jueves, 16 de abril de 2015

Riesgo o nada

Tú que estás ahí, mirándome cual si yo fuera un loco, te puedo asegurar que de pobre tengo poco. Tú, que no te enteras que la vida no se vive a tu manera. Tú que tienes la pluma y papel de todos los personajes de esta historia loca que un día decidiste inventar. Tú que me has creado en este libro como lo que soy, como mi historia, como un continuo juego entre el placer y los dolores, tú que quieres hundirme en la impotencia de saber, como bien sabemos los dos, que quien hace la ley hace la trampa, que quien tiene la pluma escribe la historia.


Solo espero que no creas en mi historia antes de escuchar la tuya. Tú eres el que me ha hecho personaje, el que me ha dado esta vida y el que ha hecho demasiadas elecciones por mí. Tú, que jamás te has aburrido de escribir esto, tú que has bajado la guardia, se te ha acabado la tinta.
¿Estás aburrido? ¿Ya no sabes que hacer? Se te han acabado las maneras de hacerme la vida imposible, se te ha acabado el gusto por el desamor, por los errores, se te han acabado todos los recursos literarios para hacer desdichada la vida de estos personajes, se te han acabado los ases bajo la manga y ya me he aprendido de memoria tu trucos de magia.
Te invito a bajar, a volver a la realidad, a intentar ser lo que has intentado crear, a levantar la vista de ese escritorio sucio y viejo en el que llevas tanto tiempo escribiendo. Se ha acabado tu momento y se te han rebelado los personajes, tu historia sigue sin final, pero tu juego ha llegado a él. Se ha roto la cadena del círculo vicioso al que tu llamas obra, amor, poesía, historia, y esos halagos que solo salen de tu boca. Nos has dejado pensar, nos has dejado razonar y nos has permitido vivir por un momento lo que todo viviríamos sin ti, y nos hemos dado cuenta, empezando por el que escribe, que todo es mejor cuando se hace caso al que siente, al que no piensa, al que se equivoca más que nadie, pero el que más disfruta de sus pocos aciertos hasta que llega aquel del que todos hablan, al acierto eterno.


De puerto en puerto se ha cansado de vivir un capitán, de escuchar los cantos de sirena y reparar el barco cada vez que había que zarpar de nuevo. Es hora de dar la vuelta a la historia, de vivir, de sonreír, de disfrutar, de a...de eso. Se han acabado las líneas que solo sabían contar las penas del poeta, se ha acabado la historia de a...eso más corta e intensa que he podido sentir y me he quedado sin nada que hacer en esta historia salvo escribirla. 

Tomo el relevo, la pluma y el papel y escribo lo que será de mí, que no lo sé, ni si quiera sé si será más excitante o intenso que lo vivido ya, poco probable, pero simplemente ha llegado el momento en el que me toca decidir a mí. Puedo andar hacia atrás, lo que puede llevarme a corregir errores, a cambiarlo todo, o a cometerlos de nuevo o incluso de peor forma porque soy lo que soy gracias a lo que he sido. O puedo andar hacia delante con los ojos tapados esperando más camino, más puertos, más aventuras o llegar al precipicio.


Y ese es un riego que todo loco de este mundo está dispuesto a correr.

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