- Bueno, esto es la plaza roja, aquí tenéis uno de los monumentos más importantes de Rusia, de la amada patria, la estatua de Lenin.- Dijo Dimitri
- De Vladimir Ilich Ulianov.- Añadió Mario.
- ¿De quién?- preguntó extrañado Tony.
- De Lenin.
- Vale…
- ¿Te acuerdas de la última vez que estuvimos aquí, Mario?
- Rondaba el 87, me parece. Con esos pelos que llevabas a todos lados.
- Sí, pero ligaba más que tú.
- Ligar con feas no es ligar jajajajajajajaaja.
- Bueno, no voy a hablar.
Dimitri se quedó embobado mirando a una joven muchacha de ojos verdes que acababa de pasar por detrás de la estatua de Lenin, la miraba con cara de flechazo a la vez que de reconocimiento, le sonaba de algo.
- Bueno niños, podéis dar una vuelta.- Dijo Mario
A escasos segundos de la marcha de los niños, Mario, preocupado, preguntó:
- Dimitri, ¿qué te pasa?
- ¿Te acuerdas de esa muchachita rubia de la banda nazi que intentó matarnos en
Roma justo después de que descubrieran lo de Aitor y Sandra?
- ¿Karina?
- Sí, algo así.
- ¿Qué pasa con ella?
- Acaba de pasar detrás de Lenin.
- ¿Qué?
La mujer cambió radicalmente su rumbo y se dirigió hacia los dos cuarentones perplejos ante su presencia.
Sus aires de superioridad derretían el hielo de la plaza y las palomas volaban dejando un pasillo para que sus perfectas piernas deslumbrasen a los rusos y extranjeros que pasaban por allí.
En un abrir y cerrar de ojos la tal Karina estaba frente a las narices de los dos viejos amigos, no parecía con intención de detenerse, al llegar, le dio un papel a Mario y siguió su camino de frente.
En tinta negra desparramada por el papel, podía distinguirse ‘’ Ich werde nitch verfehlen dieses mal’’
- E…esto es…alemán, ¿no?- Preguntó Dimitri.
- Sí, parece ser que sí. Pero, ¿qué pone?
- A mí no me preguntes, yo de español, inglés y ruso, no paso jajaja.
- Joder jajaja a ver pone… ‘’ Esta vez…
- ¿Qué pone?
Ante el silencio de Mario, Dimitri se alarmó:
- Mario, ¡¿qué coño pone?!
- Po…pone…
- Si…
- Esta vez … no…no pienso fallar.- Balbuceó.
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