jueves, 29 de marzo de 2012

El bajo cojo que vio mundo

Soy yo, y estoy aquí.
Nunca se sintió tan orgulloso de decir esas palabras. Salió de su caja de arena y vio el verdadero mundo que se escondía detrás de la puerta, ¿o el que se escondía era él? Nunca le importó saberlo.
Siempre bajito, ese era su mayor complejo, ver como los demás pasaban una y otra vez por encima de él, y lo peor de todo, cuando le decían que no tenía edad de salir.
Eso le reventaba, nunca había odiado más a alguien que no fuese a su propia sombra, la que guardaba las llaves.
Creció entre los periódicos mojados del suelo y las piedrecillas que salían de los zapatos de los viajeros. Lo peor fue el día que se tropezó, peculiar historia pero demasiado larga, simplemente desde ese día, cojea.
Bajo y cojo, era un castigo inmerecido pero él no se quejaba, salía a trabajar todos los días, cogía el periódico y corría de nuevo para entrar en casa.
Pero un día se hartó, y se escapó, cogió el tren, y conoció mundo, París, Roma, Londres, Munich, demasiado mundo para un bajo cojo.
Y n día se cayó al suelo, abrió los ojos y seguía en casa, ¿qué había pasado?, se preguntaba, pero no supo obtener respuesta.
Creyó ver mundo, pero seguía encerrado en ese agujero oscuro.
Pero esta vez no estaban papá y mamá, se levantó de la cama y no estaba tampoco Sombra, que se había dejado las llaves en la mesilla.
Pero le daba miedo coger las llaves, ¿qué ironía verdad?
Pero en un ataque de valentía las cogió de la maldita mesilla y corrió hacia la puerta.
Abrió la puerta y salió de su cárcel, pero solo logró ver los pies gigantes, y más periódicos, ¿había salido de casa?, pues sí, y anduvo y anduvo demasiado, conoció gente, y los asesinó, murió de hambre y de sed, pero le ayudaron, pero un día, sin pensarlo, se durmió, cosa que llevaba sin hacer días y días. Un sueño demasiado profundo, pero al fin despertó.
Al abrir los ojos, seguían sin estar papá y mamá, ni el abuelo contando sus batallitas, tampoco estaba la abuela cosiendo ese jersey que siempre le daba tanto calor y le quedaba grande, mucho menos veía al coronel, o tío Phill, como le llamaban los demás.
Pero si estaba Sombra, ahí a su lado, y le dijo:
-         Ratoncito, esta vez sí has visto mundo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario