Una noche más me dedico a escribir otra solitaria carta sin
destinatario, se podría decir que me escribo a
mí mismo, a un yo oculto que nunca saldrá, o será que te considero igual
que yo.
He visto suficiente mundo como para saber lo que me conviene
a estas alturas de la historia, yo sigo el guion de mi vida pero a veces suele
haber alguna que otra sorpresa.
En todo cuento hay un punto de inflexión, el príncipe encaja
el zapatito en el pie de Cenicienta, Simba vuelve a la gran roca, y Basil
consigue entrar en el palacio de Buckingham.
Siempre hay algo que cambia las tornas de la historia pero
¿por qué siempre ganan los buenos? Siempre me hago la misma pregunta, algún día
ganarán los malos, esto cambiará y nadie se dará cuenta de ello.
Nunca me gustan los finales, cuando termino un libro me
quedo seco, intento pasar la ultima hoja pero me doy cuenta de que es la
contraportada, así te fuiste.
Te escapaste con el maldito viento, te colaste entre mis
dedos, saliste de mi corazón y volaste hasta el mundo inacabable.
Ni si quiera mis años en el ejército me han ayudado a
soportar esto.
Pero no me voy a rebajar al nivel de algunos topos para
conseguir una sonrisa de complicidad, no sé si sonríes, será una leyenda, pero
yo lo conseguí, te saqué una sonrisa, me arriesgaré y diré que te saqué varias.
Pero lo más difícil fue escuchar de tu boca ese ‘’Te quiero’’ que tanto ansiaba
pero PAM…Se acabó el cuento, bueno, un final relativo. Se supone que desde
ayer, desde que te largaste, es el famoso punto de inflexión, pero si siempre
ganan los buenos, ¿soy yo el malo? ¿Scar, la madrastra, Ratigan? Puedes
compararme con esos, ¿otra vez más?
Simplemente me aburre el victimismo aunque tenga unas ganas
locas de que salgas de la foto que tengo en nuestro cuarto, sí, nuestro, hasta
ayer por la mañana.
No he pasado la noche en vela, tranquila, he llorado tanto
que hoy no me quedan lágrimas, tengo esa sensación de vacío dentro de mí que
domina el cuerpo pero no la mente, a esa no conseguirás ganarle nunca.
Y después de una sarta de verdades, comienzan las locuras.
Pensando y pensando, con ese detenimiento que nunca me
caracteriza, aprendí a vivir con paciencia, soñé que yo ganaba, de hecho lo
soñé despierto porque lo veo real, no me has ganado. Hace 1 año que te fuiste y
cada día te quiero menos pero no te odio más, simplemente me conozco a mí mismo
y aprendo a convivir con el espejo de mi habitación.
Parece increíble que después del punto de inflexión, no sé
si tú, pero yo, el supuesto malo de la película, sigo en pie, mejor que nunca,
14 pasos a izquierda y otros 14 a la derecha, de rodillas y sentado, como tú
quieras, menos tumbado.
Solo que esto tiene una pega, después de tantas noches con
tu olor, con el nudo en la garganta que me provocaba tu colonia barata, con tus
pelos en mi espalda y mi mano en tu cintura, a veces me cuesta despertar.
Será que no ,me he acostumbrado a levantarme solo.
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