Prometí dejar de mirar, apartar la mirada, prometí dejar de
pensar, de recordar, prometí dejar de soñar, pero esta vida se hace más
complicada de lo que cuentan en los libros.
No hay palacios enormes y cenas elegantes con enormes
vestidos que cubran la alfombra de estrellas. El cielo no es tan azul, las
estrellas no brillan tanto, la luna no es tan grande y los pájaros han dejado
de volar.
No hay paisajes, me conformo con ver un cubo de basura medio
lleno o medio vacío, depende de lo optimista que me levante ese día. Todo dejó
de ser el cuento que era, se volvió más oscuro de lo que llegué a pensar. Ese
mundo que creamos juntos, se me vino encima cuando intenté sostenerlo yo solo.
Dejaste de usar la radio que te animaba cuando estabas triste, se te perdieron
tus cascos rosas por las calles de París, te dejé de mandar flores, de buscarte
cuando te ibas, de llamarte cuando salías, me olvidé de mi mismo.
Me encerré en mi burbuja, escribía sin parar, dibujaba todo
lo bonito que parecía este cuento, con su princesa, o mi princesa a veces, su
palacio, sus fiestas, sus trajes, sus cenas elegantes, sus coronas, su cielo
azul con las estrellas brillantes, la luna enorme y los pájaros volando, sin
malo, era demasiado bonito para que alguien quisiese destrozarlo todo.
Lo feliz que estabas sentada en el trono, al lado de tu
unicornio retrasado, entre tus padres esperando a que llegase con espada en
mano tu príncipe azul que te sacase de allí, que te llevase en volandas por
todo el reino, que cruzase todos los bosques, las junglas, que ganase las
batallas en tu honor subido a un dragón, que escalase la torre sin tu ayuda,
todo hecho, todo un sueño.
Pero todo explota, parece que todo no es como pensamos
cuando dormimos, ese momento de inconsciencia que pensamos que estamos en el
cielo, sí, azul con estrellas, luna y pájaros volando. Parece que la magia del
momento es tan real que hasta que no suena el despertador, no nos atrevemos a
salir de la cama, el mundo real da demasiado miedo comparado con el que sale de
mi mente cada vez que cierro los ojos.
Me da miedo mirarme al espejo sabiendo que no me veré
elegante, ni con corona, sino con una botella de Vermouth en la mano y manchas
de pintalabios por todo el cuerpo.
Pero es tan bonito e inevitable que cada vez que me
despierto a tu lado piense que sigo soñando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario