Pintaba como una mañana tranquila, el Sol se levantaba de
nuevo e iluminaba toda la ciudad, Udine siempre ha sido preciosa a la luz del
Sol, pero no tanto a la luz de la Luna. Las nubes empezaban a desaparecer y el
dios estival sonreía a todos los habitantes de esa mágica ciudad, precisamente
a los mismos que sonrió el día anterior, bueno, a todos menos a uno, y si
concretamos más, a una. El Sol iluminaba el centro de la Piazza Primo Maggio,
que brillaba con más fuerza que nunca pero con menos alegría, el centro de la
fuente estaba teñido de rojo, el agua ya no era cristalina, y el cadáver de
Simonetta yacía dentro de ella.
Nadie la había visto la noche anterior, nadie supo donde se
dirigía a toda prisa después del trabajo, desde las 16:15, Simonetta ya estaba
muerta para la ciudad de Udine. Como en todas las ciudades, la variedad de
habitantes es inmensa, al igual que su número y Simonetta no era precisamente
de esos personajes estrambóticos que destacase por su forma de ser, sus
vestimentas o sus amistades, ni si quiera era muy conocida en la ciudad, hasta
ese día.
Dicen que las noches
de Udine son las más peligrosas de Italia, que la Luna suele dar una vuelta
buscando almas perdidas por las calles de su ciudad favorita. Sus compañeros
dicen que salió tan rápido del trabajo, que Simonetta se dejó hasta las llaves
de casa en la oficina, pero nadie supo por qué. Los más cercanos a ella dijeron
que llevaba unos días un tanto inquieta, pero nada más fuera de lo normal.
El cadáver tan solo presentaba una herida de bala en la
cabeza, exactamente, la bala, encontrada hundida en la fuente, era de calibre
45 ACP, pero eso no aclaraba mucho el asesinato, pero sí la nota que ella
llevaba en la mano derecha, un papel doblado y mojado que decía: ‘’ Alma
perdida’’.
Las hipótesis siguen sobrevolando todavía por las cabezas de
los policías, pero todo lleva a lo mismo, la Leyenda de la Luna, esa estúpida
historia que se le cuenta a los niños pequeños para que se duerman.
Sigo dándole vueltas al caso, no soy capaz de quitármelo de
la cabeza, ni si quiera puedo dormir sabiendo que la Luna pudo ser la asesina.
Pero he decidido volver a dormir, cosa que no he hecho desde que me asignaron
el caso. Pero mis ojos tienden a cerrarse más cada noche.
- ¿Qué hago aquí? Estoy…en la Piazza Primo Maggio y… esa que
viene corriendo es… ¿Simonetta?
- - ¡Simonetta! – le grito, pero no me oye.
Está viniendo a un hombre, así que voy a esconderme para que
nadie me vea y a escuchar la conversación:
- - Francesco, por fin estás aquí.
- - Simonetta…
- - ¿Qué ocurre?
- - Se acabó, estoy harto de todo esto, de este
mundo de mierda, estoy harto de ti y de tus manías, de tener que vernos a
escondidas, que seas lo más oscuro de la ciudad luminosa, no puedo.
- - Pero…
- - Me quitas vida, Simonetta, me voy…
Se aleja el hombre y Simonetta se arrodilla en el suelo y
rompe a llorar, las hojas de los árboles empiezan a caer y se oye una voz:
-
Te avisé.
Entre las hojas, Simonetta coge una nota, no sé que es lo
que pone pero ella se va al centro de la fuente…La…La Luna…está bajando, pero… ¿Qué
hace?
- - Y como cuenta la leyenda, el alma perdida se
situó en el centro de la plaza, su rostro quedó perplejo, su corazón latió por
última vez aunque ya estaba roto y su alma…voló.
Eran las palabras finales del cuento, la Luna está narrando
su propia historia.
- - ¡PUM!
Un disparo, y la sangre de Simonetta tiñó el agua de rojo. Y
acabo de despertarme en mi cama, y todo está tal y como lo dejé.
Llego al trabajo y...
- - ¿A Simonetta la mató la Luna?
- - Eso creímos, eso creí, pero la mató el de
siempre…
...El amor...
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