jueves, 31 de diciembre de 2015

Oda al 2015

Aún de día, esperando a que llegue la última noche, la última de otro año más, la noche del “Feliz año nuevo”, de los besos, los abrazos, de las celebraciones porque empezamos otro año más al lado de aquellos que queremos, de aquellos que no elegimos pero se lo ganan a pulso.

Hoy quiero brindar, quiero alzar la copa y chocarla con aquellos que quieran brindar conmigo, arriba, abajo y en el centro (sin aparcamiento). Quiero brindar por todos los momentos, por los buenos y los malos, los que me hicieron saber quien soy y los que me hicieron aprender cual no era el camino que debía tomar. Un brindis que nunca sabe amargo, un brindis en el que después de tanto, me he encontrado entre las costuras de tantos disfraces, de los trozos de todas las máscaras que se han quedado por el camino.

Hoy quiero brindar, por aquellos que desaparecieron del camino, por esos obstáculos que he tenido que esquivar y por aquellos que se han dado cuenta de que por mucho que insistan, por mucho que se repitan, por mucho que se interpongan en mi camino, no tienen nada que hacer, no van a cambiar lo mi trayecto ni me van a parar hasta que llegue al final, brindo por vosotros.

Hoy quiero brindar por los ausentes, uno y mil brindis por ellos, pero, con todo el respeto del mundo, tengo que brindar por mi ausente, por aquel que llamaban mascota, y yo le llamaba hermano, por ese miembro de la familia peludo y con cuatro patas que me dio su vida, me dio mil aventuras, y un millón de alegrías, hasta que la edad le prohibió caminar, por ti Tai, por ti brindo siempre.

Es obligatorio, en un día como este, brindar por los que se quedan, por familia, por mis amigos, que también se les puede llamar familia, desde Badajoz hasta Madrid, desde Canarias hasta Almería y pasando por Jaén. Para todos es el mayor de los brindis, el brindis que se repite un año tras otro, con las mismas personas, las mismas sonrisas, con miles de recuerdos de los que reírnos una noche como esta, con más canas, y más ganas de vernos. Una estrella por cada alma, y un brindis por cada persona, un recuerdo por cada paso a vuestro lado y una copla por cada aventura.

Hoy quiero brindar por febrero, por el mes de los meses, el segundo, el que viste de magia mi paraíso, el que ilumina mi camino hasta el López, el que empieza sonando por la Tacita de Plata y termina resonando en los tambores de San Atón. El de los pasodobles desde la Viña hasta la Cruz Verde, terminando por los homenajes a San Francisco y a la Plaza Alta, el que empieza en los fenicios y termina por los moros; el que sale de Gadir y acaba en Batalius.

Hoy brindo por ti, sí por ti, ya lo sabes, por empezar 2015 y terminarlo volviéndome loco como el primer día, de 1 de enero a 1 de enero, por darle la vuelta a todo, por destrozar mi puzzle y hacer que me sienta vivo otra vez, por revivir ese interés que perdí hace tiempo, por los abrazos, por los besos, por las locuras de un año intenso, por ti brindo también.

Hoy estoy obligado a brindar por ti, por ti y contigo, como todos los años desde el principio, y a ti sí que puedo ponerte nombre y apellidos. El gato, mi compañero, mi hermano, mi Alejandro, otro año más, otro capítulo lleno de aventuras, otra vez envejeciendo juntos y esta ruleta sigue sin cambiar, y tú sigues dibujándome una sonrisa cada vez que apareces por la puerta cuando vuelvo de la capital, por ti, una y otra vez, por ti.

Y solo queda brindar, con las prisas, con la pajarita aún en la mesa y la camisa desabrochada, y los de siempre esperando en la puerta. Queda otra vez la foto oficial, queda el mejor brindis de todos, queda el de 2015, por la cordura y la locura, por el bien y el mal, la luz y la oscuridad, los llantos y las risas, los recuerdos y los olvidos, el amor y el desamor, por todo y por nada...




Brindo por ti, 2015.

lunes, 14 de diciembre de 2015

La segunda estrella a la derecha y todo recto hasta el amanecer

Dicen que no se puede resucitar a los muertos, pero siempre nos quedarán los libros, las imágenes, y mejor aún, los recuerdos. Hace tiempo que esto terminó, pero otra vez está empezando a cambiar todo, está renaciendo la chispa que se perdió hace mucho, están floreciendo los árboles de los bosques que antaño se quemaron y está resucitando una historia, un cuento, que parecía haber acabado hace mucho tiempo.

Aquella estrella vuelve a brillar como hacía antes, marcando el rumbo al Jolly Roger a la tierra que abandonó hace tiempo, a la tierra donde todo lo que jamás llegamos a pensar se hace realidad, la tierra de la locura, las bromas y las risas, y este cuento no se quiere acabar. Han cambiado tantas cosas desde que zarpamos que no sé qué nos vamos encontrar en nuestro regreso, aún así no tengo la más mínima duda de que ese niño seguirá revoloteando entre las nubes de mi paraíso. Ha pasado demasiado tiempo, un tiempo de paz, un tiempo para otros cuentos, otras historias y otras numerosas aventuras que contar cuando volvamos a vernos, pero esa llama sigue despierta.
Hace mucho prometí la guerra del siglo, cuando yo mismo traje de vuelta a aquel que parecía lo que fue y terminó siendo nada. Hace tiempo se te había olvidado volar, no te acordabas de cacarear y los niños perdidos no sabían encontrarse, pero te has ocupado de fabricarte unos nuevos.
Cerramos el libro pero no la memoria, aún conservo el bonito recuerdo que me dejó el cocodrilo cuando eras un enemigo decente, cuando sabías coger una espada y luchar como un hombre, cuando volabas sin la ayuda de Campanilla y no querías crecer.

¿Y ahora qué? ¿Por qué otra vez? Ya no me reconforta la sombra en la que me escondí hace tiempo, ya no me sirve de nada observar la armonía desde aquí abajo, ya no me asusta ese “tic tac”.
Me he dado cuenta de que aquel poeta que le recitaba el romancero a la Luna ha muerto, está enterrado en lo más hondo de lo que jamás pudo llegar a ser, se convirtió en su propio enemigo y ahora no se da cuenta ni de quien es. Me he dado cuenta de que el genio no va a volver a salir de la lámpara como siempre le gustaba hacer para complacer los deseos de esa persona que dejó de ser más que un amigo, para no ser nadie. Los libros se han cerrado, todas las historias se han acabado y no han llenado este vacío que dejaron nuestras aventuras. Tú sonríe, sí, sonríe, como siempre has hecho; todo aquello de lo que hablabas, todo aquello de lo que blasmefabas en mi presencia ha desaparecido, todos aquellos a los que les echabas las culpas de las adversidades han desaparecido, ¿cómo? Por mí, no trates de engañarte, he limpiado cada mota de polvo que entorpecía esta nueva vida para volver a ser lo que fuimos, he limpiado el camino para llegar a donde estamos ahora, al punto de partida.

Vuelves a volar, vuelves a cacarear, vuelves a perderte entre tanto indio, y crees que así todo está en orden, en perfecta armonía, en el que consideras tu mundo. Porque en Nunca Jamás solo había sitio para uno, rocié mi barco con polvos de hadas y me largué pensando que todo estaba en su sitio, que todo estaba en ese equilibrio entre el bien y el mal que nunca suele encontrarse en las páginas de los libros.
Pero la calavera y los huesos cruzados vuelven izarse en lo más alto de mi barco, mi tripulación ha vuelto y las velas desprenden ganas de volar a cada instante. Todo va según lo previsto y en una sola dirección...




La segunda estrella a la derecha y todo recto hasta el amanecer.

domingo, 1 de noviembre de 2015

Este cuento ya se acabó

Dicen que a veces la bebida, en ciertas cantidades, puede hacer milagros, como el vino de la Biblia. A veces nos hace valientes y otras veces demasiado cobardes, puede resucitar una relación muerta, o comenzar una nueva, pero al fin y al cabo es un mero disfraz, un intento de febrero.
Puede darte la valentía para ir a una batalla, pero no para ganarla, porque sigues en desventaja, esa misma desventaja que te ha dado, esa desventaja que describe el estado en el que te encuentras y la pena que das en ese momento, esa excusa para dar la cara cuando sin una gota en sangre no has tenido lo que hay que tener. Esos motivos alegados ante el Tribunal de la Memoria desaparecen de un copazo para volver con la resaca. Así no.
Se acabó el cuento. El genio ha vuelto a la lámpara, y por más veces que la frotes no va a volver a salir, esto está muy muerto ya. No son ni han sido maneras, no era válido de por vida este contrato.

La puerta está cerrada y la suerte nos ha abandonado, no hay más que añadir, ni por activa, ni por pasiva, todo quedó demasiado claro hace mucho tiempo y yo no voy a marearme cada vez que el camaleón cambie de color. Yo sigo con mis libros, mis cuentas y mis teorías; intentado solucionar el problema, un problema que está en mí y que solo puedo solucionar yo, ninguna ayuda puede servir.
La casualidad y el destino van en caminos paralelos, pero somos nosotros los que acabamos decidiendo ir por el camino que cruza en perpendicular, el camino de las decisiones que nos lleva al final de unas cosas y al principio de otras, y yo he escogido el camino del final.
Ya no queda tinta, ni papel, ni ideas, ni argumentos, está demasiado enterrado como para buscar una pala. Yo me escondí entre mis libros para no volver atrás, y no supe jamás cual fue el final de esta historia, pero sí sé que ese final llegó de una vez por todas.

No es desconocido que mi relación con la bebida es mejor que con muchas personas, pero aún así no me ha dado la valentía como para volver atrás, y tampoco me ha dado la cobardía como para dirigir una sola palabra a quien no se ha molestado en preocuparse por mí ni en mis peores momentos. Pero parece que sigue siendo infalible ese elixir que vuelve loco al hombre para hacer las mayores tonterías jamás pensadas y condicionadas siempre por él.
¿Qué valor tiene? Ninguno. ¿He de apreciar el esfuerzo?, ¿tengo que pedir perdón? Cuatro copas no cicatrizan heridas y tampoco hacen olvidar tanto.

Siempre se aprende algo todos los días, pero sin duda, las mejores profesoras son la Memoria y la Experiencia, sin doña delante pero con mayúsculas, sin duda son las que enseñan las verdaderas lecciones de esta vida traicionera. Y no hay más.
Pero a pesar de todo, lo valoro, sí, lo valoro, pero no lo suficiente.
De nada sirve el mínimo esfuerzo si esto terminó hace mucho, y menos el mío. Hasta que no se haga como es debido...





Se acabó el cuento.

viernes, 9 de octubre de 2015

Carta a un viejo amigo: Esta es mi despedida, y me quedo muy corto.

Querido viejo amigo:

Me han vuelto a llegar malas noticias de casa, no malas, las peores que me podían llegar. Siempre he sido yo el que se iba de vacaciones, a Madrid, y me despedía de todos, de mamá, papá,Rey, la abuela, Ale, la tía Alicia, la Tita Toni y todas esas personas importantes para mí, pero siempre me guardaba lo mejor para lo último y me despedía de ti igual que te saludaba, con un beso en la cabeza y un “¿quién es el perrito más bonito del mundo?”. Pero parece ser que esta vez el que se despidió fuiste tú la última vez que nos vimos.

La nuestra es una historia larga, nuestra amistad empezó de la mejor manera, mi mejor amigo trajo ese cestito con una manta azul encima diciendo que era una sorpresa para mí. Yo, con apenas 2 años quité esa manta y una bola de pelo enana y con cuatro patas se tiró encima de mí en la entrada de mi casa y empezó a correr en todas direcciones explorando el que sería tu hogar. Fuiste de mis primeros amigos, y sin duda alguna, otro hermano más, porque estabas ahí antes del que ya tengo.
Y el primer amigo nunca se olvida, pregúntaselo a Alejandro. Ahora todos los recuerdos contigo se agolpan en la puerta, de veterinarios para arriba y para abajo porque el perro no puede ponerse malo tan pequeño, hay que limpiar las cosas que hace el perro en casa y la abuela te cogía con una mano, te llevaba hasta donde habías dejado tu regalito y te decía “eso no”, hasta que por fin aprendiste. Otro dilema fue ponerte nombre, bendito dilema y bendito nombre que elegimos, Tiger, para los amigos Tai. Ya desde pequeño sabíamos que no ibas a ser el típico perro de “dame la patita”, pero aún así has sido un amigo fiel y obediente, nunca te ha faltado de nada y a nosotros contigo tampoco.

La mejor compañía que podía desear, llegar de pequeño del colegio y sacarte a pasear, pegando tirones con la correa, incluso ya de viejo no cambiabas las costumbres. No te hemos dejado solo ni para irnos de vacaciones, por mucho que fueses un terremoto en el coche. No se me olvida la de veces que he pasado por la puerta de la abuela paseando por el pueblo y te has puesto a ladrar hasta que te llamaba la atención y te callabas. No se me olvida la de veces que mi hermano te ha abrazado y le has gruñido y yo te hacía exactamente lo mismo y no hacías nada.

Esto cuesta, y es muy raro, no sé qué va a ser entrar por la puesta de casa con o sin maletas y que no te acerques a saludar, no sé que va a pasar ahora cuando suene un trueno y no salgas a correr para esconderte en la esquina de mi cuarto o debajo de la cama cuando celebramos algún gol del Madrid. No sé que va a ser ahora sin poder tumbarme en el suelo del comedor con la simple excusa de que estabas ahí descansando tú. No sé que va a pasar cuando no se escuchen tus pasitos por el parqué de madera de la salita, ni tampoco va a ser normal no tener que colocar las alfombras por las carreras que te echabas cuando entrabas en casa de paseo.
Has sido la más fiel compañía que cualquiera podía desear, has sido mi mejor amigo, mi hermanito de cuatro patas y te has hecho viejo conmigo, y yo contigo. Siempre que llamaba a casa preguntaba por ti, que tal estabas de lo tuyo, qué te pasaba, si estabas mejor, pero ya tengo que omitir esa parte de la conversación, pero nunca de mi memoria.

Te has ido, y era lo mejor, has dejado de sufrir, pero también nos han dejado vacíos en casa, porque la casa va a estar muy vacía sin ti aunque estemos todos reunidos los domingos para comer. Creo que has tomado la decisión correcta, has estado 18 años, ni más ni menos y recién cumplidos, dándonos más que alegrías, te juro que no tengo ni un solo recuerdo malo contigo. Ahora puedes descansar, puedes ver a Linda, puedes ver a Jana, incluso puedes volver a pasear buscando tiburones con el abuelo como hacíamos todas las tardes en el pueblo.
Y aunque tú estés mejor que nadie, solo espero que vayas donde vayas no te olvides de lo que has dejado en tu vida, que es una familia feliz y un niño que te echa de menos y te quiere lo mismo o más que cuando quité la manta de la cesta.




No puedo más que darte las gracias. Descansa en paz y hasta siempre. Te quiero, Tai.

miércoles, 16 de septiembre de 2015

Se acabó el cuento

Después de tanto tiempo buscando inspiración, me reencontré con mi mayor enemigo, ese que va de la mano con ella. Ese mal que siempre acaba invadiendo mis días. Otra vez, sí, otra vez, la misma piedra en el camino, la misma tontería, y los mismos errores, pensar que ibas a dar la talla.
Pero siempre se aprende algo de cada caída, y si es igual que las anteriores, supongo que he aprendido el doble.

Quise cortar la flor más tierna del rosal pensando que de amor no me podría pinchar... y mientras me pinchaba, me enseñó una cosa cosa; una rosa es una rosa. Y cuando abrí la mano y la dejé caer, rompieron a sangrar las llagas en mi piel, las llagas que no habían terminado de cicatrizar gracias a ti, a la persona más madura del mundo.

La excepción de todas mis reglas, la persona que frota la lámpara siempre que le place, pero por fin, sí, por fin, han cicatrizado demasiadas cosas entre nosotros, o mejor dicho se han helado. Creo que nadie puede presumir de haberse sentado a la derecha de ese que dicen que está ahí arriba dirigiendo con sus hilos todo lo que ocurre aquí abajo, pero aún peor es creerse que se puede llegar a estar de verdad en ese lugar tras haber sido el monstruo de cada uno de los armarios, y nunca mejor utilizada la expresión.

La puerta estaba cerrada, se abrió por la tormenta, y con la calma diste un portazo. El tren de ida partió sin vuelta. Las desilusiones rompieron mi bolsillo y se me quedaron por el camino. El muro se levantó antes de lo previsto. Nada, ese es el resultado, nada y hielo, solo hielo.
El genio terminó su trabajo y le echó su propio genio, entró en su lámpara, en su tacita después de mirar a las nubes, pensó en el hombro izquierdo de todos aquellos reyes en los que se había sentado, todos los trabajos realizados y los recuerdos, el combustible del alma, y la experiencia, la esencia de la inteligencia que después de este recorrido, brilla en ti por su ausencia.

Tú diste el portazo y mi memoria cerró todos los pestillos, echó la llave y volví a mi lámpara, a echarle genio de nuevo, a inventarme más juegos y reírme del pasado, a seguir con mis canciones mientras tu vuelves a tu hábitat camaleónico al que llamas sociedad, al que tu demuestras tus mil máscaras, tus colores, tus cuentos, a ese al que les recitas tus cuentos como un juglar para que queden prendados por tu magia como yo quedo prendado por la de febrero.


Terminaste tu estúpido trabajo y me diste la libertad, me diste la libertad para ser el viento que despierte las calles de mi ciudad, me diste la fuerza del mar para ser el más firme baluarte, me impregné de mi memoria para volver a batallar mil peleas. Se acabó ese guía que vigilaba con tanto celo, déjame en mis murallas para encerrarme con quien yo elijo, vamos al desafío para ganar la batalla, llega de nuevo la libertad. Puedo cantar hecha copla cada vivencia, cada recuerdo, y todo ello me permite alzarme con la fuerza del viento y gritar...


Se acabó el cuento.

miércoles, 5 de agosto de 2015

Échale genio, a la vida échale genio

Alguien puede acostumbrarse a perder tantas veces, que se le olvide lo que es ganar, que lo celebre sabiendo que seguramente puede ser la última vez que eso ocurra. Al igual que alguien puede acostumbrarse a ganar tantas veces que una derrota sea la peor noticia que pueden darle, un recuerdo jamás deseado. Sin duda el ser humano puede acostumbrarse a demasiadas cosas, a demasiadas rutinas, en lo bueno y en lo malo. Pero al igual que el ser humano puede acostumbrarse a toda esa infinidad de cosas, no siempre tiene o puede aguantarlas.

Pero simplemente no existen fórmulas escritas para vivir la vida, simplemente hay que coger las riendas. La vida, aún siendo un regalo, es el regalo perfecto, ya sea de la ciencia, de la evolución, la tecnología, la religión, lo que sea, pero sigue siendo el regalo perfecto. Cualquier regalo puede traer accesorios, algún ticket para devolverlo, lo que sea, pero la vida no trae nada de eso, sea bueno o malo, la vida trae decisiones, y con ellas, consecuencias. Es un regalo que puede cambiar en cualquier momento y de cualquier forma por una decisión y la cadena que desata.

Una sola decisión puede llevarte al cielo o al infierno, a la riqueza o a la miseria, al triunfo o a la derrota, pero simplemente, dentro del regalo, se puede tomar esa decisión, se le puede mirar el diente al caballo y se puede cambiar entero.
Pero nada es perfecto del todo; puede ser perfecto porque es lo mejor, puede idealizarse, pero nada es perfecto en todo su esplendor. La vida, dentro de su perfección, tiene sus defectos, como todo. Podemos tomar miles de decisiones a lo largo de nuestra vida, a la que podemos cambiar lo que queramos con todas esas decisiones, y aunque de una manera o de otra, las decisiones acaben influyendo en el resto de aspectos, hay cosas que no se eligen, y las mayores de todas son los dos verbos más temidos, amar y querer.

No se puede medir el cariño que se tiene sobre una persona o lo que se llega a amar al amor de una vida, pero aún así, uno mismo conoce su intensidad, conoce sus límites (límites puestos por nosotros mismos y que no siempre nos benefician. Pero nunca se puede sentir igual por dos personas, salvo la indiferencia. Correspondido o no, el cariño, el amor, o el impacto que provoca una persona en otra no siempre es una buena noticia ni es un cuento de hadas. Y, ciertamente, nos podemos acostumbrar a querer y no ser correspondidos, o a ser queridos y no corresponder, o a que nos afecten las decisiones de los demás, sus caprichos, sus gilipolleces, más de lo que le afectan a ellos mismos. Pero igual que a eso uno puede acostumbrarse, no tiene por qué aguantarlo.

Porque cada mes puede cambiar la canción, porque cada semana es una cama nueva, porque la vida puede cambiar mucho mientras estamos fuera pero cuando volvemos al origen, la historia se repite, y se repite sin depender de uno mismo, teniendo la voluntad de repetirla pero sin demostrarla, sin tomar la decisión, dejando la pelota en el tejado del otro y aceptando solo uno mismo las consecuencias, porque parece ser que la madurez ahora se trata de liarla con compromiso y que las consecuencias las pague el otro. La vida ya no es blanco o negro, pero siempre hay que elegir.


Uno no puede esperar dentro de la lámpara de genio hasta que la frote la persona de siempre y salir a satisfacer sus deseos con el simple propósito de volver dentro de la lámpara a pensar y pagar la tontería a la que ha dado pie. Y luego escuchar la larga lista de acciones y decisiones cuyas consecuencias y errores tiene que pagar solo el genio de la lámpara por haberlas concedido y no el que la frota por haberlas deseado y realizado. Y a esto llaman los jóvenes de hoy en día madurez.


Más que madurez, lógica y sentido, a la vida hay que echarle genio.

domingo, 19 de julio de 2015

Dark One II

Dearie, dearie, dearie,

Agradezco que me conozcas tanto como para saber que leyendo tu carta, mis lágrimas eran de risa y no de tristeza. Pero a la vez, no sabes cuanto me alegro de que me escribas de nuevo para contarme tus inquietudes sobre ese mundo que yo conozco apenas un poco más que tú, o al menos eso creo. Todos aquellos a los que tú ves fracasar, todos aquellos de los que tú te ríes cuando piensas que no eres la que está equivocada, en todos ellos puedo verme reflejado, pero jamás de la parte que se despierta con la sensación de morir de pena por la dolorosa pérdida de aquel que está aún clavado en su pensamiento, sino que soy la parte sin sentimientos, la parte que se acostumbra a ver más dragones que flores por primavera.

Yo también puedo ver lo mismo, y mis pasillos se llenan de retratos de esas insoportables sonrisas de “mira lo que es a...eso”, incluso de aquellos a los que yo mismo he quebrado los centros de su corazón, aquellos que aprendieron a bailar conmigo, de los que fui el deseo prohibido, pero este juego sigue siendo demasiado cruel con nosotros.

Y debo confesar, que después de tanto tiempo, después de haber bebido las pociones necesarias para olvidarme de todo aquello que fui y todo aquello que me ató a lo que siempre había querido ser pero nunca me salió bien. Pero ha surgido un pequeño problema. Primero me asomé en la ventana que no debía, después abrí la puerta equivocada, y después de todo aquel esfuerzo, después de , no diré lágrimas derramadas porque como bien puedes saber yo soy el cocodrilo que creó al mayor Capitán que hayan conocido los Siete Mares, pero eso es otra historia y creo que te la sabes de memoria.


Finalmente, después de otra gran aventura, conseguí robar una de las piezas más preciadas de nuestra desdicha, una que tanto tú como yo queremos, y ahora, yo creo que necesito más que tú. Robé un beso, exactamente eso, un beso, demasiado para algunos, demasiado poco para otros pero suficiente para mí. Y antes de que te plantees pagar la envidia, piensa en cómo vamos a salir de esta, porque está llegando nuestro momento, dearie, quítate esas tonterías de la cabeza y saca todos los libros de tu vieja biblioteca. Es la hora de actuar. Tan solo pídeme un favor...y ya sabes el resto de la frase.


De nuevo atentamente, tu maestro

Evil Queen II

Estimado amigo,

Vuelvo a escribirte sin ningún motivo pero sí con algún que otro precedente. Supongo que en tu más que afamada memoria recordarás la última vez que te escribí, la última vez que te propuse terminar con esta rutina, la nuestra, la peor de todas. Ha pasado mucho tiempo desde que tuvimos esa conversación, desde esa vez en la que estábamos de acuerdo, ¿y sabes qué? No ha cambiado absolutamente nada.

No he visto ni a una mísera piedra moverse del camino, simplemente he visto más retratos en las paredes, retratos con sonrisas que, supongo que ya lo sabrás, no eran la mía. Es desesperante, y creo que sabes cuánto lo es y sabes cómo me siento perfectamente.

No he vuelto a verle, no sé qué es de él, no sé ni si quiera si respira, ni camina, si ama o si es amado, pero nunca puedo olvidarme de su existencia, la siento, sé cómo sigue siendo su cara, sé como sigue siendo su tacto, su respiración, todo aquello que nunca fue mío ni parece que lo vaya a ser. Me dijiste una vez, “Dearie, deber ver para creer”, bien, no puedo. Veo, con mis dos ojos, con mi espejo, con mi bola de cristal o con cualquier utensilio que tenga lo más mínimo de magia, veo todo lo que pasa a mi alrededor y en mis dominios, ¿y sabes qué es? Es todo aquello que yo no tengo, es todo lo que yo soy incapaz de sentir, o mejor dicho, todo aquello que siento y no me es correspondido.

A veces me siguen entrando ganas de arruinar los miles de finales felices que forman una cadena cuyo único objetivo es impedir mi final feliz, pero luego pienso en que sigue habiendo algo ahí fuera que no conozco, algo que queda por sorprenderme, algo...que sigo incrédula sentada en mi trono esperando a que llegue.

Otras veces, en vez de pensar que soy yo la equivocada, suelo mirar toda esa felicidad y esperar a que se acabe, y en el caso de que se acabe (que no siempre pasa) y reírme de esos inocentes ilusos que no asumen la realidad de que sigue siendo demasiado difícil encontrar ese maldito sentimiento por muchas veces que se intente.

Y después de darte motivos para burlarte de mi empequeñecido corazón, también he observado cierta actividad en ti recientemente, ¿qué pasa, viejo? ¿Ese negro corazón ha vuelto a latir por alguna razón? Ahora te toca hacerme reír tú a mí. Espero tu señal, para llevar a cabo lo que siempre acordamos.



Atentamente, la Reina

miércoles, 15 de julio de 2015

¿Last dance?

Otra vez las cartas están boca arriba sobre la mesa, otra vez los recuerdos se agolpan en la puerta, ¿para qué? Pues otra vez para nada. Nunca es suficiente, y de nada sirve pensar en una estrategia, o sin ni si quiera pensarla, simplemente no sirve de nada mirar más allá de este tiovivo del que me he empeñado en no bajarme. No me puedo sentir más imbécil de lo que me siento ahora mismo.

Pueden ser minutos, o pueden ser horas, pero la Bella y la Bestia bailaron aquella noche, otra vez en su pista de baile favorita, otra vez la misma canción, pero el final de mi cuento es demasiado diferente como para hacer esa metáfora.

La rosa ya estaba demasiado marchita, incluso habiendo arrancado algunos pétalos fruto de la desesperación. El camino estaba trazado, y paso a paso todo quedaba más lejos de aquel lugar, más lejos de la perdición. Pero supongo que Cenicienta no pudo evitar querer ir al baile, ni Bella bailar con Bestia, ni Blancanieves morder la manzana...Y yo no pude evitar darme la vuelta cuando la perdición volvió a mirarme a los ojos. Tanto ella como yo éramos conscientes de lo que significaba eso, solo que yo decidí intentar engañarme otra vez, y, simplemente me sirvió y me bastó con un baile, con el traje azul y el vestido dorado.


El enorme esfuerzo por encontrar una salida y trazar un camino que me llevara los más lejos posible, dolió, mucho, pero merecía la pena sabiendo qué era lo bueno para mí. Pero una simple llamada, una tontería ha bastado para joderlo todo de nuevo, para dar mil pasos atrás y tener que volver a empezar de cero. ¿Pero de verdad quiero empezar? No quiero empezar solo, pero tengo que hacerlo.


Al fin y al cabo es un último baile y la historia de siempre.



lunes, 22 de junio de 2015

Contradicciones en la mesa de juego

Anoche tuve un sueño, amor, soñé que me dejabas, qué tontería, menuda tontería. Y amor, me desperté con esa sensación del morirme de pena si un día te perdiera. Anoche tuve un sueño, amor, para olvidar quien está clavado en mi pensamiento y es que sin ti no vivo, y es que sin ti me muero. Amor, quítame el miedo porque esta noche me duele el alma, que he sentido quebrarse los centros de mi corazón, que me han dicho al oído que el tercer invierno el amor se apaga y yo llevo buscándote una vida entera y me niego a que te apagues sin mí.

La vida es un tango y quiero que lo bailes conmigo, mi deseo prohibido, mi flor de primavera. La vida es un sueño y yo quiero soñar que te beso en los labios una y otra vez. Que estas letras nunca son fáciles de escribir, que me tiemblan las manos y me duelen los pies, de tanto andar y seguir el camino, de tanto buscar sin llegar a encontrar, y es que por más que sigo buscando al amor de mi vida no voy a encontrar un corazón que me iguale ni una risa tan grande como tú me puedas dar, por más que sigo buscando un amor que en la tierra me llene de rosas, de cantos y arena y de todas las cosas que vienen de más…

Nunca voy a encontrar en 100 vidas que viva un regalo de Dios con su misma estatura ni una luz que me alumbre con más claridad. Por más que quiero encontrar, sé que jamás hallaré nunca ojos que al abrirse de par en par, me claven más rayos de Luna.  Por más que he buscado yo en mi vida un amor por el camino, solo he encontrado decepciones y no las caso conmigo,  porque de todas me olvido cuando me acuerdo de ti, tan solo si pudiera hacerlo una vez.

Simplemente necesito arriesgarme a querer, aprender ese verbo de la primera conjugación, ese que siempre me trae de cabeza, el que me cuesta pronunciar y ni pensarlo practicar.  No me gusta que me pidan la Luna si yo no la he pedido nunca,  tampoco, por mi lógica, puedo pedir una oportunidad si yo no lo he dado nunca.  Y ante eso no puedo poner ningún “pero”.

Siempre depende todo de uno mismo, y tampoco será por intentos, pero por un salto más al precipicio, no hay por qué preocuparse.

Al fin y al cabo, siempre se disfruta hasta que llega la caída.

jueves, 16 de abril de 2015

Riesgo o nada

Tú que estás ahí, mirándome cual si yo fuera un loco, te puedo asegurar que de pobre tengo poco. Tú, que no te enteras que la vida no se vive a tu manera. Tú que tienes la pluma y papel de todos los personajes de esta historia loca que un día decidiste inventar. Tú que me has creado en este libro como lo que soy, como mi historia, como un continuo juego entre el placer y los dolores, tú que quieres hundirme en la impotencia de saber, como bien sabemos los dos, que quien hace la ley hace la trampa, que quien tiene la pluma escribe la historia.


Solo espero que no creas en mi historia antes de escuchar la tuya. Tú eres el que me ha hecho personaje, el que me ha dado esta vida y el que ha hecho demasiadas elecciones por mí. Tú, que jamás te has aburrido de escribir esto, tú que has bajado la guardia, se te ha acabado la tinta.
¿Estás aburrido? ¿Ya no sabes que hacer? Se te han acabado las maneras de hacerme la vida imposible, se te ha acabado el gusto por el desamor, por los errores, se te han acabado todos los recursos literarios para hacer desdichada la vida de estos personajes, se te han acabado los ases bajo la manga y ya me he aprendido de memoria tu trucos de magia.
Te invito a bajar, a volver a la realidad, a intentar ser lo que has intentado crear, a levantar la vista de ese escritorio sucio y viejo en el que llevas tanto tiempo escribiendo. Se ha acabado tu momento y se te han rebelado los personajes, tu historia sigue sin final, pero tu juego ha llegado a él. Se ha roto la cadena del círculo vicioso al que tu llamas obra, amor, poesía, historia, y esos halagos que solo salen de tu boca. Nos has dejado pensar, nos has dejado razonar y nos has permitido vivir por un momento lo que todo viviríamos sin ti, y nos hemos dado cuenta, empezando por el que escribe, que todo es mejor cuando se hace caso al que siente, al que no piensa, al que se equivoca más que nadie, pero el que más disfruta de sus pocos aciertos hasta que llega aquel del que todos hablan, al acierto eterno.


De puerto en puerto se ha cansado de vivir un capitán, de escuchar los cantos de sirena y reparar el barco cada vez que había que zarpar de nuevo. Es hora de dar la vuelta a la historia, de vivir, de sonreír, de disfrutar, de a...de eso. Se han acabado las líneas que solo sabían contar las penas del poeta, se ha acabado la historia de a...eso más corta e intensa que he podido sentir y me he quedado sin nada que hacer en esta historia salvo escribirla. 

Tomo el relevo, la pluma y el papel y escribo lo que será de mí, que no lo sé, ni si quiera sé si será más excitante o intenso que lo vivido ya, poco probable, pero simplemente ha llegado el momento en el que me toca decidir a mí. Puedo andar hacia atrás, lo que puede llevarme a corregir errores, a cambiarlo todo, o a cometerlos de nuevo o incluso de peor forma porque soy lo que soy gracias a lo que he sido. O puedo andar hacia delante con los ojos tapados esperando más camino, más puertos, más aventuras o llegar al precipicio.


Y ese es un riego que todo loco de este mundo está dispuesto a correr.

miércoles, 18 de marzo de 2015

Dark One

Dearie derie dearie,

No dudé nunca de tu capacidad de magia, ni mucho menos de la de convicción. Sé perfectamente que intentaste todo lo que la pluma, la tinta y el papel te han permitido, pero hay algo que jamás nos permitirán… Amor. Oh, querida, ¡Somos los malos! No pueden dejar que triunfemos. Pero sí, yo también he caído, me he levantado y he vuelto a caer, una y otra vez en esta ruleta rusa a la que los de nuestra especie llaman vida. Yo también estoy harto de tener que prometer la Luna simplemente entregando mi daga a toda aquella que conmueva la más mísera esquina que queda aún de mi corazón.

Nosotros no somos así, no estamos escritos así, nosotros simplemente estamos destinados a ser esos seres primarios que buscan magia, poder, dinero, valor, y todas esas cosas superficiales que habitan en los rincones más profundos de la tierra y que solo son capaces de lograr aquellos que viven para ello. Pero ya te lo dije una vez…”El amor es la magia más poderosa” y sin ella, jamás podremos vencer.

Y con esto quiero decirte, que estamos en el mismo bando, que no voy a descansar hasta que no vea cada una de sus sonrisas torcidas y enterradas en lo más hondo de su ser porque soy yo quien por fin sonríe, soy yo el que besa, soy yo el que…ama. Yo también la he vuelto a ver, lejos de mí, yo estaba escondido detrás de su ventana y ella sonreía con otro después de todo lo que habíamos pasado, disfrutaba, se reía a carcajadas después de echarme a patadas de su vida utilizando lo más parecido a un corazón que puedo darle, mi daga.

Yo también quiero cambiar de una maldita vez esta historia, yo también quiero enterrar cada una de las páginas que han marcado mi vida,  mi cobardía, mi mala suerte y mi sufrimiento después de todos los años que he estado persiguiendo eso que jamás se ha puesto a nuestro alcance…nuestro final feliz. Puedo aparecerme donde quiera, puedo hacer sufrir a la gente tanto como placer me suponga verlos así, pero no tengo el poder de ser amado, no tengo el mayor poder.
Esos malditos enclenques que viene con sus espadas y sus flechas con arcos mal hecho a mi castillo, a mi casa a intentar acabar conmigo y acaban torciendo todos mis planes simplemente porque ellos son los que aman, no tienen poder, no tienen magia, ¡No son nadie! Pero tienen amor, y esa es la mayor de las magias, el más efectivo de los encantamientos, poder mirar a otra persona a los ojos justo antes de que te brillen por primera vez para acercar sus labios a los tuyos y fundirte con esa persona hasta el final de los días. Esa marca de pintalabios en la cara, esa sonrisa estúpida que se dibuja en sus horribles caras después de saber que su gran amor es verdaderamente correspondido y que nosotros tenemos que volver a nuestro sitio a planear otra jugada que acabará aún peor que la anterior y les acercará más todavía a su jaque mate hacia nosotros, a nuestra huida y nuestra perdición, ¡Jamás, derie!

Estamos en el mismo bando, en el mismo barco, y vamos a conseguir de una vez por todas nuestro final feliz, vamos a sonreír, a gritar, a disfrutar como ellos nunca han hecho antes. Porque la magia está en las personas y nosotros somos la magia en persona, somos los que nos enamoramos con más fuerza y los que sufrimos más veces. Y también somos los que se merecen un final feliz como todo el mundo.

Me apunto.




Firmado, tu maestro.

Evil Queen

Estimado amigo,

Te escribo hoy sin ningún motivo ni precedente. Simplemente por esta rutina que no para de atormentarme y que creo que no soy la única que se siente así por lo que he de suponer que estamos en el mismo bando.

Otra vez he vuelto a caer, y de nuevo vuelvo a escribirlo. Hoy le he vuelto a ver, de lejos, sentado, como en la taberna, con ese tatuaje que le caracteriza en su brazo derecho, mi perdición. Me he perdido en la lectura de este libro que no para de darme hachazos, me he cansado de vivir esta historia una y otra vez como si de mi mismísimo infierno se tratase, siempre con el mismo final sin ninguna oportunidad para cambiarlo, ¿por qué? No lo sé. No soy yo a que tiene la pluma y la tinta de mi vida, la tiene mi corazón, tan negro como el petróleo y tan pequeño como un gnomo.

Pero me parece que ya han sido suficientes las lágrimas que he derramado a lo largo de estos interminables años de soledad, de mala suerte y de perdición en los que busco y no encuentro lo único que toda persona quiere tener…su final feliz. ¿Quién es el destino para arrebatármelo? ¿Por qué siempre lo rozo con la punta de mis dedos y sale volando como si de un hada se tratara? No lo logro entender, y por eso te  escribo, en busca de mi respuesta, de nuestra respuesta.

¿No merecemos descansar después de tantas batallas? ¿No merecemos la oportunidad de limpiar nuestro corazón? Ya no sé a quién acudir después de tanto tiempo. Fuiste tú quien me enseñaste, quien siempre me daba la solución al problema que me rondaba, pero por una vez y solo por esta vez seremos los dos quienes descubramos esta solución. Por una maldita vez podremos reír los últimos y hasta el fin de nuestros días, o podremos llorar apoyados en un hombro ajeno, un hombro que nos devolverá el abrazo, la sonrisa o incluso las lágrimas. Un beso, de esos mágicos, esos besos que despertaron a la más dormida de las doncellas o al corazón más congelado. Un maldito beso que supondría nuestra perdición, ¡perdámonos!, estoy harta de tener que encerrarme, estoy harta de tener que soportar las sonrisas de todos los que desprecio.

Lo he intentado todo, magia, muerte, todo lo que está escrito que puedo hacer, pero estoy harta de que otros sean los que escriban mi historia; quiero tener esas sonrisas, quiero tener esos besos, quiero tener alma, un corazón puro y alguien que me quiera, y por fin podré decir que he conseguido mi final feliz, el que se me negó desde mi propia creación.

Creo que es el nuestro  momento, amigo, y esta vez nadie puede arrebatárnoslo.



Atentamente, la Reina.

jueves, 5 de marzo de 2015

¿Acción?

Dicen que interpretar un personaje es realmente difícil. Hay que empezar aprendiendo cómo caracterizarlo, cómo habla, sus frases, y escupirlo todo delante de la cámara o de las personas que se supone que tienen que creérselo. Pero luego se baja el telón y acaba la función, se termina el aprendizaje y empiezan los problemas.

Si hay algo que es verdaderamente difícil es mantener ese personaje, esa imagen, en un mundo real, no uno paralelo encima de unas tablas de madera o delante de una pantalla verde. Es realmente difícil ser un personaje, algo que realmente no eras en un principio, pero tu interpretación y las palabras de los demás han hecho cada vez más profundos los rasgos del mayor papel que he interpretado jamás en la obra maestra que es la vida. Todo empieza cuando empiezas a hablar como él, cuando empiezas a hacer daño a quien no debes, cuando te separas de lo que fuiste; sigue cuando empiezas a actuar como él, todo lo que hace encima del escenario, tú lo haces encima de los demás, porque incluso eso forma parte del personaje.

Hasta que llega el punto más alto de la obra, el momento en el que empiezas a pensar de verdad como lo hace el personaje, a vivir en la sombra, callado, como él, a estar acostumbrado a hacer lo que jamás pensaste que harías, a darle vueltas a la propia vida por el simple hecho de que has actuado de una manera muy diferente a lo que lo estás haciendo hasta ahora. Y llega lo peor de todo, cuando todo sale bien, cuando te sales con la tuya, ileso, cuando has pagado los errores del pasado con los aciertos del presente, con las esperanzas de algo que tu personaje jamás contempló.

Pero al fin y al cabo las obras cambian, y ciertos personajes también, a pesar de que algunos sigan siendo secundarios quieran o no. Las obras se acaban, los teatros cierran, y los actores tienen que descansar, tienen que volver a la vida real. Es entonces cuando me cansé de este personaje; demasiado ha durado, demasiados años para las consecuencias que ha tenido. De nuevo al camino de las baldosas amarillas, al que dicen que llega al final de todo, al bueno, o malo, depende de lo que uno deseé, pero al fin y al cabo, otro borrego más en la lista blanca de los Reyes Magos. Otro nombre más. Pero los recuerdos vuelven a agolparse en la puerta de mi memoria, y empiezan a convertirse en realidad, el mundo empieza a retroceder en el tiempo y actuar como antes de comenzar la obra más larga de toda mi vida. Empiezan los mismos errores, el mismo daño, los mismos resultados.





Y yo vuelvo a coger el guion para interpretar a mi personaje.

jueves, 19 de febrero de 2015

Otro tango sin pareja

Son los desengaños de la propia vida los que nos hacen reflexionar sobre ella. Es el despertar del día siguiente el momento en el que se te agolpan los recuerdos más recientes. Es la vida de perro la que siempre acaba en la calle. Es la actitud, son las maneras, los actos y sus consecuencias, lo de siempre; es la forma de caer después de haber remontado el vuelo.

La cabeza vuelve a hacer de las suyas, vuelve a recordar en vez de pensar, vuelve a hacer llorar al corazón una madrugada más, vuelve a darse uno de sus golpes, de los duros, de los que se cae con todo el equipo, de los poéticos. Ha llegado el momento de dejar de creer en lo que fue o lo que pudo ser, en lo que podría haber sido  y lo que podrá ser, todo lo que hay es lo que es, es la realidad misma, la de dentro y la de fuera, la que te deja tirado en el suelo en cuanto te despistas.

Esta vez parece que fui yo quien pidió la Luna, o una estrella, y me vendieron una piedra, intenté ser quien no era y acabé traicionándome a mí mismo. Son las historia de taberna de siempre, los tangos que acaban escuchándose solo mientras veo bailar a las demás parejas. Es el tiovivo de la vida, es el zarpar de nuevo saliendo del puerto que parecía un hogar y no lo fue nunca, es la hora de dejar de hacer dramas de las comedias, de dejar de escuchar los cuentos de siempre simplemente porque se cumplan a mi alrededor, es hora de creer de verdad en lo que tengo que creer, en mí.

No se puede sacar de la calle a quien vive de ella, no se puede vender un corazón al mejor postor sin saber nunca quién es su dueño. Otro capítulo que termina con un final inesperado, aunque solo sea inesperado para mí, esta vez ya no hay lágrimas que secar, no hay recuerdos que guardar, no hay páginas para romper, solo hubo una resaca interminable y una lección aprendida. El orgullo vuelve a ser quien preside la mesa del desayuno, la ira incita a lo que nunca conviene, sentada a la derecha; y la pena, a la izquierda, ni se inmuta. A la derecha se acumulan todos los recuerdos infelices que algún día me volverán loco de atar; a la izquierda, impasible, unos sentimientos demasiado habituales como para ser relevantes, un comensal más en la reunión, un mejor amigo habitual, una sombra que pasa desapercibida entre las demás.

Un marajá que se llevó a la cortesana y un escritor que duerme solo por milésima y tres veces, otra vez que no coló la historia, otra vez que toca cambiar de rumbo, una más, una decepción más, una lección, y en el fondo, una alegría por su corta duración.

Levad anclas, a proa, popa, estribor y babor, todo preparado, comienza otra gran y nueva aventura.






Fin del capítulo.

El que entra, no sale

Volvió a subirse el telón, un escenario entero y un solo dueño. Esperando de nuevo la eternidad para volver a escena, escondido en los corazones de todos aquellos que lo viven a diario, todos los que escuchan sus melodías y bailan sus pasos. Ya se escuchan los tambores resonando por las esquinas de la ciudad, ya se engalanan los balcones con banderas y estandartes, ya se rodea la iglesia de escenarios, ya se decora el gran teatro, ya está la plaza deseando que por ella desfilen las comparsas, ya está el López abriendo sus puertas a lar murgas y ya está Badajoz abriendo su Carnaval.

No hay mayor espera que la que acaba en febrero, 4 días, solo 4 días, que valen más que los 361 restantes del año natural que podemos vivir. Los problemas se van al son de los tambores, las preocupaciones huyen al escuchar las turutas y los recuerdos se agolpan en el momento de ponerse el disfraz. Ha vuelto otra vez, mejor que cada año, ha vuelto el Carnaval.

Otro año en el que en apenas 4 días han valido para disfrutar una vida entera. Desde las risas de las caleteras hasta la enfermedad que tanto nos identifica con los gaditanos. El corazón late al ritmo del ¾, no hay mayor vicio que nuestro Carnaval.

Y empieza mi presentación, ya suenan las palmas del patio de butacas y las luces me ciegan, me abruma el cariño, este vicio tan grande que se desata en el segundo mes del año. Sin tapujos ni vergüenzas, lo más ridículo y gracioso que he podido pensar acelerado durante todo el año, las presentación que más me identifique con mi tipo, mi tipo y mi Carnaval, las lágrimas que se me caen al escuchar todos los pasodobles escritos desde septiembre, todos los cantados en el escenario, los que hablan de la vida, de las críticas, de mi ciudad, de sus fiestas, sus monumentos, sus calles y su gente. Llegan los cuplés, llegan las risas, los estribillos pegadizos y la picaresca del que se sube al escenario, llegan las rimas descaradas del que se deja la vida y la cabeza en crearlas, las risas del público, la magia que rodea las bambalinas del teatro, los miles de adjetivos que son incapaces de describir el sentimiento que supone subirme a estas tablas con las que tanto he soñado. ¡Pito, pito!
La destreza de los popurrís y la emoción de las despedidas, unas despedidas que son un hasta luego eterno, unas despedidas que homenajean el significado de esta fiesta.


Ya se acaba aquí la canción, se acaba el homenaje. Los aplausos se desatan y toca mirar al palco esperando una decisión acertada. Estos Carnavales he aprendido que “El que entra, no sale”, he dejado de tener miedo a esas malas de los cuentos, he aprendido que la magia de febrero ilumina la ciudad y a todos sus habitantes, esa magia que muchos seguimos guardando un año entero para sacarla de nuevo el siguiente febrero. Se acaba otro año, se entierran las sardinas, y toca disfrutar de lo que nos ha dejado.





“Deja que el calor del infierno, te acompañe por las calles  y haga cálidas tus noches de febrero en las que vives un sueño que te dura cuatro días y no quieres despertar.”

viernes, 2 de enero de 2015

L'ultimo giorno della mia vita

Querido último día de mi vida,

Empiezas exactamente igual que todos, un Sol que entra por la ventana, que se refleja en los cristales y esquiva las cortinas de mi habitación para llegar hasta mis ojos, ojos que tardan una guerra en abrirse pero terminan haciéndolo. Mi cuerpo está cansado después de un día duro porque a pesar de que pudiera pasarme todo el día tumbado, las mayores batallas son las que se libran dentro de uno mismo, esa batalla continua entre el de arriba, el del hombro derecho, el prudente, el que se para a pensar y observar lo que está sucediendo y baraja todas las opciones, ese que estoy pintando tan bien; y el de abajo, del hombro izquierdo, el que hace lo primero que se le ocurre, el más fuerte pero no por ello el más efectivo, el sincero y verdadero pero también el que peor acaba en todas las historias de la vida.

Hoy no es un día más, sé que no es un día cualquiera, sé que no va a poder salir un vencedor de la batalla interna que lleva librándose tantos años pero… ¿Por qué no pueden salir dos vencedores? Sí, como lo lees. Hoy te escribo aquí sentado, en la misma silla desierta ante el mismo papeleo de todos los días para hacerte una promesa, hoy no va a quedarme nada por vivir, para eso es el último día.

No voy a parar de pensar en todo el día, a mirar a derecha e izquierda antes de hacer cualquier tontería que se me pase por la cabeza, voy a pararme cuando deba hacerlo y a seguir andando cuando haya vía libre. Voy a decir exactamente todo aquello que aprendí de la vida, que aprendí leyendo esos cuadernos de viaje y otras cartas que he intercambiado con tantas personas, voy a dejar que gane el de arriba, el del hombro derecho, el que suele perder y al que le cuesta sonreír, el que siempre está atento al mundo, el que ve más allá de las máscaras, el que mira al horizonte y al futuro que me espera, aunque sea el mismo final de mis días.

No voy a parar de sentir, no voy a dejar de vivir, no voy a dejar de luchas por mí, no voy a dejar de reaccionar de esa manera tan impulsiva que tengo cuando necesito tenerla. No voy a parar de besar a esa persona que tanto me cuesta admitir que quiero y tampoco voy a parar de susurrarle te quiero a cada árbol que haya en mi camino. No voy a dejar de escribir cartas a la princesa de la torre, la que nunca baja, será porque no es del todo una princesa. No voy a dejar de dar paseos de la mano por el Puente Vecchio, ni dar vueltas interminables al Coliseo. No voy a dejar de fumar, el tabaco y la distancia, no voy a dejar de reír ni de hacer reír a nadie, voy a vivir este día como si fuera el día que es, el último de mi vida.


No voy a pararme a llorar por cosas que pasaron, pero no por ello voy a olvidarme de ellas, no voy a pensar en lo que no fue o lo que pudo ser y voy a caminar recto hasta el final del camino. Y después de varios descansos, ha llegado la noche, y cae el telón, cae el final, esto es todo, pero no por ello debo dejar de pasar la pluma por el papel, porque soy yo quien decide cuándo es el último día, soy yo el que acaba de escribir todo lo que voy a hacer en tal caso, y soy yo el responsable de la difícil tarea.


Este, y todos los días del resto de mi vida.