lunes, 8 de octubre de 2012

Nearly free


Parece que estas cuatro paredes no pueden aguantarme, estos cuatro espejos que me rodean están a punto de romperse, no por mi más que dudosa belleza, pero sí por lo que esconden.

Me encerraron aquí con el simple objetivo de que mi rabia y las consecuencias de esta no saliesen de la habitación, y mucho menos yo. Todo por el error más tonto del mundo, por creerme capaz de algo imposible, por creer que iba a salir todo bien por una vez, por no seguir el guion de la historia jamás contada.

Todos cambiamos, continuamente, nos movemos, crecemos, maduramos…Bueno, esto último no todos. Pero no podemos ser iguales, no sabemos ser iguales. ¿Por qué no puede el lobo irse tranquilo sin molestar a caperucita?, ¿por qué la manzana era roja y no verde?, ¿por qué a Don Quijote se le llamaba loco por vivir sus sueños?

Me he salido de la fila, soy culpable, no voy a negar la mayor evidencia jamás contada, pero no voy a conformarme con esta condena.  Los espejos están empezando a romperse, ¿qué les pasa? Por una mísera vez, decidí que sabía lo que quería, que me tocaba asentar la cabeza y estarme quieto por una vez, pero eso conllevaba romper las reglas. He hecho lo que sentía y no se me puede reprochar nada.
Nunca me ha gustado la monotonía en la que se cimienta el mundo que me rodea, imponiendo la ley del más fuerte, dejando rastros con jugadas sin acabar, no me gusta el mundo en el que vivo y por eso  se me odia, por querer cambiarlo.

Y un día, sin avisar y sin juicio previo, se presentaron los guardias reales en la puerta de mi casa, y con la escusa de que las órdenes llegaban de arriba, me encerraron en esta cárcel, esta habitación en cuya puerta pone: ‘’Prohibido enamorarse’’

Para que todo aquel que venga a verme sepa que un día viví fuera de aquí, que un día la piedra fue diamante, que los ojos azules brillaban por una sola razón; que era única, inconfundible, que era la envidia de todas las demás, la que más bonita llegó al baile, la más elegante, la más amable. Sus ojos eran dos farolillos que me alumbraban en el camino oscuro hacia su corazón, hacia el verdadero objetivo, porque es innegable que me enamoré de aquella muchacha rubia, de ojos verdes únicos en el reino, de figura despampanante, de sentimientos más puros que el agua. Pero lo mejor de todo fue saber que ella sentía lo mismo, pero tarde.

Ella lo siente ahora, ahora que el que manda es el de arriba, el de fuera, y yo aquí encerrado, no me dejan sentir, no me dejan salir, no me dejan sufrir por mucho que esté acostumbrado a hacerlo. Parece que no existo, que la apariencia me ha ganado la partida y que la maldad ha invadido mi reino, que el malo malísimo de todos los cuentos que nos contaban ha interpretado mal mi mensaje; él también quiere cambiar la historia, pero el final debe seguir siendo feliz, o al menos eso creo. ¿Por qué se ve la luz allí? El espejo se ha roto, la pared está cayendo poco a poco, parece que no piensa, que siente, que padece y quiere dejarme salir, y a este ritmo, creo que será dentro de poco.


Porque estoy empezando a latir.

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