martes, 13 de diciembre de 2011

No lo hagas...

De nuevo sobrevuelas mi barco, esta vez no tengo nada que ver, pero en cierto modo quiero involucrarme.
Hace mucho que estoy en todos los líos del país de Nunca Jamás, y este me afecta más de lo que te crees.
Sé que dije que me estaría quieto, pero mi actitud me lo impide.
Sales de una y te metes en otra, y ardo en ganas de que te estés quieto de una vez y dejes de causar problemas.
Ya no logro entenderte, no sé si viene de largo, no sé si es de verdad, pero sinceramente parece que quieres llamar la atención.
Vale, aquí, en Nunca Jamás, nunca se crece, de hecho, rompí todos los relojes para perder la noción del tiempo.
Tú tienes tu conciencia, tu pequeña Campanilla, intocable pero demasiado perturbada para mi gusto, y suena raro que el que lo diga sea el mismísimo Capitán Garfio.
Pero al igual que tú la tienes a ella, yo tengo a mi Campanilla, no es diferente, tampoco rara, es especial, siempre me dice lo que tengo que escuchar, no como la tuya que te dice lo que quieres oír, y le devuelves tus falsos ‘’te quiero’’.
Te repito que tus sirenas están desgastadas y ya no pueden salvarte, creo que debes aprender a nadar en el mar de problemas al que te has tirado de cabeza, peculiar amigo mío. El cocodrilo, según sus falsas lágrimas, parece ser que no va a meterse, pero sabiendo que estoy en el otro lado, sacará sus garras y dientes para defenderte, que de poco le servirán más que para acabar de nuevo entre el coral, o disecado como reloj de Nunca Jamás.
Creo que este cuento, metáfora, historia, antagonismo, como quieras llamarlo, va a durar, pero no soy uno, no soy dos, no te creas que los niños perdidos van a correr por los bosques llamándome ‘’bacalao’’, tampoco van a gritar que no creen en las hadas, porque tú has hecho que cambien esa maravillosa mentalidad que poseían.
Tú, tu marcha, tus actos, han hecho que te unas a un enemigo más, has dejado de lado a una de tus mayores fuerzas, los indios, incondicionales defensores tuyos, supongo que será un despiste.
No te dediques a esconderte disfrazado entre mis piratas para fingir ser uno más de la tripulación, continúas siguiendo a Smee cuando trae mi Garfio.
Espero que recapacites, no que te rindas, sino que pienses en lo que haces antes de realizarlo de verdad.
No voy a aumentar mi ego, no quiero que suene a amenaza, pero no me hagas desplegar la alfombra de mi barco, no me hagas aumentar mi sobra, no me hagas usare mi espada…


No me hagas afilar el Garfio...

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