lunes, 30 de diciembre de 2013

Ciao, 2013

2013. Cuatro dígitos exactamente. Muchos dicen, supersticiosos ellos, que el 13 es el número de la mala suerte, el martes y 13 o el Friday 13nth; a esos les digo, que este año 2013, ha sido EL año, sin duda alguna. Ha sido el año de los cambios, el año en el que ha tocado madurar un poco por mucho que se niegue, en el que me he dado cuenta de todo lo que tenía alrededor. Ha sido el año en el que me he despedido de mi patio, el grande, de mi instituto, mis clases, mis pupitres y pizarras, y de mis profesores, entre ellos una muy especial. Ha sido el año de la graduación, de la gran borrachera, de ponerse traje y elegante y recibir la banda después de una selectividad sufrida y bien pagada con una gran nota. Sin duda ha sido el año de Valencia, de Garrote y de Tito Ángel, ha sido el año de todos aquellos que nos han seguido año a año hasta llevarnos a la deseada Universidad, el año de aquellos a los que hay que estar agradecidos. Ha sido el año del verano más memorable de todos, sin duda. El verano de los veteranos, los Bartolos y los Khalifas, la cama de matrimonio con el mono, las vaguerías del Ale o el aire acondicionado del Chico. Ha sido el verano de Fuengirola, el de la playa, el mar, la arena, el fútbol, los baños, ha sido el mejor verano de mi vida. Ha sido indescriptible. Pero no todo es un camino de rosas, este año, se ha roto el pequeño sueño, se ha ido él, que sigue conmigo, pero ahora en Londres, el año del adiós, o mejor dicho el “hasta pronto” de José Mourinho.
Ha sido el año del cambio, de volar del nido, el año de darte cuenta de quién eres, de qué quieres y de lo que vas a ser. Ha tocado despedirse, dejar a un lado la tierra, mi Badajoz, y partir en un viaje, el de mi vida, el de mi aprendizaje que sigue, ha sido el año de dejar no atrás, sino al lado, todo lo que me hizo crecer, madurar y me ayudó a ser la persona que soy. Ha sido el año de llegar a un nuevo lugar, a mi ansiada capital, de visitar mi templo y disfrutar de mi equipo cada fin de semana, de admirar al de la ceja y dejarme la voz.
Hay personas que se van y otras que se quedan, pero a los dos tipos quiero darles las gracias; los que se van, simplemente gracias, porque dejáis sitio a los nuevos, a aquellas personas que se ganan un hueco en mi vida, uno muy merecido. A los que se quedan se me quedan cortas estas siete letras, son los que están, han estado y estarán, los especiales, desde el gato con botas hasta el mono que me llevo a Madrid, desde la Barbo nadadora hasta la rubia loca. Mi vida es sencillamente increíble y cada segundo merece ser vivido.
2013 ha sido un año lleno de sensaciones, nuevo ambiente, nuevas cosas, pero siempre la misma esencia. Sigo echando de menos a los que se han ido, a los dos ángeles de la guarda, a los dos hombres más grandes que jamás he conocido, a los que me enseñaron más que nadie y más que la propia vida, a los que merecen un libro en mi vida, un trofeo, una insignia y muchos recuerdos.
Me gusta pensar a lo grande y llega 2014, está llamando a la puerta pero me faltan las uvas, es el año de Xabi, es su número, es otro que se suma a los muchos que llevamos, con todos y cada uno de vosotros, es una etapa que sigue, un cambio que me ayuda a saber quién es cada uno en esta vida, en mi vida, cada personaje de este cuento tan frenético, de este tiovivo imparable, de este viaje interminable y esta historia que, como todas, merece ser contada.
Otro año más en el calendario, desde enero a diciembre, el año de los 18, del alcohol y el desenfreno, del destape y la locura, el año de la revolución, de las salvajadas, de no pensar, si es que eres tú, 2013. No es un año más, no se puede tirar esta calendario como hacemos con los demás cuando llega el 31 de diciembre, este calendario hay que guardarlo, es otro, sí, con sus 12 hojas, pero cada una tiene miles y miles de recuerdos, el año de los cambios, el de los sentimientos, serán 12 hojas pero de ahí podríamos sacar enciclopedias de nuestras vidas, de tan solo 365 días que tiene el año, curioso que si en tan solo 24 horas pueden pasarnos infinidad de cosas, multiplicadlo por 365 y tenéis la vida, vuestra vida, la de una persona que aparentemente es normal y corriente pero…no, nadie lo es, cada uno somos un mundo, un libro, y ya toca cerrar este largo y maravilloso capítulo, una nueva obra de arte que forma parte de nuestra vida, otro mundo que había que conquistar, y que ha sido ganado, un mundo del que todos somos reyes, todos y cada uno de nosotros, otro año más, día a día, como él solo.
Matemáticamente es otra suma más, se podrá borrar de la calculadora pero no de la memoria; no ha sido un año más, ha sido un gran año más, el del verano, el de la madurez, el de los recuerdos y el de los cambios.



Te debo una, 2013.

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