Por enésima vez, demostrado; demasiado complejo para toda la
vida.
No necesité un empujón, pero me costó dar dos pasos hacia
delante, decidí entrar en el juego, tirar el dado, ¿por qué no? Pobre iluso…
Que atrás quedan la Oca y el parchís cuando surge el
maravilloso y desastroso juego de amor.
Aprendes más de lo que te enseña, eso sí, no te conviene
jugar más de una ve, no engancha, repele.
No te vale saber idiomas en el extranjero, ni saber bailar en la pista,
esta vez no se trataba de usar el coco, sino algo que esta un poco más abajo,
del cual algunos carecen y otros me lo planteo.
En los días de calor, en verano, piscina, playa, de corto,
de tono, joder, de tono.
En las frías noches de invierno, esas en las que decide
poner su aliento en tu nuca por última o por primera vez, esas noches de
pizarra en las que más se aprende.
Que bonito es ganar en este juego, pero es tan complicado
que poco llegan a conseguirlo, no siempre gana el mejor y lo he comprobado en
1º y 3º persona, pero todo forma parte del juego, las jugarretas, las
marionetas, de todo.
Un día decidí hacerle la pelota, pero como no funcionó, paso
de tirar el dado, ya desvarío, escribo menos y lo poco que escribo siempre
tiene el mismo tema, que poco sentido le veo a la vida.
Hace un tiempo aprendí que no hay que seguir siempre la
fila, ni conformarse con lo poco que te da la vida, hace bastante dejé de
seguir al hipotético líder.
Ya no voy a los casinos con tanta frecuencia, he dejado de
frecuentar ese tipo de bares donde puede pasar de todo, no cojo tanto el bus y
he empezado a correr por las tardes, me marco mi propio camino, y si vas a ser
un obstáculo, mal sitio has escogido para ponerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario