miércoles, 16 de octubre de 2013

El día que decidió no mirar atrás

Aquel día aprendió muchas cosas. Desde la mañana tranquila hasta la noche de desenfreno, un día para aprender. Una clase magistral de la vida, cómo andar, cómo querer, cómo besar…La vida la aprendió en un solo día.

Las estrellas ese día se alinearon de forma diferente y empezaron a brillar más que nunca, comenzando por el Sol, su despertador  diario que entraba sin permiso por la ventana, entre las cortinas anunciando un nuevo día que aparentaba tan desastroso como los anteriores.
Pero hasta el desayuno fue diferente ese día, el trabajo fue diferente, incluso ella parecía diferente…Sentada en otra mesa diferente a la de todas las tardes en el Starbucks de Callao. La gente tenía una mirada diferente, sonreían, y él devolvía las sonrisas, como iba contando…un día diferente. Y todo empezó con un ‘’perdona, ¿tienes hora?’’ .

Todas las historias de amor empiezan con un choque fortuito, con un príncipe salvando a una princesa, pero claro…ese día todo era diferente. ‘’No, no tengo’’ y se fue. Inesperado para alguien que llevaba días y días haciendo su camino de vuelta a casa más largo de lo normal solo para pasar por Callao y verla sentada en la mesa de siempre, pero claro…ese día era diferente.

Ese día tomó una decisión diferente a los demás. Esa noche parecía otra, con más estrellas, con más vida, con ella. Otra noche rodeados de alcohol y fiesta, de borrachos y vagabundos, de trozos de vidrio y olores nauseabundos. Y a él le dio por pensar, por querer ser su medicina, sus silencios y sus gritos, sus penas y alegrías y confió en la Luna para que obrase el milagro.

Pero no sonaban tangos, tampoco la campana y la Luna se apagaba, cansado de esperar decidió, por fin, ese día, el día diferente a los demás, decidió.  Decidió que era mejor la guerra con ella que un invierno solo, que quería ser la espina de su rosa, que quería empezar a hacer latir eso que un día los biólogos llamaron corazón, que decían que latía o que sentía, eso.


Ese día, sí, ese día reunió el valor suficiente como para, después de vaciar su quinto vaso, lanzarse al vació, dejar de pensar y ser fuerte para probar, querer y hacer querer, arriesgar, y para esa lista de verbos sentimentales  que todos conocemos. Ese día encajó la última pieza del puzzle, ella, ese día terminó un viaje para empezar otro, ese día por fin consiguió probar  sus labios, consiguió el dulce de sus besos y la eternidad de sus miradas, y lo consiguió en un día diferente..

El día que decidió no mirar atrás.

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