La vida avanza a pasos
agigantados sobre el desierto en el que pintamos corazones sobre la arena,
corazones que nuestra propia tormenta hizo desvanecerse, corazones que no
duraron tanto como parecía que durarían. Pero la vida sigue caminando por esos
caminos donde antes estaba todo pintado, construido, en sus correspondientes
pedestales, donde ahora todo está derruido, donde solo hay polvos y sombras,
que recojo a mi paso para las lecciones que debo aprender para mi futuro
dorado.
La magia siempre está
presente, en cada rincón de cada lugar, en cada mota de polvo, en cada resto de
lo que fue y de lo que pudo ser a lo largo de todos mis interminables días. Y
es esa misma magia la que me acompaña en cada paso que da mi vida, la que
enciende la luz cuando los túneles son oscuros, la que mueve mis pies sobre las
aguas que ahogaron a todos los que intentaron atravesarlas nadando, la que
ahuyenta los cantos de sirena y despeja mis dudas en todos los momentos de
incertidumbre.
Es esa magia la que un
año más ha vuelto a sorprenderme, para variar. Pero, ¿qué es la magia? No es lo
que sale de las varitas, no es lo que sale de las manos de los brujos, tampoco
es hacer desaparecer una cuerda o cortar a una persona a la mitad, al magia son
detalles, son hechos, palabras, y todo ello lo reúnen las personas; la magia
está en las personas, la magia son las personas, no la crean, lo son.
Cada caída es magia,
magia que puede provocar una sola persona, magia negra, oscura o como quieran
llamarla, pero cada vez que nos levantamos de nuevo, es la magia de todos
aquellos que agarran nuestros brazos para ponernos en pie. La magia no se
busca, se encuentra, llega, surge, aparece, pero no se puede pedir magia a esas
personas que no están destinadas a tenerla en nuestra vida. No podemos exigir
aquello que no damos. La magia surge del respeto, el aprecio, la amistad, la
tolerancia y la fidelidad, miles de detalles que hacen a unas personas dejar
huella en la vida de otras y no ser un obstáculo más en el camino, y ahí, justo
en el momento en el que la huella pisa el corazón y el alma, surge la magia, la
mayor de todas, esa yo no esperaba y que jamás he pedido. Nadie tiene la fuerza
para hacer magia en otro simplemente con la voluntad, son detalles que hacen a
alguien especial, y la puerta está abierta.
Después de todo, es su magia lo que cada persona deja en nosotros.
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