miércoles, 30 de octubre de 2013

Complejo en sí

Una tarde como otra cualquiera. Oscureciendo, con el Sol cerca de esconderse un día más con su miedo a que le vea la Luna. Una tarde repetida así todos los días de su vida. Era la simpleza representada, la sencillez hecha persona.
Siempre con sus sudaderas de colores, la verde, esa era la que más le gustaba. Con su pelo rizado y su sonrisa pícara dibujada, sus carcajadas se escuchaban en todos los rincones, su felicidad continua era respirable en el ambiente.

Sus ojos, esos que merecen un capítulo en cualquiera de los libros del corazón. Verdes… ¿o eran azules? ¿Azul verdoso o verde azulado? No existía color ni adjetivo para lograr describirlos. Sus pupilas eran entradas a los túneles que llevaban a su corazón, dificilísimo de encontrar. Podrían considerarse afortunados aquellos a los que mirase de una manera amistosa a los ojos, pues solo miraba en sus enfados, sus cabreos, aquellas situaciones en las que cualquiera desearía estar lejos de él.

Y su personalidad, esto daba para libro. Frío y gélido, a la vez que cercano y cariñoso, nunca existía un punto intermedio. Tenía un escudo impenetrable que la opinión ajena nunca ha sido capaz de destrozar. Sincero y directo, para su supuesta desgracia. ‘’No existe ningún amor mejor correspondido que el amor propio’’ decía, mientras él estuviese contento consigo mismo, los que de verdad le querían también lo estarían, pues ser un amigo no es otra cosa que querer la felicidad del otro.

 Demasiado complejos eran los entresijos y redes de su mente, su forma de pensar, de ver un mundo propio que construía para sí mismo, un mundo donde no había sitio para el pesimismo ni la monotonía, la mayor montaña rusa jamás conocida.

Demasiado complejos eran sus sentimientos, la ruleta de su corazón, que a pesar de su edad ya estaba viejo, maltratado y con estrías. Esa filofobia eterna que no le dejaba amar, ese verbo al que le tenía pavor, más que a la oscuridad eterna. Ese odio hacia el sentir de un corazón que cada ver era más dudosa su existencia. Esa venganza eterna por todo lo que había sufrido, esa manera de pensar, de no sentir, de ser, esa fama de malo de la película, de eterna mente peligrosa con la que no conviene estar nunca. Esas ganas de arriesgarse aun sabiendo de su derrota, ese espíritu de constancia que le hacía intentar las cosas una y otra vez.

Era tan difícil...No sabía ni quería sentir, esa esencia de la vida a la que todos llaman amor, él no creía en ella, en su existencia, y por eso lo intentaba tantas veces, de hecho no creo que aún lo haya dejado de intentar.


Esa tarde conocí a la persona más fácil de conocer en apariencia y tan difícil en realidad, esa mente pensante, impulsiva e impredecible, tan difícil como adivinar el color exacto de sus ojos.


Era...Demasiado complejo para toda la vida...

domingo, 20 de octubre de 2013

Tú a Londres y yo a California

Dice esa gran amiga llamada ciencia que los polos opuestos se atraen, y otros dicen que siempre hay una excepción que marca la regla, y eso fueron ellos, no querían ser del montón, es mejor vivir siendo la excepción.

Ella tan madura, tan reservada, tan de darle vueltas a todo, tan…ella.

Él tan infantil, tan descarado, tan extrovertido y tan impulsivo, tan…él.

Y como en toda historia, el argumento da vueltas y vueltas hasta que sus caminos llegan a unirse. La alta y el chaval de los ojos bonitos. Ambos se llamaron la atención el uno al otro, tanto que llegaron a ser amigos, grandes amigos, e incluso un poco más que eso. Imparables, sí, esa es la palabra. Obstáculos y discusiones, como en todas las amistades, pero superadas uno a uno, cada vez más unidos hasta el punto de que los sentimientos no pudieron aguantar más. Ella le miraba a su manera, era diferente, sabía su historia y conocía sus defectos pero ella se mantuvo. Él siempre con su maña memoria, con sus descuidos y tropiezos, pero sí, la quiso a pesar de que todos se lo prohibían.

Vueltas y vueltas dio el tiovivo de su relación, porque cuando entraron la primera moneda, no sabían que no iba a parar de dar vueltas. No les daba tiempo a ser amigos, los sentimientos dormían un día y se mantenían despiertos 3. Era todo muy surrealista hasta el punto de que se quisieron sin conocerse. Ella tan de pensar a su manera y él tan de pensar en sí mismo.

Tal fue el punto de esta atracción que llegaron  a hacerse daño, mucho daño, más del que pretendían, y siempre salían mal parados ambos. Andaban contracorriente, siempre. Pero su voluntad era admirable; ella luchaba contra la opinión de los demás, contra sus faltas de respeto y su mal genio, y no se rendía nunca. Él luchaba contra su propio pasado, contra su personal filofobia y, como siempre, contra la opinión del resto. Nunca fue una pareja común, sí, me atrevo a llamarlo pareja porque ambos sabían que lo eran, que nunca fueron unos novios oficiales ni oficiosos como dios manda pero sí que sintieron y quisieron serlo, pero siempre faltaba el gran paso. Ese que hace a una chica lanzarse porque al chico le da vergüenza, o ese que da el chico para arrodillarse y darle el anillo…Faltó el paso más importante, faltó aclarar los sentimientos. Ella nunca olvidaba, y él llegó tarde. Él perdonó y olvidó, ella solo perdonó, y ese es un lastre muy duro de llevar.

Sintieron a destiempo, él se planteó dejar de roncar, trabajar de Sol  Sol, subirse al Himalaya o batirse con su espada para no perder su amor, llegó a plantearse ser lo que ella imaginaba, pero eso suponía cambios, cambios que él no estaba dispuesto a hacer, porque la esencia de una persona no puede cambiar de la noche a la mañana, y él no era el único que debía hacerlo. Fue todo muy difícil. Cada día en el calendario era como deshojar una margarita, un día sí, otro no…Y eso para ella podría ser un descanso de tanto sentir, pero él, con su corazón ya viejo y con estrías, si es que tenía, suponían ataques de cordura en su loca vida, y eso no era así.


Y, como todas las historias bonitas, porque esta lo fue, acabó, quisieron acabar. Sin lágrimas ni memeces, se las guardaron para uno mismo, derramaron sus sentimientos a través de sus ojos como si nunca hubiesen existido y su memoria desapareció, cada uno por un lado, y jamás por el mismo sitio…


Él a Madrid... y ella a Salamanca.

miércoles, 16 de octubre de 2013

El día que decidió no mirar atrás

Aquel día aprendió muchas cosas. Desde la mañana tranquila hasta la noche de desenfreno, un día para aprender. Una clase magistral de la vida, cómo andar, cómo querer, cómo besar…La vida la aprendió en un solo día.

Las estrellas ese día se alinearon de forma diferente y empezaron a brillar más que nunca, comenzando por el Sol, su despertador  diario que entraba sin permiso por la ventana, entre las cortinas anunciando un nuevo día que aparentaba tan desastroso como los anteriores.
Pero hasta el desayuno fue diferente ese día, el trabajo fue diferente, incluso ella parecía diferente…Sentada en otra mesa diferente a la de todas las tardes en el Starbucks de Callao. La gente tenía una mirada diferente, sonreían, y él devolvía las sonrisas, como iba contando…un día diferente. Y todo empezó con un ‘’perdona, ¿tienes hora?’’ .

Todas las historias de amor empiezan con un choque fortuito, con un príncipe salvando a una princesa, pero claro…ese día todo era diferente. ‘’No, no tengo’’ y se fue. Inesperado para alguien que llevaba días y días haciendo su camino de vuelta a casa más largo de lo normal solo para pasar por Callao y verla sentada en la mesa de siempre, pero claro…ese día era diferente.

Ese día tomó una decisión diferente a los demás. Esa noche parecía otra, con más estrellas, con más vida, con ella. Otra noche rodeados de alcohol y fiesta, de borrachos y vagabundos, de trozos de vidrio y olores nauseabundos. Y a él le dio por pensar, por querer ser su medicina, sus silencios y sus gritos, sus penas y alegrías y confió en la Luna para que obrase el milagro.

Pero no sonaban tangos, tampoco la campana y la Luna se apagaba, cansado de esperar decidió, por fin, ese día, el día diferente a los demás, decidió.  Decidió que era mejor la guerra con ella que un invierno solo, que quería ser la espina de su rosa, que quería empezar a hacer latir eso que un día los biólogos llamaron corazón, que decían que latía o que sentía, eso.


Ese día, sí, ese día reunió el valor suficiente como para, después de vaciar su quinto vaso, lanzarse al vació, dejar de pensar y ser fuerte para probar, querer y hacer querer, arriesgar, y para esa lista de verbos sentimentales  que todos conocemos. Ese día encajó la última pieza del puzzle, ella, ese día terminó un viaje para empezar otro, ese día por fin consiguió probar  sus labios, consiguió el dulce de sus besos y la eternidad de sus miradas, y lo consiguió en un día diferente..

El día que decidió no mirar atrás.

viernes, 4 de octubre de 2013

Poeta al fin y al cabo

El mundo está lleno de falsos poetas, de filósofos y de muertos vivientes, y eso da mucha pena.
Personas que con menos de dos décadas de vida hablan de la vida como si se estuviera acabando, que escriben cartas de amor sin destinatario a una amada inexistente; una que les ha roto su frágil y delicado corazón ahogado en lágrimas cuando todavía no saben lo que es perder la virginidad.

Un uso excesivo de adjetivos que les hace quedar como eso, poetas, empalagosos en tinta y en carne y hueso, pero en tinta se ven correspondidos, esa es la diferencia.

Un acoso incesante a esa amada que les dejó por otro, por razones varias, a ver si al menos escribiendo, aceptan la realidad, ya que en la vida real siguen siendo un alma en pena que vaga por los callejones oscuros del mundo de los corazones rotos, que romántico todo.

 Pretenden llegar a príncipe y todavía no han llegado a rana.  Esos cuentos llenos de ‘’ Las lánguidas almas de las rosas se marchitaron al compás de las estaciones, y el viento frío siguió vapuleando su ciudad de sueños con una falta de compasión inhumana’’ y más estrofas dignas de composiciones  Mozart, esas muertes ficticias que acaban siendo pesadillas de las que curiosamente siempre despiertan ‘’solo, en mi cama, con marcas de tu pintalabios de rojo carmín, con un cigarro apagado y una copa de Vermú en la mesilla’’ es que suena incluso bonito.

Menudo desperdicio de creatividad, directores de cine, guionistas, de todo pero no…Poetas. Porque son las grandes víctimas de su idolatrado amor, porque su personalidad, más allá de la bipolaridad no les permite mantener a salvo tan si quiera una amistad y lo pagan todo con el amor que les deja ‘’ el corazón hecho trizas en el lavabo del baño rodeado de un aroma similar a tu perfume’’.

Pero la princesa seguirá esperando en su castillo, un castillo inexpugnable….Un castillo de la Edad Media en pleno siglo XXI, una princesa con su corona y todos esos accesorios que la hacen ‘’tan mágica como el azul de tus ojos y el rojo de tus labios’’ o como ‘’ los sentimientos que crecieron en el seno de mi más que empequeñecido corazón latente’’


De vez en cuando la soledad da una lección de realidad. Solo espero que hayas aprendido la tuya.


Poeta, que eres un poeta.



jueves, 3 de octubre de 2013

In attesa di una lettera d'amore

Recién despierto, tumbado en la cama,  solitario como un barco a la deriva en una noche de gennaio, esta es mi historia. Me perdí en el verde de sus ojos y en el rojo de sus labios.
 Otra noche más buscándola en el fondo del vaso, de uno y de los siguientes. Otra noche dando tumbos por Roma cansado de leerla al revés.
¿Y si me rindo? Estoy cansado de verla en todas partes y que sea un espejismo en un desierto de corazones rotos, se ha ido.  Fallé en mi intento y no me perdonó. Ser humano no vale. Yo nunca he sido apto para el amor, siempre suspendo ese examen y ya me cansa tener que ir todos los años a septiembre. Vivo en Roma, que al revés es amor, me persigue, no me deja dormir, ese maldito recuerdo de las noches en el césped después de una tarde juntos, esos besos en el parque en los que me prometías en vejecer junto a mí, todas esas miradas llenas de sentimientos que me llegaban al alma. Todos esos intentos tuyos de aprender italiano para poder entenderme mejor, todos esos intentos míos de morderte la boca, y todos esos recuerdos que tengo en mi corazón, en el que siente de verdad.

Es cierto, soy demasiado complejo para toda la vida, pero tampoco se me ha dejado intentarlo.  Yo escribí mi cuento y tú eras mi princesa, pero a mí me tocó ser el dragón. Yo intenté llegar a tiempo, pero el tren se fue y una vez más no me subí, pero no es una vez más cualquiera, no es una de las anteriores.

Tal vez me lo merezca, tal vez no tenga corazón, pero eso es imposible porque lo que me dolía cada vez que me dabas la espalda no puede ser producto de la ficción. Y en eso se resume nuestra historia, esa es su definición, una historia de ficción que las cartas que me mandas cada semana no son capaces de mantener.


Acoso al cartero semana a semana para que me dé antes las buenas noticias que las malas, pero al fin y al cabo, todas las noticias son malas desde que no estás aquí. 

 Pero sigo esperando que vuelvas.

Ha llegado el momento

Ha pasado mucho tiempo desde que la tinta y el papel no se funden debajo de mi mano. Realmente ha pasado una eternidad desde aquel día, desde esa maravillosa y extensa carta de despedida escrita con lágrimas de tristeza y de alegría, todo parecía tan surrealista en este momento, todos nos negamos a creérnoslo. Pero así era, y las malas noticias siempre acaban llegando de un lado o de otro de la mesa.
La balanza subió de mi lado, ya no pesaba más, ahora tocaba ser el triste, el lado malo, el de casi siempre. Pero siempre quedan los recuerdos; todos esos momentos que sirven para sacar la mínima sonrisa en cualquier momento por oportuno que sea, pero también esos que te condenan para toda una vida porque se han encerrado con llave en ese rincón inexpugnable de mi maldita memoria.
Pero después de la tormenta llega la tempestad. He aguantado golpes y golpes , risas, incluso intentos de burlas que he frustrado gracias a mi carácter, sí, ese que tantas veces me ha traicionado y me ha jugado malas pasadas, pues esta vez ha ayudado más que nadie. Un recuerdo ronda mi cabeza y llena mi corazón, un recuerdo inevitable.
Fue una historia de amor muy bonita, he de reconocerlo. Tú de fuera y yo de dentro, a ti te gustaban más la puntualidad británica y a mí la elegancia italiana. Y nos fuimos a encontrar en el lugar más inesperado. Nunca lo pensé, pero sí lo soñé, y durante muchas noches, desde aquella primera vez que nos encontramos por una calle de Madrid. Ha sido una historia larga para mí, larga y bonita, que no se te olvide, pero a pesar de todo, te dejas muchas cosas pendientes por aquí, te dejas el deseo más deseado, te dejas tu recuerdo, el de tu picardía, el de tus noches de locura, el de tus tonterías diarias, el de tus dardos y más dardos, esos recuerdos que me han hecho cierto daño durante estos años y también me han dado más de una alegría.

Porque yo me he quedado aquí, y tú te has vuelto a Londres, porque yo sigo aquí defendiéndote durante todo este tiempo. Pero, querido, ha llegado el día, ha llegado el momento. Tan enrevesados son los mecanismos de loa memoria y tan hipócritas las personas que se han dejado controlar que te has convertido en el mayor recuerdo jamás contado. Has vuelto a las cabezas de todos, ya se oyen tus frases por aquí, Don José. Eso de ‘’Esto con Mourinho no pasaba’’. Pasó en O Porto, pasó en Milán, y en Londres y ahora le toca a Madrid. Ya se entonan los cánticos, ya vuelven tus bufandas y banderas. Ha llegado el momento.
Sigo contando los días para tu vuelta, Don José.