miércoles, 15 de julio de 2015

¿Last dance?

Otra vez las cartas están boca arriba sobre la mesa, otra vez los recuerdos se agolpan en la puerta, ¿para qué? Pues otra vez para nada. Nunca es suficiente, y de nada sirve pensar en una estrategia, o sin ni si quiera pensarla, simplemente no sirve de nada mirar más allá de este tiovivo del que me he empeñado en no bajarme. No me puedo sentir más imbécil de lo que me siento ahora mismo.

Pueden ser minutos, o pueden ser horas, pero la Bella y la Bestia bailaron aquella noche, otra vez en su pista de baile favorita, otra vez la misma canción, pero el final de mi cuento es demasiado diferente como para hacer esa metáfora.

La rosa ya estaba demasiado marchita, incluso habiendo arrancado algunos pétalos fruto de la desesperación. El camino estaba trazado, y paso a paso todo quedaba más lejos de aquel lugar, más lejos de la perdición. Pero supongo que Cenicienta no pudo evitar querer ir al baile, ni Bella bailar con Bestia, ni Blancanieves morder la manzana...Y yo no pude evitar darme la vuelta cuando la perdición volvió a mirarme a los ojos. Tanto ella como yo éramos conscientes de lo que significaba eso, solo que yo decidí intentar engañarme otra vez, y, simplemente me sirvió y me bastó con un baile, con el traje azul y el vestido dorado.


El enorme esfuerzo por encontrar una salida y trazar un camino que me llevara los más lejos posible, dolió, mucho, pero merecía la pena sabiendo qué era lo bueno para mí. Pero una simple llamada, una tontería ha bastado para joderlo todo de nuevo, para dar mil pasos atrás y tener que volver a empezar de cero. ¿Pero de verdad quiero empezar? No quiero empezar solo, pero tengo que hacerlo.


Al fin y al cabo es un último baile y la historia de siempre.



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