Empezaste en tiempos de calma. Pero,
como bien dice el dicho, después de la calma viene la tempestad.
Y así llegó, la oscuridad, otra vez,
aunque se luchó contra ella, se nadó contracorriente; no siempre
pueden ganar los buenos aunque esta vez deberían haberlo hecho.
Fuiste uno más de los que se dormían
sin sueños y se despertaban sin motivos, uno más de los que se
quedaron en vez de huir, que aceptaron el curso de la Historia, lo
que había tocado y prefirió morir de pie a vivir de rodillas.
Te tocó bailar con la más fea, la de
los ojos oscuros, mirada vaga y altura no muy ejemplar, un pequeño
bigote sin afeitar que la hacía ser más repugnante y muchos
defectos posibles encerrados ahora en un cajón, en un lugar
sepultado por piedra donde no merece estar, todo guardado en la
memoria de aquellos que presenciaron el baile, aquellos que huyeron y
en los libros, esos sabios compañeros.
Aguantaste como el que más, las
embestidas del baile, los vaivenes de la vida y los paseos por los
suburbios que la decadencia había creado, más que un paisaje,
parecía una ciudad musulmana, un plano irregular que no llevaba a
ninguna parte, callejones sin salidas que se cerraban en patios
compartidos, casas cerradas con gente dentro, camas con gente debajo
y el sonido de los fusiles y los tanques por las calzadas. El miedo
era el único que violaba el toque de queda, el mejor amigo de la
oscuridad que reinaba, la única sensación que invadía los cuerpos
y se abrazaba con las almas de los verdaderos héroes.Tú te levantaste aquel febrero cuando
los demás se agacharon, "Yo le dije que para dialogar saldría, y salí del hemiciclo".
Pero cayó la última gota, la nube
desapareció y apareciste tú, casi de la nada, el Sol, todos los
restos de oscuridad volvían a las alcantarillas, de donde venían
precisamente, a los bosques, ahora les tocaba huir a ellos, era la
hora de la libertad. Fuiste el líder del gran movimiento, una figura
de paz y una figura tranquila.
Puede que no te acuerdes, porque desde
hace 11 años, tu memoria no te ha dejado disfrutar de todos los
recuerdos, los recuerdos de un paisaje, de un país y de una nación,
que a pesar del mal momento, se libró de la oscuridad. Consenso, esa
fue tu palabra favorita. Por ti, por tus palabras, por la tinta y la
pluma que empuñaste, reuniste la voluntad de todos aquellos que
habían estado escondidos, de todos los colores, y redactaste una
carta, una carta destinada hoy al cielo, ahí arriba para que la
vuelvas a leer y te acuerdes, de que has sido tú el gran artífice
de la paz, la mente que ingenió todo, el genio de la lámpara, la
gran figura...
Unos lo llamaron luz, otros lo llamaron
Transición, tú te llamabas Adolfo Suárez.
Está
el hoy abierto al mañana
mañana
al infinito
Hombres
de España:
Ni
el pasado ha muerto
Ni
está el mañana ni el ayer escrito.