Prisionero como un pajarillo, hoy yo vengo por ti
prisionero. Porque preso de tus cosas vivo, y entre rejas vivo para cantar…volar.
Abre la reja ya, carcelero. Dame ya la libertad, que me la
merezco. Ya se ha acabado tu tiempo de tiranía, tus malos recuerdos ahogados en
el vaso de siempre. Al final no era tonto el que me dijo que aprendiera a
volar. ¿No te has cansado de estar siempre en guardia? Yo sí. Dice que pájaro
que canta, no espanta sus males, los de otros espanta. Y con esa lengua
sibilina has espantado a todas y cada una de las oportunidades de lo que
algunos llaman felicidad.
Tú ahí escuchando y yo en la jaula de mi eterno febrero. ¿Sabes?
Ya había aprendido a conformarme…casi. Ya estaba pensando en dejar de escribir,
en abandonar, desistir de la utopía jamás contada. Pero ha empezado a llover. A
llover de tal manera de que ni tu paraguas, ni tu escudo, pueden protegerte.
Tú, que te ríes por tu tierra mientras yo sigo soñando con mi cielo.
Continuamente pintando una frontera en la que
yo he estado siempre dentro. Tú siempre buscando el límite, la emoción, y yo
una salida; tomando las medidas mientras yo lamiendo mis heridas, solo pensando
en escapar. Tú, que me dabas tu piel cuando yo te daba hasta mis huesos; tú
esperando mi regreso mientras yo penaba como un preso que nada más quería
libertad.
Y se acabó, lo siento carcelero. Se abre la jaula,
enfrentarte ya puedo. Ya no sirven de nada tus eternos antónimos a cada uno de
mis pensamientos. Son inútiles que me lances los ataques de recuerdos de
siempre para estropearlo todo. Ahora esto es más fuerte que cualquier cosa que
puedas intentar. Se acabaron estos barrotes sin salida en los que me has tenido
encerrado. Las luces y las sombras de la caverna han desaparecido y solo tengo
que seguir esa luz, esas señales que me llevan al supuesto paraíso.
¿Qué haré sin ti? Puede que me equivoque, pero estaré
eternamente feliz si lo hago sin ti. Puede que me pierda, pero alguien será
capaz de encontrarme siempre. Puede que me caiga, pero no es nada nuevo para
mí, volver a levantarme. Pero nunca contemplábamos la posibilidad de que
saliera bien. De las miradas furtivas y las sonrisas estúpidas. De las palabras
bonitas y todas sus canciones. Pero ahora sí, ahora parece que sí. Que desde
que se acabó el cuento, echarle genio ha servido de algo. Que se acabaron los
circos plagados de enanitos. Ahora navega, navega donde quieras en tu navío
porque yo me quedo en tierra, por primera vez en mucho tiempo. Navega y no pares,
sin mirar atrás, para no recordar todos los errores que un día me hiciste
cometer. Porque ahora tengo la libertad.
Y a ti, a ti que va dedicada esta locura que sale de mis
manos cada vez que las musas se pasean por mi habitación, hoy me ha dicho un pajarito
que a ti, solo te camelo yo, vente y quédate conmigo que en mi jaula tengo un
nido para estar juntos los dos. Vamos a quitarnos una a una, el uno al otro las
plumas, dame un piquito, amor mío.
Pero no digas ni pío.