“Ya están saliendo los rayos de Sol. La madrugada por fin
murió. Abre los ojos, levántate ya, sal
a la calle que hay que luchar. Grita con fuerza, que no te callen. Tú eres el
gallo del corral.”
Algunos pueden tomárselo como una declaración de guerra,
otros, pocos, posiblemente lleguen a… ¿entenderme? No he armado ningún ejército
ni comando ningún batallón pero todos sabemos cómo funciona esto. Es cuestión
de prioridades, y eso es algo que he escuchado mucho a lo largo de estos
últimos meses.
Dije que volvería, dije que volverían, y aquí estoy, aquí
estamos. Con fuerzas bastante renovadas. Lo echaba de menos, pero nunca pensé
que la máquina del tiempo fuera a funcionar. Esta vez, no contaré el escenario,
esta vez quiero ser más claro, más maduro, todos hemos crecido y sabemos asumir
las consecuencias de nuestros actos, y por supuesto, también sabemos que
siempre hay a quien no le agrada tanto como a otros.
Ha sido como el comienzo de una noche de San Juan, un año,
ese plazo me di. Un año para ir colocando las brasas una a una antes de que
todas ardieran con fuerza. He escuchado tantas verdades escondidas por el
orgullo y el sectarismo que nunca he sido capaz de ver con tanta claridad como
ahora, siempre desde mi punto de vista.
Yo he estado dentro de la caverna, viendo como la gente se iba
y volvía cuando le convenía. Yo he sido el primero en hacer mala crítica por la
espalda de todos los que han hecho eso, sí, el primero y posiblemente el más
contundente. Pero yo no vivo de esto, no es mi día a día, y eso hay más de uno
que se niega a entenderlo.
He escuchado acusaciones a un lado y al otro del parlamento.
Hacia los de dentro y hacia los de fuera. He visto como a mí mismo me la
jugaban por la espalda y como justificaban el comportamiento de quienes llevan
años peleando por más de uno como si fuera una manada de leones. La necesidad
del liderazgo, ¿qué liderazgo? La torre más alta cayó y calló, y no se puede
creer lo que no es, lo mire por donde lo mire. Se acabó el cuento.
He visto tintes de régimen dictatorial, porque esta historia
es muy larga y ha dado tiempo a todo. Pasando cartillas de racionamiento, o
lista en un ejército cuando simplemente una cerveza entre amigos es más que
suficiente.
He visto el baremo que se ha utilizado, un baremo que yo
mismo he usado mil y una veces, y más. Pero nunca a la inversa, como sí que
parece que puede permitirse a más de uno. He visto a leones convertirse en
corderos, a Fernando el Católico mandar menos que Isabel. He visto como, cuando
menos lo esperaba, a quien pude considerar aliado, ha cambiado las tornas de la
historia sin ni si quiera consultarme.
He visto tantas cosas, que respeto, pero no comparto. He
llevado por bandera y estandarte algo con lo que ahora no concuerdo, que es
normal plantearse la vida de otra manera. No se puede vivir eternamente en la
caverna. Hay mundo ahí fuera, hay muchos sitios que recorrer, muchos lugares
que descubrir, y sobre todo, muchas personas que dejan huella para bien o para
mal.
Y mi prioridad, ahora, soy yo. Para otros es un grupo, una
causa, una persona, una voluntad, una servidumbre eterna a la que solo se ata
con cadenas que le alejan de lo que está sembrando (solo espero que sea eterno
porque la soledad es muy cruel para cualquiera). Salvo a dos de ese Titanic,
puedo decir que ahora mismo salvo a uno. Mi prioridad sigo siendo yo, mi estado
de salud, mi familia, mi gente, y hay que saber reconocer cuando se cometen
errores. Nadie está sentado a la derecha del Padre.
Y a mí, alto y claro, ha llegado un punto en el que la
caverna y sus cadenas no me benefician. Puede que lo de fuera tampoco, pero el
ambiente, repito, porque ya sé que hay quien tergiversa mis palabras en su
propio beneficio sin darme oportunidad de defenderme, el ambiente, no las
personas, no me beneficia. Y lo de fuera es un peligro constante, una hipocresía
dirían algunos, pero estoy dispuesto a todo menos a defraudarme a mí mismo. Que
lo entienda quien quiera y se lo quede para él.
No, no he montado ningún ejército, no me hace falta. No ha
vuelto Alemania, ni tampoco el Capitán Garfio. Ha vuelto Ísimo, que hace mucho
que se había ido. Y quien quiera una declaración de guerra, puede usar esto
como pretexto. Y quien quiera entenderme, me alegraría saberlo. Pero que todo
sea una realidad a simple vista, que no caven túneles para aparecer de la nada.
Y ahora voy a ser muy claro: Yo no estoy. Yo voy por
temporadas. Yo he visto cosas que no me han gustado, al igual que he dicho y
hecho cosas que no han gustado, se llama errores, y son muy típicos del ser
humano. Yo no voy a permitir que aquellos que no se han preocupado por mí ni en
las buenas ni en las malas acudan a ver un espectáculo, porque es lo que
parece. Y mucho menos a que me reprochen comportamientos pasados que nada
influye en ellos y mucho menos en mí su opinión. Es el eterno sistema de
prioridades que nos hemos montado, y ahora yo solo tengo una prioridad
(egoísta, inmadura, egocéntrica, pero realista, la del Buscavidas):
Yo.
"Yo soy la guerra, yo soy la rabia, yo soy tus ganas de luchar. Yo soy el gallo que vive dentro de quien se quiere despertar."
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