Nunca se le dio bien expresarse. Nunca quiso ser como era.
Nunca quiso vivir donde vivía. Nunca fue quien quiso ser. Nunca disfrutaba de
las cosas que tenía. Nunca dijo nunca.
Le temblaban las piernas, se debilitaba, tartamudeaba cada
vez que pensaba en su imagen, se le encogía el corazón y no sabía ni quien era.
Era una imagen, un mero recuerdo que había llegado a ser más de lo que él quiso
pensar. Su arrogancia, su actitud irrespetuosa, sus tonterías y groserías le
delataban de nuevo, era un mar de defectos en constante tormenta, en el que el
más firme de los barcos, restos de la armada invencible, acabó zozobrando y
hundiéndose entre las lágrimas de los pasajeros y en especial del capitán, siempre
en el barco.
Nunca fue fácil aguantar su actitud, era un reto continuo,
demasiado impredecible, tanto que podía
llegar a ser inaguantable. Nunca oculto y siempre con la verdad por delante, un
defecto, o defecto disfrazado. Con una sonrisa era capaz de conquistar a una
princesa, con una mirada era capaz de conquistar una reina, y con dos palabras
de quemar un reino. Otro defecto más fue
su expresión, nunca quiso ocultar su estado de ánimo y con solo mirarle a los
ojos, se le veía el alma y lo peor de todo, la intención; no siempre buena.
Nunca necesitó a nadie, en ninguno de los sentidos y mucho
menos en el sentimental. Suele decirse que cuando te enamoras de alguien es porque
conquistan tu corazón, pero sinceramente, dudo que lo tenga. No es posible que
en algo así lata algo, algo vivo dentro de toda esa maldad, de toda esa
inteligencia y perspicacia, de esa picardía, es muy difícil que el hielo se
derrita si n o hay calor, si no hay sol, si se sume en el frío y la oscuridad,
y al mirarle fijamente, siento el mayor de los gélidos alientos en mi nuca
justo antes de morir.
Hay cosas imposibles, y sobre todo, demostrables, pero su
existencia sigue siendo un mito, una leyenda, un minotauro en su laberinto. Muy
difícil de percatar, puede ser tan vistoso como la Fontana di Trevi o tan
escondido como San Carlo alle quattro fontane, todavía sigo dudando de si Borrimini fuese tan mal artista, porque una
creación así, es una obra maestra de la humanidad, un ser…¿vivo? Excepcional.
Nunca quiso ser como era. Nunca quiso decir lo que dijo.
Nunca quiso que nadie le quisiera. Nunca.Nunca. Nunca. Nunca dijo nunca.
Simplemente es...
Demasiado complejo para toda la vida.
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