lunes, 5 de diciembre de 2011

Sin tiempo, sin pilas...

Todas las mañanas, te levantabas de tu cama, de u trono, mirabas por la ventana de tu habitación y veías un pueblo aclamando tu nombre, estabas en la cima.
Pero la gloria se termina siempre, solo tienes que mirar a la persona más cercana, la que más quieres, la que amas, él te dará fe de ello.
De un día para otro vuelves a asomarte por la ventana y ya no tienes a nadie esperándote en ella, han cambiado, has cambiado.
Has abierto la ventana y te has dado una buena hostia la realidad, es lo que hay.
La has cerrado corriendo y has vuelto a arroparte entera, la sabana te tapa todo, es tu escudo, te encierra en tu pequeño mundo de sensaciones donde te sientes bien.
Ya no sales tanto de ahí, ya no escribes las mismas cosas que antes.
Estás en tu pequeña torre, como rapunzel, tu príncipe ha subido a la torre, pero te da miedo bajar. Detrás de ese teclado, de esa pantalla, vives y te escondes, buena dedicación. Creía que tenías lo que hay que tener, pero está visto que te has agobiado, con muy poco, se te ha venido el mundo encima.
Te han dicho tantas verdades juntas que te has empequeñecido, como un murciélago, no por tu belleza, sino porque solo sales a oscuras…
Trabajas a la sombra, creyendo que los efectos de tus pequeñas obras no se dejarán notar, pero eres demasiado repetitiva, y tu misma sales de tu escondite.
1, 2, 3, 4, 5…No voy a empezar a contar, aunque tu valentía se haya ido por tus poros en esos escasos segundos que he contado…
 Pero mira el reloj...

Se te ha acabado el tiempo...

No hay comentarios:

Publicar un comentario