domingo, 6 de enero de 2013

Vita passata, vita perfetta


Como esa típica película americana, me cambié de casa.
Como esa típica película americana, guardé los recuerdos  en el desván.
Como esa típica película americana mi historia de amor fracasó.
Pero a mí no me gustan las típicas películas americanas, me gustan…las mías.

Precisamente de esos recuerdos que guardé en el desván encontré mi antiguo diario, mi particular ‘’Diario de un Asesino’’. Empecé a leerlo de nuevo hace unos días y acabo de terminarlo. Cada página es un nuevo recuerdo, es un nuevo mar de lágrimas que no eran mías. Ganaba, una y otra vez, ganaba, era mi propia película y ganaba yo, el malo, el que nunca debe hacerlo. Todas tenían el mismo guion, una chica y sus sentimientos, yo y mis…prometí no reírme así que dejemoslo en…yo. Todo empezaba con un beso, y seguía con muchos más hasta que empezaba todo a torcerse y antes de que me tocara sufrir, el demonio de mi hombro izquierdo daba órdenes y empezaba, como todos lo llamaban, el verdadero show. Empezaba a ser yo mismo sin importarme los sentimientos de la otra persona, a buscar el bien individual y no el de los dos y sobre todo lo demás, hacer daño, cosa que me encantaba.

No paro de pensar en lo maravilloso que era aquello y me he dado cuenta de que soy demasiado joven como para dejarme engañar y entregar eso que dicen que me late dentro y que estoy dejando de darme cuenta de que lo tengo. ¿Sentimientos? Solo hacen daño y se pueden ir por donde quieran, estoy harto, harto de que haya intentado cambiar y mi fama me haga errar una y otra vez, incluso años después, algunos tienen muy buena memoria. Si tanto lo recuerdan y si tanto hablan de que soy así, lo seré, calma, pero no porque os otorgue la victoria, no, no porque quiera callar ninguna boca, no, lo hago por mí mismo, lo hago porque en ese momento y de esa manera, mi vida era demasiado perfecta, tanto que dejé de creérmela y decidí cambiar de rumbo, y mi barco encalló.

Esa sensación de ser dueño de mis actos, esa sensación de saber lo que quiero un día y que al día siguiente quiera otra cosa, y lo mejor de todo, conseguir ambas, salirme con la mía sin rendirme, ser querido sin querer, saber que por un momento manejo los hilos. No mentir, volver a ser esa persona tan directa que se ganaba enemigos desde que salía por la puerta de la calle, que la sinceridad y el alcohol vuelvan a ser mis vicios, que olvidar rápido sea la vacuna para mi enfermedad y que el sueño solo sirva para elaborar el plan maquiavélico que comienza con mi despertar. Volver a ver mundo, volver a donde todo empezó, allí, a la Bella Città, la eterna, Roma, que curiosamente, al revés es mi kriptonita, el anti-yo, no miedo, sino asco.
Simplemente he decidido que así me irá mejor, como en un momento ya me fue. El camino erróneo solo me hizo aprender. Mi vida dejará de ser ese círculo vicioso de dolor y sentimientos. Todo se basará en aquello que siempre me mantuvo contento.


Mi vida fue y será una fiesta continua.



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