La buena noticia de todos los días, tus calles, tu Sol y tus
sombras, tus matices, tu río, y ese color tan tuyo. Esa alegría que desprendes por ti
misma, esa alegría loca de tus habitantes de Carnaval en Carnaval.
Enamoran tus calles, tus murallas y tus plazas, tus días y
tus noches interminables, tu gracia, tu gente, desde Puerta Palma hasta la
Alcazaba. Las ganas de verte aumentan cada día, desde el momento en el que se
va el autobús hasta el momento en el que vuelve a tu estación.
Cada piedra,
cada parque, cada edificio, cada detalle insignificante que me vio crecer, ahí
estás, tú misma, en tu esencia, tan bonita como siempre.
Tú misma, la verdadera ciudad eterna, la del amor y la de
todos los adjetivos y apelativos que quieran ponerte, buenos o malos, porque siempre
vas a ser tú, siempre una más de la familia, la que nos ha acompañado en
nuestra vida en todo momento bueno y malo.
El Sol te ilumina cada mañana, tus calles, tus edificios,
tus monumentos y tu gente, tus luces y tus sombras, la vida en ti parece mucho
más fácil, esa preciosa monotonía que no cansaba nunca, el día a día de tus
detalles, de tu magia, esa que solo desprendes tú sin ayuda de nadie, esa
sensación tan especial que das, ese cosquilleo que siento cuando vuelvo y esas
ganas de volver otra vez. Eso solo lo puedes lograr tú, nadie más.
Caen las noches y se encienden las farolas, las luces de las
casas, los adornos, te enciendes. Son tus fiestas, tu feria y tu Carnaval, el
alma de la comunidad y el orgullo de todos los que presumimos de formar parte
de ti. El tiempo se para cada vez que estoy contigo, como una noche de San
Valentín, o de bodas o un aniversario, se detiene para disfrutar, para vivir ,
para ser parte de tu grandeza, de tu alegría, para ser parte de ti.
Y es que te echo mucho de menos, pienso en ti como un
objetivo final, como una meta grande, como algo que llegará por muy lejos que
parezca, por muchos kilómetros que nos separen.
Son inevitables las ganas de verte, Badajoz.
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