lunes, 6 de agosto de 2012

Love and royalty


Aquellos tiempos en los que la Tierra estaba dividida, esos reinos fantásticos donde todos soñamos con llegar, esos reyes buenos y malvados, príncipes, princesas, ogros, mazmorras; a esa época me remonto.
Y es que hubo un tiempo en el que dos de los mayores reinos que existían sobre la faz de la Tierra, estaban enfrentados; una causa infantil para unas consecuencias desastrosas. El príncipe Neddar había abandonado las tierras de Invernalia, huyó de la capital, huyó de la furia de su padre, el rey Coldenor, al rechazar el matrimonio con la princesa Albariel, hija de Barathor ; rey de Avalon. Ambos reyes querían unir a sus hijos en matrimonio para unificar los reinos, para unir las familias, compartir sangre; pero el príncipe declinaba la propuesta, no conocía a la princesa, jamás la había visto y no tenía sentido verla el día de su boda, pero los tiempos que corrían eran difíciles y tuvo que abandonar el reino.

El rechazo a su hija, a su propia sangre, enfureció al rey Barathor que declaró la guerra a Invernalia para unificar los reinos, sí,  pero solo quedaría uno. Los ataques comenzaron, eran incesantes, la gente huía hacia las cuidades protegidas, las capitales, se encerraban en los castillos. Mientras, la princesa Albariel intentaba persuadir a su padre de que la guerra no llevaría a ninguna parte. Invernalia, tierra del frío,  de los largos inviernos, las noches interminables, los árboles susurraban los nombres de los yacidos en ese bosque, los soldados enemigos enloquecían antes de llegar a las tierras del rey Coldenor. Avalon, tierra de la despreocupación, hogar del hierro, las prostitutas, el desmadre, siempre creyó ser el reino superior, su rivalidad con Invernalia duró siglos y siglos.

El príncipe Neddar se escondió en uno de los numerosos castillos donde escribió una carta a su padre:

Querido padre,
La guerra es la opción que tanto Invernalia como Avalon han escogido. No soy nadie, tan solo el príncipe, y mi autoridad no se acerca a la vuestra pero si para conseguir la paz es necesario contraer matrimonio con esa desconocida, solicito una cena de paz entre ambos reinos.
Fdo: Neddar

La respuesta a la propuesta de su hijo fue positiva, y pocas semanas después, aunque continuasen los enfrentamientos, en el Palacio de Invierno se reunieron ambos reyes y sus correspondientes hijos.
Neddar se sorprendió al ver entrar por la puerta a la princesa Albariel, el esperaba una dama fea, vestida con arapos, como contaban las leyendas de Invernalia que era la gente de Avalon; pero era una bella dama, con una mirada penetrante, unos ojos color esmeralda y unos cabellos rubios interminables.
Albariel tampoco esperaba que el príncipe Neddar fuese tan apuesto, robusto, fuerte, alto, cabellos rubios y una mirada de ojos azules que alcanzaba el alma, sin olvidar su encandiladora sonrisa; ella esperaba un príncipe gordo, grosero, feo, sucio tal y como las historias de Avalon contaban de los hombres de Invernalia.

 La tensa cena comenzaba…
-          ''¿Por qué no quieres casarte con mi hija, principito?''
-        ''  No ataquemos a los muchachos, Barathor, esto es entre los dos reinos, los dos reyes.''
-          ''Intento unir nuestras familias, nuestros reinos, y obtengo esta respuesta, que desprecio…''
-          ''Majestad, no es desprecio pero no puedo casarme con alguien a quien no he visto nunca'' – dijo Neddar
-         '' Chico, ¿prefieres la guerra?''
-         '' No puedes ser tan injusto, no en todos los reinos se aplican las leyes de Avalon.''
-          ''Claro que no, pero yo sigo esas leyes, son las mías.''
-         '' Las siga quien las siga, no puedes imponer las leyes de Avalon al heredero al trono de Invernalia.''
-          Soy Barathor, rey de Avalon, el mayor de los reinos y…''
-         '' Pero no el más poderoso.''
-          ''Eso queda por demostrar.''
-        ''  Me informan que vuestro mayor ejército acaba de caer en el gran muro de Invernalia en una ofensiva para despistar a mis soldados.
-          ''Es un farol, no puede ser.''
-          ''¿Quiere la cabeza de su general?''
-        ''  Se acabó, me voy de aquí''- Neddar se levantó y salió de la sala.
-          ''Y yo, estoy harta…''- Le siguió Albariel.
Neddar se dirigió a su cuarto pero al ver que Albariel le seguía, se detuvo:
-          ''¿Me estais acosando, princesa?''
-         '' Tengo un reino a mis pies, principito, no creo que sea necesario acosaros.''
-          ''¿Queréis casaros conmigo?''
-          ''¡No!''
-          ''Excelente, preparaos para perder la guerra.''
-          ''Vos ganareis la guerra y yo ganaré en la cama.''
-          ''¿La cama?''
-          ''Olvidadlo principito...''- Dijo dándose la vuelta.

Neddar la agarró del brazo la hizo girar y mirarle de frente, sus ojos esmeralda le perforaron el alma, ella sentía lo mismo. Sus almas brillaban.
-          ''Quitad vuestra realeza del medio, olvidaos de la Tierra Media, de Avalo, Invernalia, de todo, venid al reino mago que guardo en mi corazón, casaos conmigo.''
Albariel cerró los ojos…
-         '' Sí…''

Ambos se fundieron en un beso que duró la eternidad. En ese instante  ambos reyes salían a trompicones de la sala, pegándose mutuamente y al ver el beso, sonrieron, pero una luz invadió la sala, una luz que salía de ambos príncipes, una luz que cegó todo.

La luz desapareció, abrieron los ojos y estaban sentados en el trono, rey y reina, en un gran palacio, la reina Albariel se asustó, miró a su marido Neddar que sonrió.




- ''Te dije que vendrías a mi reino mago...''

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