domingo, 24 de noviembre de 2013

Brother #18

Entre patadas y sonrisas. ¿Cómo pretendes resumir una vida entera en unas cuantas líneas? Pregúntale a Machado, pregúntale a Alberti, porque yo no soy capaz.

Todos esos recuerdos intentando salir ahora para ser rememorados uno a uno con ese respeto y ese cariño que almacenan  cada uno de ellos, pero al fin y al cabo es nuestra historia y nosotros la sabemos mejor que nadie, ellos no tienen por qué conocerla.

Porque se me hace raro, y lo sabes, no verte todos los días. Porque se me hace raro, y lo sabes, no escucharte a diario. Una llamada perdida, un SMS, una luz a través de la persiana bajada, cualquier señal de que estás ahí, justo ahí, donde has estado siempre y donde yo te necesito.

Los comienzos son duros, a un niño siempre le cuesta empezar a andar, o aprender a montar en bicicleta, pero siempre tiene a su padre para cogerle, siempre tiene a alguien a su lado. Y así ha sido toda mi vida, toda nuestra historia, si tú caes, yo te levanto; si yo caigo, tú me levantas, una monotonía de la que nunca nos cansaremos, amigo mío.

Esa seguridad en cada palabra cuando todo iba mal, ese abrazo al final de cada tarde al solucionar cada problema que se nos ponía por delante, esa manía de chasquear los dedos cada vez que me das la mano, esas tonterías tuyas que sí, que tanto echo de menos.
No es lo mismo una clase sin el profesor, porque tú, y solo tú, me has enseñado lo que es la vida, me has enseñado a vivir, a andar, a montar en bicicleta y lo más importante, a sonreír, esa maldita cualidad tuya, qué envida sana te tengo.

Entre patadas y sonrisas comenzó la historia y entre patadas y sonrisas siguió, y seguirá, amigo mío, eso es algo que nos prometimos desde hace mucho tiempo. Porque tú no eres como los demás, y lo sabes, porque no es lo mismo desde que tenemos conocimiento y recuerdos de quienes somos; porque no puedo contar mi historia sin que salgas en siete de cada ocho frases. Porque sin ti no sé qué es de mí, porque estás siempre presente aunque te tenga a miles y miles de kilómetros, allí, en casa, haciendo de las tuyas y sin mí. Porque nadie me entiende como tú, nadie es capaz de sentir como tú, claro que no, nadie es como tú, y ni yo, ni nadie te llegará jamás a la suela de los zapatos, solo para limpiarlos.

Los días sin ti son pequeños infiernos dentro de mí, y la distancia es una enemiga fácil de batir. Porque creo que lo sabes de sobra que con diferencia, una abismal sobre los demás, eres al que más echo de menos, porque los días sin ti no son días, porque el alcohol sin ti  no sube tanto y las risas sin ti ya no están garantizadas.
                                             
                                                 




Te necesito aquí profe, te echo de menos hermano.




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