Aún de día, esperando a que llegue la
última noche, la última de otro año más, la noche del “Feliz
año nuevo”, de los besos, los abrazos, de las celebraciones porque
empezamos otro año más al lado de aquellos que queremos, de
aquellos que no elegimos pero se lo ganan a pulso.
Hoy quiero brindar, quiero alzar la
copa y chocarla con aquellos que quieran brindar conmigo, arriba,
abajo y en el centro (sin aparcamiento). Quiero brindar por todos los
momentos, por los buenos y los malos, los que me hicieron saber quien
soy y los que me hicieron aprender cual no era el camino que debía
tomar. Un brindis que nunca sabe amargo, un brindis en el que después
de tanto, me he encontrado entre las costuras de tantos disfraces, de
los trozos de todas las máscaras que se han quedado por el camino.
Hoy quiero brindar, por aquellos que
desaparecieron del camino, por esos obstáculos que he tenido que
esquivar y por aquellos que se han dado cuenta de que por mucho que
insistan, por mucho que se repitan, por mucho que se interpongan en
mi camino, no tienen nada que hacer, no van a cambiar lo mi trayecto
ni me van a parar hasta que llegue al final, brindo por vosotros.
Hoy quiero brindar por los ausentes,
uno y mil brindis por ellos, pero, con todo el respeto del mundo,
tengo que brindar por mi ausente, por aquel que llamaban mascota, y
yo le llamaba hermano, por ese miembro de la familia peludo y con
cuatro patas que me dio su vida, me dio mil aventuras, y un millón
de alegrías, hasta que la edad le prohibió caminar, por ti Tai, por
ti brindo siempre.
Es obligatorio, en un día como este,
brindar por los que se quedan, por familia, por mis amigos, que
también se les puede llamar familia, desde Badajoz hasta Madrid,
desde Canarias hasta Almería y pasando por Jaén. Para todos es el
mayor de los brindis, el brindis que se repite un año tras otro, con
las mismas personas, las mismas sonrisas, con miles de recuerdos de
los que reírnos una noche como esta, con más canas, y más ganas de
vernos. Una estrella por cada alma, y un brindis por cada persona, un
recuerdo por cada paso a vuestro lado y una copla por cada aventura.
Hoy quiero brindar por febrero, por el
mes de los meses, el segundo, el que viste de magia mi paraíso, el
que ilumina mi camino hasta el López, el que empieza sonando por la
Tacita de Plata y termina resonando en los tambores de San Atón. El
de los pasodobles desde la Viña hasta la Cruz Verde, terminando por
los homenajes a San Francisco y a la Plaza Alta, el que empieza en
los fenicios y termina por los moros; el que sale de Gadir y acaba en
Batalius.
Hoy brindo por ti, sí por ti, ya lo
sabes, por empezar 2015 y terminarlo volviéndome loco como el primer
día, de 1 de enero a 1 de enero, por darle la vuelta a todo, por
destrozar mi puzzle y hacer que me sienta vivo otra vez, por revivir
ese interés que perdí hace tiempo, por los abrazos, por los besos,
por las locuras de un año intenso, por ti brindo también.
Hoy estoy obligado a brindar por ti,
por ti y contigo, como todos los años desde el principio, y a ti sí
que puedo ponerte nombre y apellidos. El gato, mi compañero, mi
hermano, mi Alejandro, otro año más, otro capítulo lleno de
aventuras, otra vez envejeciendo juntos y esta ruleta sigue sin
cambiar, y tú sigues dibujándome una sonrisa cada vez que apareces
por la puerta cuando vuelvo de la capital, por ti, una y otra vez,
por ti.
Y solo queda brindar, con las prisas,
con la pajarita aún en la mesa y la camisa desabrochada, y los de
siempre esperando en la puerta. Queda otra vez la foto oficial, queda
el mejor brindis de todos, queda el de 2015, por la cordura y la
locura, por el bien y el mal, la luz y la oscuridad, los llantos y
las risas, los recuerdos y los olvidos, el amor y el desamor, por
todo y por nada...
Brindo por ti, 2015.