y esta historia que, como todas, merece ser contada.
Otro año más en el calendario, desde enero a diciembre, el
año de los 18, del alcohol y el desenfreno, del destape y la locura, el año de
la revolución, de las salvajadas, de no pensar, si es que eres tú, 2013. No es
un año más, no se puede tirar esta calendario como hacemos con los demás cuando
llega el 31 de diciembre, este calendario hay que guardarlo, es otro, sí, con
sus 12 hojas, pero cada una tiene miles y miles de recuerdos, el año de los
cambios, el de los sentimientos, serán 12 hojas pero de ahí podríamos sacar
enciclopedias de nuestras vidas, de tan solo 365 días que tiene el año, curioso
que si en tan solo 24 horas pueden pasarnos infinidad de cosas, multiplicadlo
por 365 y tenéis la vida, vuestra vida, la de una persona que aparentemente es
normal y corriente pero…no, nadie lo es, cada uno somos un mundo, un libro, y
ya toca cerrar este largo y maravilloso capítulo, una nueva obra de arte que
forma parte de nuestra vida, otro mundo que había que conquistar, y que ha sido
ganado, un mundo del que todos somos reyes, todos y cada uno de nosotros, otro
año más, día a día, como él solo.
Matemáticamente es otra suma más, se podrá borrar de la
calculadora pero no de la memoria; no ha sido un año más, ha sido un gran año
más, el del verano, el de la madurez, el de los recuerdos y el de los cambios.
Te debo una, 2013.