La mirada baja, el rencor en sus venas y el dolor por todo
su cuerpo. Cargando con algo que nunca buscó. Llegó justo donde quería llegar,
llegó al otro extremo de la cuerda tras tantos esfuerzos por conseguirlo. Dicen que lo bueno, si es breve, dos veces
bueno, o malo, ¿Quién sabe? Después de cruzar las llanuras secas de un corazón de
piedra, después de nadar por los ríos de sangre de los restos de otros ilusos
que lo habían intentado, él llegó, llegó y cayó.
Quiso aprender a volar sin alas, quiso nadar sin agua y
procuró ser lo que jamás quiso. Simplemente se encontró con el monstruo de cada
uno de sus armarios, con el que no le dejó pegar ojo cada noche, por un sí o un
no, o simplemente por un hola o un adiós. Las noches se hacían largas y
dolorosas, y fuera hacía demasiado frío como para salir a pasear, ni tan si
quiera para que los ángeles pudiesen volar. Los días, no se les podía llamar
así, el Sol no brillaba, ni si quiera salía, se escondía entre las nubes
mientras se conformaba con la lluvia incesante que le golpeaba la cara para
hacerle recordar que seguía vivo ante sus contrarios deseos. Se refugió en su
despacho, en sus plumas, su tinta y su papel, en sus frases encadenadas sin
sentido alguno pretendiendo expresarse, pretendiendo sacar de dentro con cada
trazada, cada letra de cada sílaba de cada palabra de cada frase de cada
párrafo de cada página de cada libro todo lo que llevaba dentro de él, todo de
lo que quería deshacerse.
Dijo una vez alguien, alguien aparentemente grande y
entendido, que nuestros actos son los que nos hacen a nosotros, que nuestra
vida son las consecuencias de nuestros actos, de las decisiones, que no somos
nada, “primero se es y luego se va siendo”, muy buena Jean-Paul.
Él escogió, escogió a la más guapa y a la menos buena, y
pagó las consecuencias. Ahora toca coser las heridas con el hilo del olvido,
que él siga con sus canciones y ella con sus sueños, que todo vuelva a lo
aparentemente normal, porque esa palabra de cinco letras, ese infierno que trae
de cabeza al ser humano… ¿Es realidad o ficción?
Permítanme seguir dudando.
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