miércoles, 3 de septiembre de 2014

Colores en el viento

No se puede agradar a todo el mundo si el objetivo primero es agradarse a uno mismo. Los camaleones pueden cambiar de color, su piel, pero no pueden cambiar lo que llevan dentro, sus órganos, su esencia…  Se puede cambiar de ambiente, de bebida, de libro que leer, de novio o mujer, pero cambiar a uno mismo es algo que cuesta, tiempo y ganas, y, como ya dijo Churchill en tiempos difíciles, sangre, sudor y lágrimas.

Una persona, una experiencia o un mísero segundo pueden ser el motivo por el que una persona decida cambiar, pero eso no significa que lo vaya a hacer. Pero o antes o después, siempre llega el momento en el que una persona, después de haber sido juzgada por aquellos que saben y por aquellos que no saben, junto a aquellos a los que les es indiferente, llega ese momento en el que hay que juzgarse a uno mismo.

Nadie determina la felicidad que una persona más que uno mismo, nadie conoce mejor sus limitaciones más que uno mismo y nadie tiene más determinación o seguridad en su persona que uno mismo y es por eso que para poder agradar a los demás, hay que agradarse a uno mismo primero. Se predica con el ejemplo y alguien que no es feliz, no puede llenar en otro el vacío que vive en él mismo.

Se puede ir de un lado para otro, se puede querer a una persona o a otra pero no se puede vivir en constante cambio. No se puede tener solo amigos en esta vida o en este mundo, por desgracia, claro está. Sea como sea una persona no va a ser del gusto de todos, todo está demasiado polarizado e incluso los tonos intermedios de la escala de la personalidad son demasiados contrarios como para complementarse completamente.


Hay que mantener cerca a los amigos pero aún más a los enemigos; ese dicho está bien y es inteligente y consecuente con lo que pueda pasar con cada uno, pero agradar a un enemigo para mantenerlo cerca conlleva a traicionarse a ti mismo, y por ello los camaleones acaban peor consigo mismos que lo que pueden llegar a pensar cuando cambian de color. 


Siempre es mejor ser blanco o negro que el arco iris.

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