martes, 2 de febrero de 2016

Caesari quae sunt Caesaris Caesari

El hogar de la hipocresía, así lo llamaban, las reuniones del diablo, y solo a veces, la voluntad de un pueblo, muchos eran los apelativos para aquel habitáculo instalado al fondo del Foro, donde prácticamente todas las semanas, unos viejos se sentaban a decidir qué sucedería en aquel imperio, aquel reino y aquella ciudad. Tú no tienes tu Zarzuela, ahí tienes tu Roma, la que no sueltas, la que manejas, tu época del despotismo ilustrado adelantado. Pero al César lo que es del César, yo me siento, observo y aplaudo, como hizo Pompeyo, con una sonrisa de oreja a oreja; o como Bruto observando el gran espectáculo de tu muerte a manos de aquellos que te daban palmadas en la espalda, te levantaban a hombros y te recibían como el rey que siempre pensaste y quisiste ser. Como la vida misma.

Hace tiempo ya que dejaste el Ejército de los Invencibles, la verdad que nunca me di cuenta de cómo ni por qué, de hecho era tan previsible que ni si quiera me provocó sorpresa, pena, o algún sentimiento parecido. En el momento fue como contemplar un barco que zarpaba, un barco capitaneado por aquel pirata que decidió tirar por la borda a toda tu tripulación y bastarse con sus provisiones, y su Roma, su amada Roma. No es una decepción, no es una desilusión, es una realidad como la vida misma, la tuya y la mía.

Ahora cuando la noche llega, y otro día más se va con el Sol muriendo en el mar, cuando vuelve la magia a esta habitación, cuando se detiene el reloj, cuando le ponemos zancadillas al tiempo, ya no está suelta la rienda de la imaginación, ya no existe ese miedo a que la mañana llegue y los engranajes vuelvan a pararse, ya no eres Invencible.
El dichoso verbo ha calado, ha hecho efecto y borrado la memoria, Roma, Roma y Roma, hasta allí me tengo que ir para despejar las dudas que me acechan desde bastante tiempo ha. Después de que el Genio se largara de la lámpara, cuando el cuento se había acabado, otro motivo más para escribir. No estás muerto, solo en tu descanso eterno, que parece que no es lo mismo, ya no escribes, no vuelas, no cacareas, pero das por culo como tú solo, huyes como siempre, con ese estilo de serpiente rápida y deslizante por un parqué, resulta que ahí estás, como la Puerta de Alcalá.

Pero no, esta vez no es de las que yo critico, tú lees y callas, tampoco de las que respondes y me río, esta es de las veces en las que yo sigo con mis cuentos y tú con tus canciones. No hay malo del cuento, no hay soniquete, ni tipo, y mucho menos comparsa. No este mes, no esta vez, no con un viaje tan cerca, las consecuencias llegan a su debido tiempo y la venganza tiene unos Carnavales por delante como vacaciones. No hay máscaras, no hay tonterías, solo encajar esto con filosofía.
Y esperar, solo queda esperar, yo en mi sitio y tu con tu Roma, en tu Senado, esperando tu momento final, que si llega...



Ya sabes de memoria cual es el final.

No hay comentarios:

Publicar un comentario