lunes, 1 de abril de 2013

Ci sono eterne


-       -   Todo es tan increíble, no puedo creer que todo esté, de una vez por todas en su sitio, en el sitio que yo le asigné al empezar esta historia que ahora parece menos interminable. Después de una barbaridad de capítulos, ha llegado el de verdad, el importante, el que todo escritor desea plasmar en el papel, el que todo lector desea saborear con sus ojos y el que todo personaje desea protagonizar.El maravilloso capítulo clave de la historia, simplemente aquel lleno de esa palabra tan….impronunciable para mí. El capítulo en el que las miradas se clavan, pero no miradas de las que duelen, tampoco de las que matan, son las miradas que dan vida, las miradas que hacen que dentro de esta larga historia empiece otra nueva con el único objetivo de ser eterna. ‘’Lo que hacemos en la vida tiene su eco en la eternidad’’. Es ese sencillo momento en el que más de un sueño se ve cumplido, ese único momento que no se repetirá jamás, porque es el primero y como el primero no hay ninguno. Es un primer beso, es el momento en el que el mal desaparece aunque sea por unos segundos, por unos cuantos párrafos de la historia y se esconde en su cueva, el bien, como siempre, gana, triunfa, sale por la puerta grande. Es ese momento indescriptible en el que ella, tan perfecta como lo soñé, tan lista, guapa, brillante, todos esos adjetivos en mi lista de cosas buenas dentro de mi caja de sorpresas, todos ellos suyos. El momento de la verdad, en el que la historia da un verdadero vuelco, es justo ese momento del cuento en el que  todo va mal, la guerra está casi perdida, los esfuerzos son inútiles, y justo en ese preciso momento, aflora la mayor de las fuerzas jamás conocida, esa fuerza que nunca separa, que une, ese hilo que no es capaz de cortar la distancia. Fue ese preciso momento en el que tu madre y yo nos hartamos de todo, de nuestras tonterías, de nuestros fallos, de los demás y de sus opiniones. Fue el momento en el que pensamos en y por nosotros mismos, y nos dimos cuenta de que estábamos en una causa perdida, más que perdida, esa causa no era otra que el bien de aquellos que deseaban nuestro mal, de esas voces que resonaban en nuestra mente y no dejaban hablar al corazón, fue ese preciso momento en el que me di cuenta de que era lo mejor de mi vida, que era todo lo que necesitaba y llevaba buscando en mis innumerables viajes. Fue en ese momento de locura en el que nos besamos y comenzó nuestra interminable historia.
-          -Papá…


-          -Y fue así como todo empezó nuestra historia interminable...

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