domingo, 15 de enero de 2012

Respirar

Otra vez a llorar, sí, como un niño al que le han quitado el último caramelo de su bolsa.
Lloro por la razón más estúpida del mundo, por hacer la cama, mi cama, nuestra cama.
Esas mañanas después de una noche loca llena de sexo y alcohol, esas que te llevaba el desayuno a la cama y después te levantabas y eras tú la que hacía la cama, no yo, mientras yo paseaba al perro.
A él también lo has abandonado por lo visto, está en su cama, desolado, dormido, a veces me olvido de sacarlo. Fue tu regalo de cumpleaños, tu 26 cumpleaños, el que peor te salió.
Dicen que la verdad es demasiado divertida, sí, ahora puedo llamarte puta libremente sin que me oigas, aunque eras mi puta favorita.
Todavía se me vienen a la cabeza tus infantilidades de niña de 8 años cuando encendíamos la televisión y querías poner Disney Channel, y tenía que tragarme una y otra vez cada una de las series que te gustaban, pero me encantaba verte sonreír con cada tontería que llegaban a decir esos muñequitos dentro de la caja tonta.
He dejado de ver ese canal, no lo aguanto, estoy empezando a odiar esos dibujos, a odiar nuestra cama, a odiar esos mensajes que dejan tus padres en el contestador porque todavía no saben que te has largado de aquí y yo no me atrevo a decírselo por no nombrar la cruda realidad que me rodea.
Se me quitan las ganar de corregir exámenes, de poner ceros sin parar y que mis alumnos me odien casi tanto como yo a ti.
No quiero pasar por el parque, no quiero mirar a cada pared y ver el graffiti que pintaron Mario y Andrea con nuestros nombres en verde y azul, nuestros colores favoritos.
No puedo darle al play en el iPod cuando suena la canción de ‘’Every teardrop is a waterfall’’ porque me recuerda que cada una de las lágrimas que derramo por ti en una cascada de fuego que cae por mi rostro y cuando llega a mis labios me quema y saben a menta, como los chicles que no parabas de masticar.
Pero ya me he acostumbrado a esto, a los llantos, a los golpes a la pared, a romper los platos, a las noches en vela, solo tengo una objeción…



Sólo te echo de menos cuando respiro.

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