viernes, 3 de febrero de 2012

Carta a un asesino

Sé que aunque no lo parezca, sueñas con es día. Ese día en el que las nubes se tiñan de gris y los rayos y truenos desfilen como aquel día en Río.
Una pequeña e ínfima llovizna que caiga sobre una lápida, y gota a gota se borren las huellas de tierra que tapan mi nombre grabado en piedra.
Con certeza sé que tienes pesadillas con mis reacciones, con mis voces, mis saltos, tienes pesadillas con mi cara, mis ojos verdes de serpiente.
Pero vives tranquilo despierto, de bar en bar, de Roma a Puerto Príncipe.
Te escondes entre los cojines de los burdeles de París, incluso entre los pechos de cualquier mala madre.
Sé que la conciencia tiró tus llaves por el desagüe y duermes acostado entre cartones del Día en la puerta de Caja Badajoz.
Sé que de vez en cuando te pasas a verme por obligación.
Pero a pesar del buen sueño y de las pesadillas, sabes, por encima de todo, que no puedes dormir.
Sabes que tu chaqueta de franel beice y tus pantalones de pana sobre la silla de tu desastrosa habitación proyecten una sombra espeluznante que te abre los ojos como platos.
Odias que de todos tus errores, el que más te pese sea yo.
No pegas ojo en esos momentos de silencio absoluto que tanto cuesta conseguir y mantener, como aquella noche en Las Vegas.
En cada copo de nieve que cae en Enero, ves i cara hasta que caen al suelo.
Te duele cada rayo de sol que golpea y se te clava en la piel, que refleje el azul de tus ojos y se te pongan llorosos, que cada lágrima sea una cascada que queme tus mejillas por cada recuerdo.
Todas las noches me paso un ratito a verte, pero me escondo debajo de la cama para que no me veas, ahí donde apoyas tu espalda erguida, que le sigue tu cuello, que sostiene tu cabeza, la que nunca agachaste.
Siento tu sufrimiento como si fuese mío, sin haberlo provocado.
Creo que te harás a la rutina, tú la elegiste…
Al fin y al cabo…Fuiste tú quien me mató.


No hay comentarios:

Publicar un comentario