jueves, 31 de diciembre de 2015

Oda al 2015

Aún de día, esperando a que llegue la última noche, la última de otro año más, la noche del “Feliz año nuevo”, de los besos, los abrazos, de las celebraciones porque empezamos otro año más al lado de aquellos que queremos, de aquellos que no elegimos pero se lo ganan a pulso.

Hoy quiero brindar, quiero alzar la copa y chocarla con aquellos que quieran brindar conmigo, arriba, abajo y en el centro (sin aparcamiento). Quiero brindar por todos los momentos, por los buenos y los malos, los que me hicieron saber quien soy y los que me hicieron aprender cual no era el camino que debía tomar. Un brindis que nunca sabe amargo, un brindis en el que después de tanto, me he encontrado entre las costuras de tantos disfraces, de los trozos de todas las máscaras que se han quedado por el camino.

Hoy quiero brindar, por aquellos que desaparecieron del camino, por esos obstáculos que he tenido que esquivar y por aquellos que se han dado cuenta de que por mucho que insistan, por mucho que se repitan, por mucho que se interpongan en mi camino, no tienen nada que hacer, no van a cambiar lo mi trayecto ni me van a parar hasta que llegue al final, brindo por vosotros.

Hoy quiero brindar por los ausentes, uno y mil brindis por ellos, pero, con todo el respeto del mundo, tengo que brindar por mi ausente, por aquel que llamaban mascota, y yo le llamaba hermano, por ese miembro de la familia peludo y con cuatro patas que me dio su vida, me dio mil aventuras, y un millón de alegrías, hasta que la edad le prohibió caminar, por ti Tai, por ti brindo siempre.

Es obligatorio, en un día como este, brindar por los que se quedan, por familia, por mis amigos, que también se les puede llamar familia, desde Badajoz hasta Madrid, desde Canarias hasta Almería y pasando por Jaén. Para todos es el mayor de los brindis, el brindis que se repite un año tras otro, con las mismas personas, las mismas sonrisas, con miles de recuerdos de los que reírnos una noche como esta, con más canas, y más ganas de vernos. Una estrella por cada alma, y un brindis por cada persona, un recuerdo por cada paso a vuestro lado y una copla por cada aventura.

Hoy quiero brindar por febrero, por el mes de los meses, el segundo, el que viste de magia mi paraíso, el que ilumina mi camino hasta el López, el que empieza sonando por la Tacita de Plata y termina resonando en los tambores de San Atón. El de los pasodobles desde la Viña hasta la Cruz Verde, terminando por los homenajes a San Francisco y a la Plaza Alta, el que empieza en los fenicios y termina por los moros; el que sale de Gadir y acaba en Batalius.

Hoy brindo por ti, sí por ti, ya lo sabes, por empezar 2015 y terminarlo volviéndome loco como el primer día, de 1 de enero a 1 de enero, por darle la vuelta a todo, por destrozar mi puzzle y hacer que me sienta vivo otra vez, por revivir ese interés que perdí hace tiempo, por los abrazos, por los besos, por las locuras de un año intenso, por ti brindo también.

Hoy estoy obligado a brindar por ti, por ti y contigo, como todos los años desde el principio, y a ti sí que puedo ponerte nombre y apellidos. El gato, mi compañero, mi hermano, mi Alejandro, otro año más, otro capítulo lleno de aventuras, otra vez envejeciendo juntos y esta ruleta sigue sin cambiar, y tú sigues dibujándome una sonrisa cada vez que apareces por la puerta cuando vuelvo de la capital, por ti, una y otra vez, por ti.

Y solo queda brindar, con las prisas, con la pajarita aún en la mesa y la camisa desabrochada, y los de siempre esperando en la puerta. Queda otra vez la foto oficial, queda el mejor brindis de todos, queda el de 2015, por la cordura y la locura, por el bien y el mal, la luz y la oscuridad, los llantos y las risas, los recuerdos y los olvidos, el amor y el desamor, por todo y por nada...




Brindo por ti, 2015.

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