jueves, 15 de diciembre de 2011

Pequeño y pueril...

No se puede parar, aquí es una tras otra, me parece que nos viene muy bien el nombre de Nunca jamás.
No entiendo ahora lo que sucede.
Por una maldita vez que descanso en mi camarote, que puedo afilar el Garfio tranquilo sin saber que ese niño infernal volverá.
Por una vez que los niños perdidos campan a sus anchas por los bosques sin que ninguno de mis marineros tenga que frenarles en seco.
Por una maldita vez que los indios han dejado de gritar…
No podemos estar tranquilos dos segundos, y mira que no los distinguimos porque con orgullo recuerdo que rompí todos los relojes para romper el tiempo.
Considero tu caso, un tanto especial, creo que eres peor incluso que Peter Pan, porque él ataca, pero creo que su verdadero fin es la paz, pero tú, Tootles, tanto tu mente como tu tamaño infantil te pierden.
Desconozco totalmente tus intenciones, tampoco tengo intención de saber cuales son, pero he de reconocerte que las maneras son muy…malas.
No vienes a Nunca Jamás desde la primera visita de Wendy, y mira que pasó tiempo, entonces todavía me resentía del dolor de haber perdido la mano izquierda, ahora solo lo recuerdo con rencor.
Por aquella época, me daba pavor salir a cubierta, por si oía ese dichoso ‘’tic, tac’’ del maldito cocodrilo que tantas veces me trajo de cabeza, y mira, ahora es el reloj de la plaza, me parece que no quieres seguir ese camino, ¿verdad?
No es una amenaza, llamémoslo…predicción.
Porque realmente hay que ser estúpido para en este tema se ponga de mi lado el mismísimo Peter Pan.
Paseas orgulloso por Nunca Jamás, la plaza, el bosque, el campamento, el puerto, siempre con tu osito bajo el brazo, por lo menos Peter y yo tenemos una campanilla, tu tienes un oso de peluche tan roto que si lo tirases, no te darías ni cuenta, pero finges que te importa para tener el mínimo apoyo.
Desde la ventana de mi camarote puedo verte perfectamente, pero las cosas han cambiado, ahora el Capitán Garfio no es un desconocido más, ahora el Capitán Garfio, sí, el mismo al que te atreviste a llamar ‘’bacalao’’, ese, es más fuerte de lo que imaginabas y ya no me escondo, me he acostumbrado a que ese dichoso niño sobrevuele mi barco a sus anchas, y en cierto punto me gusta porque da sentido a mi vida, y a este lugar, no sé ni como recuerdas que era la segunda estrella a la derecha directo hasta el amanecer. No puedo creer que recuerdes el camino desde que e dichoso Peter Pan te trajo. Yo solo contemplo dos opciones y ambas me favorecen pero que se le va a hacer, soy pirata, no por el oro ni la plata y no seguiré la rima porque mentiría.
Sé que soy demasiado previsible, pero estoy demasiado seguro de mí mismo como para detenerme, no pienso antes de actuar, y es lo único en común que tenemos Peter y yo, pero no es el caso.
Las dos opciones serían…La primera es que te largues, que no vuelvas a Nunca Jamás hasta que no sepas de una maldita vez que aquí nada es llegar y pegar, que no te vas a salir con la tuya a la primera, no nos vamos a ir a la cama cuando tú digas.
La segunda, que es la que creo que optarías por ella, es pacífica, simplemente es adaptarte a lo que hay ya compañero, si te vas al bosque, te quedas con Peter y si te vienes al barco, la dictadura de Garfio has de obedecer.
Creo que ninguna de las opciones te favorece y que suenan amenazantes así que simplemente creo que deberías dejar de decir sandeces y centrarte en tus simples problemas que tienes demasiados.
Coge tu osito, y haz lo que te plazca…


Por una vez que Peter Pan y Garfio se llevan bien...

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