lunes, 6 de febrero de 2012

Lesson Nº 13... Hidden identities

Noche fría, normal en el invierno ruso, pero demasiado frío para los españoles.
Demasiado frío para tumbarse, para estar de pie, para sentarse en el de piel de la habitación. Por eso, había quien no podía dormir aquella noche aunque el frío no era un motivo creíble…
-         ¿Qué haces aquí a estas horas, Mario?
-         No puedo dormir…
-         ¿Y eso? Mira que tú eres de sueño español, de horas y horas…
-         Pues resulta que hoy no, Dimitri.
-         ¿Karina?
-         No entiendo por qué después de tantos años ha vuelto a aparecer.
-         ¿Acaso crees que lo entiendo yo?
-         Espero que no sepas nada y me lo ocultes, más de una vez lo has hecho.
-         Creo que sigue trabajando para Sandra y Aitor.
-         Pero la banda siguió actuando después de mi desaparición accidental.
-         Claro, y lo más seguro es que esos hijos de puta lo sigan haciendo.
-         Pues no creo que en Rusia sean bien recibidos.
-         Últimamente se dedicaban a hacer sus crucecitas.
-         Ridículo, para variar.
-         Típico en esa gentuza.
-         Aún no me ha quedado claro, ¿por qué te fuiste tú?
-         Porque después de tu accidente empecé a hacer preguntas y cuando descubrí que ellos estaban detrás de todo eso porque descubrieron tu verdadera identidad, me persiguieron a mí, pero me dio tiempo a salir por patas aquí, a Moscú.
-         No sé por qué nos metimos en ese lío…
-         Éramos jóvenes e inocentes…
-         Fue hace dos años, Dimitri.
-         Dios mío, ¿sólo dos años?
-         Sí.
-         Aquí me congelo, necesito volver.
-         El otro día me vieron en coche, ¿y si te ven a ti? Si siguen actuando, por poco que sea, no dudarán en matarnos a ambos.
-         Nos iremos pasado mañana y lo haremos juntos.
-         Oye, ¿jamás pensaste en contárselo al gobierno?
-         Sí, aquí a los rojos, claro, solo nombrarles a esa especie de personas y me queman a mí por hablar.
-         Joder…
-         Esto es peor que una dictadura.
-         Si tu bisabuelo viviera…
-         ¿Cuál?
-         Josif.
-         Si ese viviera, ese sí que me mataba a mí.
-         No creo.
-         Lo que me parece irónico es que sigan, si tú eras el, por así decirlo, el jefe de las operaciones, sin ti no hacían nada.
-         No dependerían tanto de mí cuando manipularon el motor de mi coche.
-         Sigo sin entenderlo.
-         Oye…¿No es esa Karina?
-         ¿Quién?
-         Corre, entra, sé perfectamente a lo que ha venido.
-         ¿A qué?
-         A darnos un beso no te jode.
-         Corre, que viene.
Ambos entraron corriendo en el ascensor, rezando para que este se cerrase rápido, y soltar un suspiro de tranquilidad a pesar de la noche en vela que continuarían pasando.


No hay comentarios:

Publicar un comentario