- Creo que ya es hora de que se acabe.
- ¿El que, abuelo?
- Mi vida.
- No digas eso, tienes… ¿cuántos?
- ¡Ni mi propio nieto sabe mi edad!
- Lo siento, no me acuerdo…
- Ni si quiera yo lo sé, no tienes que preocuparte.
- ¿No sabes cuántos años tienes?
- No, perdí la cuenta.
- Pues mira que hay que ser despiste…
- Es que no había relojes, ni calendarios, nada de nada, el tiempo volaba.
- ¿Abuelo?
- Esos sí que eran buenos tiempos.
- ¿Ya se te ha olvidado la medicación?
- No es la medicación, es estar en esta cama sin poder levantarme, ¿sabes?...Antes volaba.
- ¿Qué vas a volar tú?
- Volaba, solo tenía que cerrar los ojos, pensar en algo alegre, polvo de hadas y ya estaba en el aire.
- Abuelo…
- ¿Qué hago con dos manos?
- ¿Cómo que con dos manos?
- Tengo las dos manos, esto no me cuadra.- Dijo mirándose atentamente sus arrugadas manos
- ¿Cuántas quieres? ¿Tres?
- ¿Dónde está? Se me habrá caído, mira debajo de la cama.
- ¿Qué quieres que mire?
- ¿Qué va a ser? Desde luego, parece que no sabes quien es tu abuelo…
- Pero, ¿qué se supone que hay?
- ¿Con qué crees que dirigía los ejércitos alemanes?
- ¿Desde cuándo eres alemán?
- Por Dios…
- No te entiendo.
- ¿Y mi Garfio?
- ¿Garfio?
- Sí, lo que me acompañaba cada noche desde que tu abuela me abandonó.
- Abuelo…La abuela está comiendo en el salón, con mamá y papá.
- Que no, se cansó de tanto seguir a Peter Pan, de que no parase la guerra, de mí, y se fue.
- Abuelo que no, que está allí, ¿quieres que la llame?
- No llames a esa furcia que me abandonó.
- ¡Abuelo!
- ¡¿Qué?!
- ¿Por qué dices esas tonterías ahora?
- Hijo, creo que los libros me han jugado una mala pasada…
- ¿Qué libros?
- Esos, detrás tuya.
- La venganza del Capitán Garfio…- Pensó mientras leía la portada del libro mentalmente.
- Son más listos que yo…
- Pero…
- ¡No me lleves la contraria!
- No he dicho nada.
- Te he oído, vete.
- Abuelo…
- No has hecho nada, déjame dormir, vete a ver la tele hijo.- Dijo tras darle un beso en la frente a su nieto.
Más tarde, volvió a por el abuelo, a que siguiesen con sus batallitas, pero el abuelo
no estaba en su cama, sólo había una nota que decía: ‘’Abre la ventana’’
De repente, abrió la ventana y apareció el abuelo flotando en el aire.
- ¡Te lo dije! ¡Te lo dije!
- Pero…
- Esos libros eran míos, los escribí yo.
- Sí pero, ¿qué haces volando?
- Cada vida es un libro, y su propietario el narrador, yo muevo los hilos y no pienso dejar que nadie lo haga por mí, porque nadie lo hace como yo.Mira otra vez.
- ¿Qué hacemos en el aire?
- Soñar.
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