domingo, 25 de diciembre de 2011

It works

No hacer caso a nada, vivir en mi propio mundo.
Abrir los ojos y ver Nunca Jamás a mi manera, poder ser libre a cada palabra, cada pensamiento, cada mirada de recelo, cada mal deseo que se pide a la dichosa estrella.
Llevar una maldita vida intentando ayudar y sentirse más inútil que una piedra en el fondo del mar.
Jugar cada partido con desventaja, con más defectos que los demás, por así decirlo, con una mano menos.
Dejar de considerar cada una de las palabras que escribo como una realidad y empezar a hilar una historia interminable jamás contada.
Empezar un juego tirando el dado en segundo lugar, a sabiendas de lo que ha hecho el primero, pero teniendo que fijar como objetivo avanzar más que él.
Tomarse cada palabra de cada persona como un pequeño misil de cañón, clavar puñales y espadas en las puertas, cifrando un destino impensable que jamás llegué a soñar.
Izar la bandera pirata, adoptar un papel sin quererlo ni beberlo, sin casting previo, un papel que toda la vida me ha venido perfecto, calzable, y me he adaptado según las circunstancias.
Continuar una historia demasiado larga interpretando dicho papel, el de tu vida, siendo el protagonista de ella misma.
Sentarse en una silla, en medio de un camarote y mirar por la ventana solo para ver como un infernal niño volaba alrededor de mis dominios, pensar que algún día fue divertido salir fuera para luchar, fue incluso divertido perder la mano, y dársela al cocodrilo. Pensar que ya no te llega a la suela de los zapatos, que he ganado, que se ha cansado de luchar, no se ha rendido, pero ahora sus ataques sirven de poco.
Pensar que Nunca Jamás y sus destinos están a mi merced, creerme el amo de todo, simplemente ser lo que siempre he deseado, salir victorioso por una vez, y tener una vida perfecta porque creo que a pesar de todos los males que he podido llegar a hacer, me lo merezco.
Merezco sentarme en la cima del monte más alto de este inmenso país y ver como corren los niños perdidos a su merced, que se han rebelado.
Ver a un cocodrilo que por fin echa lágrimas de verdad, que sufre una y otra vez.
Y ver a un Peter Pan desorientado buscando a su campanilla porque no sabe que hacer pero la ha echado de su vida y ya casi no se sostiene en el aire.
Ver mi barco con mi tripulación, ver a los indios acampados tranquilos. Observar con detenimiento la gloria merecida del Capitán James Garfio.


Esto empieza a funcionar...




2 comentarios:

  1. Si quieres puedes. Sal ahí, a ese peligroso camino al que llaman vida, y demuestra loq eu vales!
    Pasate por mi blog :)

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  2. MUCGAS GRACUIAS POR EL CONSEJO, ESTO ES UN NO PODER JAJAJAJA ME PASARE ;)

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