domingo, 5 de noviembre de 2017

Amanecer

“Ya están saliendo los rayos de Sol. La madrugada por fin murió. Abre los ojos, levántate ya,  sal a la calle que hay que luchar. Grita con fuerza, que no te callen. Tú eres el gallo del corral.”

Algunos pueden tomárselo como una declaración de guerra, otros, pocos, posiblemente lleguen a… ¿entenderme? No he armado ningún ejército ni comando ningún batallón pero todos sabemos cómo funciona esto. Es cuestión de prioridades, y eso es algo que he escuchado mucho a lo largo de estos últimos meses.

Dije que volvería, dije que volverían, y aquí estoy, aquí estamos. Con fuerzas bastante renovadas. Lo echaba de menos, pero nunca pensé que la máquina del tiempo fuera a funcionar. Esta vez, no contaré el escenario, esta vez quiero ser más claro, más maduro, todos hemos crecido y sabemos asumir las consecuencias de nuestros actos, y por supuesto, también sabemos que siempre hay a quien no le agrada tanto como a otros.

Ha sido como el comienzo de una noche de San Juan, un año, ese plazo me di. Un año para ir colocando las brasas una a una antes de que todas ardieran con fuerza. He escuchado tantas verdades escondidas por el orgullo y el sectarismo que nunca he sido capaz de ver con tanta claridad como ahora, siempre desde mi punto de vista.

Yo he estado dentro de la caverna, viendo como la gente se iba y volvía cuando le convenía. Yo he sido el primero en hacer mala crítica por la espalda de todos los que han hecho eso, sí, el primero y posiblemente el más contundente. Pero yo no vivo de esto, no es mi día a día, y eso hay más de uno que se niega a entenderlo.

He escuchado acusaciones a un lado y al otro del parlamento. Hacia los de dentro y hacia los de fuera. He visto como a mí mismo me la jugaban por la espalda y como justificaban el comportamiento de quienes llevan años peleando por más de uno como si fuera una manada de leones. La necesidad del liderazgo, ¿qué liderazgo? La torre más alta cayó y calló, y no se puede creer lo que no es, lo mire por donde lo mire. Se acabó el cuento.

He visto tintes de régimen dictatorial, porque esta historia es muy larga y ha dado tiempo a todo. Pasando cartillas de racionamiento, o lista en un ejército cuando simplemente una cerveza entre amigos es más que suficiente.

He visto el baremo que se ha utilizado, un baremo que yo mismo he usado mil y una veces, y más. Pero nunca a la inversa, como sí que parece que puede permitirse a más de uno. He visto a leones convertirse en corderos, a Fernando el Católico mandar menos que Isabel. He visto como, cuando menos lo esperaba, a quien pude considerar aliado, ha cambiado las tornas de la historia sin ni si quiera consultarme.

He visto tantas cosas, que respeto, pero no comparto. He llevado por bandera y estandarte algo con lo que ahora no concuerdo, que es normal plantearse la vida de otra manera. No se puede vivir eternamente en la caverna. Hay mundo ahí fuera, hay muchos sitios que recorrer, muchos lugares que descubrir, y sobre todo, muchas personas que dejan huella para bien o para mal.

Y mi prioridad, ahora, soy yo. Para otros es un grupo, una causa, una persona, una voluntad, una servidumbre eterna a la que solo se ata con cadenas que le alejan de lo que está sembrando (solo espero que sea eterno porque la soledad es muy cruel para cualquiera). Salvo a dos de ese Titanic, puedo decir que ahora mismo salvo a uno. Mi prioridad sigo siendo yo, mi estado de salud, mi familia, mi gente, y hay que saber reconocer cuando se cometen errores. Nadie está sentado a la derecha del Padre.

Y a mí, alto y claro, ha llegado un punto en el que la caverna y sus cadenas no me benefician. Puede que lo de fuera tampoco, pero el ambiente, repito, porque ya sé que hay quien tergiversa mis palabras en su propio beneficio sin darme oportunidad de defenderme, el ambiente, no las personas, no me beneficia. Y lo de fuera es un peligro constante, una hipocresía dirían algunos, pero estoy dispuesto a todo menos a defraudarme a mí mismo. Que lo entienda quien quiera y se lo quede para él.
No, no he montado ningún ejército, no me hace falta. No ha vuelto Alemania, ni tampoco el Capitán Garfio. Ha vuelto Ísimo, que hace mucho que se había ido. Y quien quiera una declaración de guerra, puede usar esto como pretexto. Y quien quiera entenderme, me alegraría saberlo. Pero que todo sea una realidad a simple vista, que no caven túneles para aparecer de la nada.


Y ahora voy a ser muy claro: Yo no estoy. Yo voy por temporadas. Yo he visto cosas que no me han gustado, al igual que he dicho y hecho cosas que no han gustado, se llama errores, y son muy típicos del ser humano. Yo no voy a permitir que aquellos que no se han preocupado por mí ni en las buenas ni en las malas acudan a ver un espectáculo, porque es lo que parece. Y mucho menos a que me reprochen comportamientos pasados que nada influye en ellos y mucho menos en mí su opinión. Es el eterno sistema de prioridades que nos hemos montado, y ahora yo solo tengo una prioridad (egoísta, inmadura, egocéntrica, pero realista, la del Buscavidas):


Yo.
"Yo soy la guerra, yo soy la rabia, yo soy tus ganas de luchar. Yo soy el gallo que vive dentro de quien se quiere despertar."

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