jueves, 6 de febrero de 2014

Binomio de vuelta a la realidad

La mirada baja, el rencor en sus venas y el dolor por todo su cuerpo. Cargando con algo que nunca buscó. Llegó justo donde quería llegar, llegó al otro extremo de la cuerda tras tantos esfuerzos por conseguirlo.  Dicen que lo bueno, si es breve, dos veces bueno, o malo, ¿Quién sabe? Después de cruzar las llanuras secas de un corazón de piedra, después de nadar por los ríos de sangre de los restos de otros ilusos que lo habían intentado, él llegó, llegó y cayó.

Quiso aprender a volar sin alas, quiso nadar sin agua y procuró ser lo que jamás quiso. Simplemente se encontró con el monstruo de cada uno de sus armarios, con el que no le dejó pegar ojo cada noche, por un sí o un no, o simplemente por un hola o un adiós. Las noches se hacían largas y dolorosas, y fuera hacía demasiado frío como para salir a pasear, ni tan si quiera para que los ángeles pudiesen volar. Los días, no se les podía llamar así, el Sol no brillaba, ni si quiera salía, se escondía entre las nubes mientras se conformaba con la lluvia incesante que le golpeaba la cara para hacerle recordar que seguía vivo ante sus contrarios deseos. Se refugió en su despacho, en sus plumas, su tinta y su papel, en sus frases encadenadas sin sentido alguno pretendiendo expresarse, pretendiendo sacar de dentro con cada trazada, cada letra de cada sílaba de cada palabra de cada frase de cada párrafo de cada página de cada libro todo lo que llevaba dentro de él, todo de lo que quería deshacerse.

Dijo una vez alguien, alguien aparentemente grande y entendido, que nuestros actos son los que nos hacen a nosotros, que nuestra vida son las consecuencias de nuestros actos, de las decisiones, que no somos nada, “primero se es y luego se va siendo”, muy buena Jean-Paul.


Él escogió, escogió a la más guapa y a la menos buena, y pagó las consecuencias. Ahora toca coser las heridas con el hilo del olvido, que él siga con sus canciones y ella con sus sueños, que todo vuelva a lo aparentemente normal, porque esa palabra de cinco letras, ese infierno que trae de cabeza al ser humano… ¿Es realidad o ficción?

 Permítanme seguir dudando.

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