El silencio invadía la capital y la oscuridad empezaba a
unirse a su cruzada. Las calles desiertas asustaban a los guardias, el ataque
inminente era la mayor amenaza de los últimos años. El Sol amenazaba a las
colinas con ponerse detrás de ella y comenzar la noche más oscura del año. En
cada una de las esquinas estaban preparadas las pilas de madera preparadas para
ser quemadas a la hora de ponerse el Sol
como marcaba la tradición. Los habitantes de Staranthell no daban señales de
vida, ya no era la ciudad de antes, con los pájaros cantando desde el amanecer,
los niños correteando por sus calles y los sonidos de toda ciudad feliz como
los que habitaban en ella. Se iluminaba la luz de la Taberna del Lobo, “El
Lobo” era el dueño de la taberna, conocido así por salir de caza con lobos y no
con perros. Dentro se reunían un número considerable de ciudadanos, no muy
adinerados, ya que en las condiciones del reino solo los gobernadores gozaban
de privilegios, tenían ropa mugrienta y rota, con olor a cerveza y tabaco. Se
reunían unos cuantos hombres de mediana edad a exceptuar un par de jóvenes
entusiasmados, de los pocos que aún seguían en el reino; las medidas de Sheltor
habían acabado con las esperanzas de la población más joven y la mayoría se
habían ido fuera del reino.
- - Señores, hoy es el día – Sonreía Lobo desde la barra dejando las jarras de cerveza
sobre ella.
- -Sí, Lobo, por fin, hoy es el día, nuestro día,
hoy se acabaron las cadenas, queremos un nuevo Lyor, el Lyor de antes.- Dijo el más joven de la sala; rondaba los 20
años, castaño claro de pelo, una mirada impactante, unos ojos grises que
llegaban hasta el final del tu alma, alto, fuerte, y con una energía vital que
asombraba al resto.
- - ¿El Lyor de antes? Shivil, tienes 20 años, no sabes cómo era el
Lyor de antes, jajajajaja- Lobo inició una risa generalizada.
- -Pero, Lobo, ¿cómo vamos a entrar en el
castillo?, el Rey ha doblado la guardia.
- -No empecemos con el pesimismo de siempre,
señores. El plan sigue según lo previsto, hemos dividido los hombres que tenemos
en cinco sectores, cuatro asaltarán el castillo y otro distraerá al ejército
con revueltas en la ciudad. Es todo muy sencillo, solo hace falta ser
cautelosos, recordad que no importa el número de seguidores sino la convicción
de las creencias.
- -Bien dicho, ¡un brindis por Lobo!
Sus jarras chocaron entre ellas dejando caer la espuma de la
cerveza que contenían. En la esquina de la taberna había un hombre, no muy
mayor, con el pelo oscuro y los ojos marrones, nada que destacase a la vista de
ninguna mujer u hombre, estaba acurrucado en su asiento tapado por una manta,
Lobo se dio cuenta.
- -¿Qué haces ahí? No te vero muy entusiasmado con
la liberación, Erenthor.
- -Me entusiasma la liberación, pero no ver a
Sheltor.
- -La cabeza de Sheltor decorará esta taberna.
- -He oído que, con su ejército, cuando tengamos el
castillo, arrasará con nosotros y gobernará, como siempre ha querido.
- -¿Cómo? Sheltor ha huido, como el perro que es,
ha salido corriendo colina abajo hasta desaparecer porque sabe que será el
primero en caer.
- -Pero volverá, lo sabes. Por su culpa estamos
así. ¿Por qué no dialogamos? El Rey ha bajado los impuestos.
- -Justo hoy, el gran día los ha bajado, no, no hay
diálogo que valga, la palabrería de ese Rey inútil ha llevado al reino a la más
mísera de las ruinas.
- -Pero…
- -No hay pero que valga…Queda una hora y no vamos
a echarnos atrás.
- -Lobo, tu cabeza se paseará por el Palacio de los
Rostros…
- -Cállate, ¡ todos a sus puestos!
¡Que comience el principio del fin!