No
sabes quién eres realmente hasta que te encuentras a ti mismo, y mientras tanto
vas por la vida ocupando personalidades ajenas a la tuya para intentar formarte
como la persona que nunca serás.
Una
hiena, un ser despreciable que se arrastra entre las piedras y los restos de
los demás animales para intentar rascar algo; un crío, alguien que nunca supo
lo que es un “NO”, alguien que nunca aprende de sus errores y que sigue enganchado
a la doble cara de la moneda.
Si
nunca has sido nadie, vas a seguir sin ser nadie. No vas a ser el gracioso, el
inteligente o el sensible, tampoco vas a ser capaz de destacar todas esas
cualidades en una persona porque nadie es perfecto, y tú menos. Sientes que
tienes que ser el centro de atención, sientes que tienes que ser el patrón del
circo que tú crees que creaste y sientes que no puedes vivir sin ello y por eso
pones todo tu empeño en que la vida sea como tú quieres, y no solo la tuya sino
la de los demás.
Cada
persona narra su propia historia con sus propios puntos de vista sobre cada una
de las vivencias que ha tenido, sin embargo, tú quieres sostener todas las
plumas a la vez y se te cae la tinta por todos lados, no sostienes tu propio
mundo, ¿cómo vas a ser capaz de sostener el de los demás?
Has
idealizado tanto tu forma de ser que no existe ni para ti. No llegas a plebeyo,
¿cómo quieres equipararte a un Princeps? Una moneda tiene dos caras y la vida
está llena de decisiones, y no se puede abarcar todas las posibilidades de la
vida, “amigo”
Simplemente
con que tu existencia sea innecesaria nos basta al resto.
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