viernes, 6 de enero de 2012

Happy dreams, happy thoughts

Cierra los ojos, porque esto solo sucede a oscuras. Arrópate, porque hace frío. Túmbate, no esperes de pie. Son las noches frías y desoladoras de invierno las que me traen aquí.
Yo no voy en camello, a mí no me guía una estrella, ni tampoco somos tres los que hacemos el trabajo, soy uno, una sola persona, me basta y me sobra.
No me dedico durante un año entero a esperar en el lejano Oriente observando como se portan los niños, y a correr como un loco cuando se acerca el mes de Enero.
No soy ningún tipo de justiciero.
Simplemente me dedico a observar, a observar las estrellas, los satélites, y de vez en cuando los confundo con algún que otro helicóptero que sobrevuela los cielos.
Lo mejor de mi trabajo, el cual todavía no he explicado, es que nadie me ve, no soy de trabajar en las sombras, de esconderme, pero algunas noches son capaces de trastornar a las mejores personas. Ya no pasa nada si me quedo mirando a la Luna, no puedo volverme más loco de lo que estoy, pero al fin y al cabo, las mejores personas lo están.
Creo que sonará a demasiada fantasía, en fin, lo que yo os decía, a loco, pero vuelo, sí, lo que leéis. Puedo volar, y no solo yo, vuela mi barco, mi lugar de trabajo, mi transporte, mi ‘’oficina’’,
Pero todo aquel que vuela necesita polvo de hadas, eso se consigue en cualquier rincón de la Tierra. Pero también hace falta algo mucho más difícil de conseguir, algo con lo que sueñan miles y miles de personas.
Se necesitan pensamientos alegres.
Mi trabajo simplemente se trata de  deambular estas noches frías y desoladoras de inviernos tristes y congelados, alrededor de cada una de las casas de aquellos que están a mi alcance. Surco los cielos con mi barco, sí, un barco… ¿Cómo coño podrá volar un barco?...Pues simplemente porque mis pensamientos alegres son interminables gracias a ciertas personas que me alegran mi día a día, aunque ellos no sepan mi trabajo.
Me dedico a vigilar, no robar, sino vigilar, paso por cada una de las casas, abro las ventanas y veo sus ojos cerrados, están arropados por una manta, un edredón, las sábanas, y miles de peluches. ¿Qué vigilo? Vigilo sus sueños, sus pensamientos alegres, para que ellos puedan también volar como yo, y vuelen conmigo, les dejo imaginar, les dejo soñar, les dejo cambiar el mundo a su antojo, ese es mi trabajo.


Y cuando termino, siempre dejo un caramelo debajo de la almohada.

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