Querido viejo amigo:
Me han vuelto a llegar malas noticias
de casa, no malas, las peores que me podían llegar. Siempre he sido
yo el que se iba de vacaciones, a Madrid, y me despedía de todos, de
mamá, papá,Rey, la abuela, Ale, la tía Alicia, la Tita Toni y
todas esas personas importantes para mí, pero siempre me guardaba lo
mejor para lo último y me despedía de ti igual que te saludaba, con
un beso en la cabeza y un “¿quién es el perrito más bonito del
mundo?”. Pero parece ser que esta vez el que se despidió fuiste tú
la última vez que nos vimos.
La nuestra es una historia larga,
nuestra amistad empezó de la mejor manera, mi mejor amigo trajo ese
cestito con una manta azul encima diciendo que era una sorpresa para
mí. Yo, con apenas 2 años quité esa manta y una bola de pelo enana
y con cuatro patas se tiró encima de mí en la entrada de mi casa y
empezó a correr en todas direcciones explorando el que sería tu
hogar. Fuiste de mis primeros amigos, y sin duda alguna, otro hermano
más, porque estabas ahí antes del que ya tengo.
Y el primer amigo nunca se olvida,
pregúntaselo a Alejandro. Ahora todos los recuerdos contigo se
agolpan en la puerta, de veterinarios para arriba y para abajo porque
el perro no puede ponerse malo tan pequeño, hay que limpiar las
cosas que hace el perro en casa y la abuela te cogía con una mano,
te llevaba hasta donde habías dejado tu regalito y te decía “eso
no”, hasta que por fin aprendiste. Otro dilema fue ponerte nombre,
bendito dilema y bendito nombre que elegimos, Tiger, para los amigos
Tai. Ya desde pequeño sabíamos que no ibas a ser el típico perro
de “dame la patita”, pero aún así has sido un amigo fiel y
obediente, nunca te ha faltado de nada y a nosotros contigo tampoco.
La mejor compañía que podía desear,
llegar de pequeño del colegio y sacarte a pasear, pegando tirones
con la correa, incluso ya de viejo no cambiabas las costumbres. No te
hemos dejado solo ni para irnos de vacaciones, por mucho que fueses
un terremoto en el coche. No se me olvida la de veces que he pasado
por la puerta de la abuela paseando por el pueblo y te has puesto a
ladrar hasta que te llamaba la atención y te callabas. No se me
olvida la de veces que mi hermano te ha abrazado y le has gruñido y
yo te hacía exactamente lo mismo y no hacías nada.
Esto cuesta, y es muy raro, no sé qué
va a ser entrar por la puesta de casa con o sin maletas y que no te
acerques a saludar, no sé que va a pasar ahora cuando suene un
trueno y no salgas a correr para esconderte en la esquina de mi
cuarto o debajo de la cama cuando celebramos algún gol del Madrid.
No sé que va a ser ahora sin poder tumbarme en el suelo del comedor
con la simple excusa de que estabas ahí descansando tú. No sé que
va a pasar cuando no se escuchen tus pasitos por el parqué de madera
de la salita, ni tampoco va a ser normal no tener que colocar las
alfombras por las carreras que te echabas cuando entrabas en casa de
paseo.
Has sido la más fiel compañía que
cualquiera podía desear, has sido mi mejor amigo, mi hermanito de
cuatro patas y te has hecho viejo conmigo, y yo contigo. Siempre que
llamaba a casa preguntaba por ti, que tal estabas de lo tuyo, qué te
pasaba, si estabas mejor, pero ya tengo que omitir esa parte de la
conversación, pero nunca de mi memoria.
Te has ido, y era lo mejor, has dejado
de sufrir, pero también nos han dejado vacíos en casa, porque la
casa va a estar muy vacía sin ti aunque estemos todos reunidos los
domingos para comer. Creo que has tomado la decisión correcta, has
estado 18 años, ni más ni menos y recién cumplidos, dándonos más
que alegrías, te juro que no tengo ni un solo recuerdo malo contigo.
Ahora puedes descansar, puedes ver a Linda, puedes ver a Jana,
incluso puedes volver a pasear buscando tiburones con el abuelo como
hacíamos todas las tardes en el pueblo.
Y aunque tú estés mejor que nadie,
solo espero que vayas donde vayas no te olvides de lo que has dejado
en tu vida, que es una familia feliz y un niño que te echa de menos
y te quiere lo mismo o más que cuando quité la manta de la cesta.
No puedo más que darte las gracias.
Descansa en paz y hasta siempre. Te quiero, Tai.