El sonido se aleja, la fiesta se acaba, esto se termina. Ya
no hay más fiesta, el alcohol se guarda para las ocasiones importantes, las
sonrisas se esconden entre los papeles y no damos con la ecuación de la
salvación.
Nuestra vida deja de ser el binomio perfecto que era, no nos
queda otra que ceñirnos a la rutina que abandonamos allá por junio, la del
despertador a las 7:26 am, la de estar sentado hora tras hora en una silla
atendiendo a un profesor que quiere ganarse su sueldo y lo hace lo mejor que
puede. Este año acabamos en abril, nos follan en mayo y nuestro futuro se
decide en junio. No voy a hablar del épico verano que voy a pasar rodeado de
mis amigos en la playa o donde sea, porque lo que hará grande ese verano y ha
hecho grande este son ellos. No voy a dar todos los nombres del tirón porque
son muy pocos y algunos que se incluirían en la lista no lo están; pero eso ya
no es culpa mía.
Creo que este verano será recordado, como todos, por las
peleas, las risas, los desfases, y las tajadas; un verano para no olvidar
nunca. Un verano en el que he trabajado
de acosador, detrás de una princesa que fue orco; he visto que hasta las
princesas pueden ser orcos y que no me viene mal golfear de vez en cuando.
Ha un verano muy movidito, el verano del TACATÁ, como
olvidar esa canción. Pero ni la canción, ni el verano, ni los sucesos de este
se me van a olvidar nunca. Como tampoco puedo olvidar que me tengo que levantar
temprano para empezar mi nueva rutina, espero tener mejor comienzo que el Madrid
y mejor final que el Barcelona; pero la vida es cuestión de ecuaciones, de
fórmulas, de números.
Nunca te olvidaré, verano de 2012.
TACATABRO
ATACA YO EL MÍO TAMBIÉN
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