martes, 30 de diciembre de 2014

Ha sido 2014

2014, otros 4 números que se suman al casillero, otra hoja más en el calendario y otros 365 días que pasan más rápido de lo normal. Ha sido un gran año, ha sido un año largo y bonito, de alegrías y penas, como todos al fin y al cabo, pero cada número tiene algo especial. No hay que echar la vista atrás para recordar el 13, el 12 o el 11, si no pensar ya en ese 15 que está esperando en la puerta.

Otro año que se va lleno de recuerdos, lleno de experiencias buenas y también malas, como siempre. Ha sido un año de crisis, ha sido el año de la despedida del Presidente, de Adolfo Suárez, ha sido el año del cambio de Rey, histórico, ha sido 2014, y todos lo recordaremos.

Pero otro año más hay que recordar que ha sido un año grande, un año en el que he crecido más aún por si parecía difícil, pero eso solo se hace con los más grandes al lado, los que levantan después de una caída, el escudo permanente de la amistad por bandera. Ha sido el año de París, el año de experimentar, de averiguar, de saber, de ser sincero conmigo mismo y con el resto, ha sido el año de probar, de vivir y de soñar, ha sido 2014.

Ha sido el año de Madrid, de la capital, de la 015 y la 133, el año de Canarias, el año del desenfreno, del alcohol y lo que no lo es, de la fiesta sin control, las resacas interminables y los amores de una noche. Ha sido el año de los nuevos amigos que parecen amigos de toda la vida, de la convivencia, de las risas, de ser veterano, y el pateo por la capital del reino; ha sido 2014.

Ha sido el año de despedirse de casa, el año de decir adiós, de volver a casa por Navidad, como en el anuncio, y de disfrutar con los más grandes una fecha como la de mi cumpleaños. Ha sido el año de apreciar lo que realmente tenía en casa, lo que realmente vale y lo que me ha hecho llegar a donde estoy, desde las exigencias de mamá, hasta las discusiones con papá. Ha sido 2014.
Ha sido el año de las despedidas, de salir de la vida de quien quise y de quien no quise, de disculparme por los errores de hace tanto. Ha sido el año en el que he tenido que mirar hacia Londres para poder ver a mi José, el año en el que me caí de lo más alto, o la más alta y en el que decidí salir de la guardería y los juegos de papás y mamás, el año de decir los sentimientos a la cara y dejar de hablar más por sms; ha sido 2014.

Ha sido el año de ese verbo de la primera conjugación que no me gusta nada, no, no es ese que empieza por am…sino al revés, el que empieza por ma…, sí, el año de madurar, de pedir perdón, de asumir errores, de sentirme orgulloso de que lo que he sido, lo que soy y seré, y de afrontar el presente con 19 años, sin perder la esencia que me diferencia de los demás, ese niño de 5 años que sigue llorando cuando se muere Mufasa en el Rey León; ha sido 2014.

Y ha sido el año, ha sido por fin, ha llegado el de la ceja, el italiano, ha llegado la paz. Ha sido el año en el que uno vuelve a casa por abril, esas fechas de finales, en la que se vuelve al templo del madridismo un día cualquiera, una gran final y una carrera del Expreso de Gales te da otro título, pero sin duda, el verdadero título fue el abrazo de todos gritando “! Campeones, campeones!” después de tanto tiempo sin ver a nuestro Madrid juntos. Pero sin duda, ha sido el año inolvidable, el de la supercopa, sí, el del Mundialito de clubes, sí, pero hay algo que vence por encima de todo. Ha sido el 24 de Mayo de 2014, Lisboa, minuto 92, añadido, ha sido un centro de Modric y un remate de Ramos lo que nos hizo soñar, fue el gol de Bale en la prórroga lo que me hizo llorar en el Montaditos, fueron Cristiano y Marcelo y sobre todo Cibeles la que me encandiló esa noche hasta las 8 de la mañana. Fue la historia que tú hiciste y la historia por hacer, nada más que fue ese sentimiento, porque se puede cambiar de novia, de ropa, pero nunca de equipo, y es así. Ha sido el año de LA DÉCIMA.



Y es ha sido un año más para agradeceros uno a uno estar ahí a mi lado, como la mejor compañía que se puede tener, como los mejores amigos y la mejor familia que uno podría desear, por lo grandes que sois y lo grande que me hacéis. Espero un 2015 mejor que este 2014, por muy difícil que parezca.




Y nada más, 2014.

martes, 23 de diciembre de 2014

#19!

19. Ha pasado otro año más, otras miles de aventuras que contar a los que vengan detrás de mí y que recordar con los que están a hora. No puedo estar más feliz y orgulloso de quien soy y de cómo he llegado hasta aquí. La vida es un cúmulo de decisiones, es un camino a seguir en el que hay muchos obstáculos y muchos caminos que se cruzan pero pocos son los que se unen en mi camino, y aún menos los que se quedan.

19. Cada decisión ha sido un paso de gigante, una alegría o una tristeza de la que he aprendido más que en cualquier clase. Porque los mejores profesores son la familia, los amigos y todos los allegados que dejan su huella en mí, una huella que perdura aun cuando no están o cuando están muy lejos.

19. Siento mucho que aquellos que no supieron unirse en mi camino hayan tenido que dejarlo, han  dejado huella, pero se borra, la huella de la memoria perdura toda la vida, pero la huella en el corazón es muy difícil  de marcar. Sin duda su camino es el mejor sin mí, y el mío es mejor sin ellos, y jamás olvidaré lo que me han llegado enseñar.

19. Ha sido el año de la mayoría de edad, ha sido el  año de Madrid, de dejar el nido, de dejar atrás a todo, a la familia, a los amigos, a los recuerdos, que han forjado todo lo que soy, levantarme cada mañana sin ver la ventana de Ale o sin ver a Bárbara en clase, sin salir por las tardes con Diego o jugar un partido los viernes y domingos, ha sido el año en que  habéis estado lejos a la vez que cerca, habéis estado ahí, como siempre.

19. Ha sido el año de las alegrías, el año en el que el madridismo se desató con el gol de Bale en Mestalla y el año de Lisboa, de las lágrimas y la madrugada en Cibeles, de la ansiada Décima y las celebraciones, ha sido el año del Real Madrid, un detalle que lo ha hecho demasiado especial.

19.  Dicen que el día de tu cumpleaños es tu día, es el día especial en el que todos celebran que naciste, que estás con ellos, pero para mí es el día de todos, porque siempre digo que uno no puede nacer grande, que a mí me hacen grandes los que están a mi lado, los que siguen en mi camino, los que me levantan cuando me caigo, los que me sonríen cuando lloro y los que me dan un abrazo o una buena hostia cuando la necesito. Es el día de daros las gracias por vuestros “Felicidades” pero también para daros las gracias por lo que sois, por quienes sois y por lo que me habéis hecho ser, porque no sería nada sin vosotros, sin mi familia y mucho menos sin mis amigos.

19. Sabéis perfectamente que os merecéis un párrafo, qué digo, un libro para vosotros solos. A ti, Ángel, mi compañero de viajes, ¿quién me lo iba a decir? Que estaríamos codo con codo en la Capital, que te vendrías a Cibeles ese día tan especial, que estaría a mi lado como siempre lo has estado. Y a ti, Ale, cada año me quedas con menos palabras, cada año eres único y te superas, cada año me siento más orgulloso de presumir del hermano mayor que tengo.

19. Y vosotras también os merecéis mención, Bar, eres muy fuerte y muy especial, gracias por estar ahí toda la vida, por compartir penas, alegrías, poemas y canciones, y gracias a esa pedazo de madre que tienes, a la gran Tita Toni, que nos acoge, nos cuida y nos aconseja, gracias por ser como eres y espero que no cambien nunca.

19. También es un día para acordarme de los que se fueron, de mis dos ángeles de la guarda, esa parte de mi alma que se fue pero sigue cuidándome allá donde esté, esas dos personas que me enseñaron a vivir e incluso a contar.


19. Y, finalmente, lo siento por quitarle el protagonismo a Jesucristo, pero gracias a todos aquellos que dedican un solo segundo en mí, malo o bueno, pero un solo segundo, porque soy alguien en la vida por quien tengo a mi lado, y así otro año más.



Un año más grande, un año más nuestro. Gracias. Vosotros sois mi magia.





lunes, 22 de diciembre de 2014

La magia de la vida

La vida avanza a pasos agigantados sobre el desierto en el que pintamos corazones sobre la arena, corazones que nuestra propia tormenta hizo desvanecerse, corazones que no duraron tanto como parecía que durarían. Pero la vida sigue caminando por esos caminos donde antes estaba todo pintado, construido, en sus correspondientes pedestales, donde ahora todo está derruido, donde solo hay polvos y sombras, que recojo a mi paso para las lecciones que debo aprender para mi futuro dorado.

La magia siempre está presente, en cada rincón de cada lugar, en cada mota de polvo, en cada resto de lo que fue y de lo que pudo ser a lo largo de todos mis interminables días. Y es esa misma magia la que me acompaña en cada paso que da mi vida, la que enciende la luz cuando los túneles son oscuros, la que mueve mis pies sobre las aguas que ahogaron a todos los que intentaron atravesarlas nadando, la que ahuyenta los cantos de sirena y despeja mis dudas en todos los momentos de incertidumbre.

Es esa magia la que un año más ha vuelto a sorprenderme, para variar. Pero, ¿qué es la magia? No es lo que sale de las varitas, no es lo que sale de las manos de los brujos, tampoco es hacer desaparecer una cuerda o cortar a una persona a la mitad, al magia son detalles, son hechos, palabras, y todo ello lo reúnen las personas; la magia está en las personas, la magia son las personas, no la crean, lo son.

Cada caída es magia, magia que puede provocar una sola persona, magia negra, oscura o como quieran llamarla, pero cada vez que nos levantamos de nuevo, es la magia de todos aquellos que agarran nuestros brazos para ponernos en pie. La magia no se busca, se encuentra, llega, surge, aparece, pero no se puede pedir magia a esas personas que no están destinadas a tenerla en nuestra vida. No podemos exigir aquello que no damos. La magia surge del respeto, el aprecio, la amistad, la tolerancia y la fidelidad, miles de detalles que hacen a unas personas dejar huella en la vida de otras y no ser un obstáculo más en el camino, y ahí, justo en el momento en el que la huella pisa el corazón y el alma, surge la magia, la mayor de todas, esa yo no esperaba y que jamás he pedido. Nadie tiene la fuerza para hacer magia en otro simplemente con la voluntad, son detalles que hacen a alguien especial, y la puerta está abierta.


Después de todo, es su magia lo que cada persona deja en nosotros.

martes, 2 de diciembre de 2014

Empty throne

Abandonado, caído, despojado de sus lujos, respirando por un favor de las hadas, así es como terminó aquel rey, aquel que dominó su reino durante años en paz y tranquilidad. Todo iba como debía, o mejor dicho, como él quería. El flautista volvía de Hamelín solo para deleitarle, los juglares le adoraban en todos su poemas, las hadas revoloteaban a su alrededor cuando salía de Palacio, era todo una utopía jamás contada.

Todo puede cambiar en cuestión de segundos, todo excepto la hipocresía de un hombre, eso dura toda la vida, y cada hombre muerto es una prueba de ello, cada segundo de su vida ha estado dominado por la mayor de las hipocresías que pisaron la Tierra. Cada hombre puede llegar a superar al siguiente, es cuestión de generaciones, pero solo los más listos sobreviven. Tuvo cerca a todos los que ahora ha transformado en sus enemigos, tuvo todo lo que podía desear, unos siervos fieles, unos amigos que le daban consejo y unas tierras por donde podía pavonearse delante de todo el mundo, hasta que tocó el botón que no era.

La avaricia rompe el saco, y puede romper el equilibrio en la vida de una persona, puede subirle a lo más alto de la más alta torre y estar custodiado por un dragón y también puede encerrarle en la más gélida mazmorra de palacio hasta que llegue el día de su ejecución. Todo aquello a lo que le dedicó tanto odio, todo aquello en lo que jamás creyó, fue todo aquello en lo que acabó convirtiéndose.
El rojo de las cortinas se tiñó de gris, las velas apagaban según avanzaba por la alfombra, que antes era roja y ahora no se distinguía en el propio suelo, las flores se marchitaban y la oscuridad invadió todos los rincones del palacio, incluso el alma del rey. Loco, el rey loco, demasiado halago, solo, mejor el rey solo, solo, él y sus circunstancias, todo aquello que consideró necesario y mantuvo a su lado después de echar de su vida todo aquello que le hizo feliz y todo aquello a lo que dedicó tantos años.


Un simple detalle, una simple tecla incendió su reino, los guardias le dieron la espalda, sus consejeros se fueron uno a uno. Solo uno, uno de ellos aguantó hasta el final, esperando la mañana en la que el rey saliese de su letargo para volver a gobernar, para pasear a caballo, cazar y reinar allá donde no llegaba su vista, pero el tiempo pasó y la barba creció, y el consejero más fiel miró por última vez hacia atrás, en la misma puerta de palacio para ver el paisaje más desolador que jamás hubo en el reino, un trono vacío, con un viejo descuidado en su salud y su higiene, allí donde gobernaban las palmas y las risas había un trono vació, porque ese rey ya no era nadie.


Su reino le devolvió lo que él les dio, nada.