miércoles, 4 de enero de 2012

No, no y no

Es inexplicable, es una sensación bastante rara, es como querer y no poder.
Es un plato frío pero no es venganza, huele a traición y sabe frustración, vaya menú que me ha tocado, bueno, tocado…
No sé ni si quiera porque lo llamo plato, o menú porque todo ha sido sin comerlo ni beberlo, de la victoria al fracaso, de la cima, al fondo de un pantano.
Ha sido como presentarse en uno de esos programas de cambio radical, pasar de ser el mejor amigo de alguien a que prefiera que pases un mal rato por proteger a…otras personas. Un día soleado que de repente se cubre de nubes negras.
Intentar volar y no encontrar ni un mísero pensamiento alegre, ¿por qué?
Porque simplemente no están, porque me he ahogado en mis propias lágrimas, sí, una lágrima por cada pensamiento alegre, y había de sobra, creedme.
Pero mi memoria borra muy rápido, y se ha encendido ese botoncito rojo que indica…Error…A la vez que ese que dice…Daño…Sí, me han hecho daño, y ha sido inmediato, un acto reflejo, como si tuviese tan solo dos años.
Parecía más, un lavado de cerebro. Ha sido de un plumazo, un pequeño gancho que me ha dado la realidad en medio del ring. Y me desplomé, comprendí que debo dejar mi infantilidad a un lado, pero nunca dejar de escribir a ese insoportable Peter Pan, nunca dejar de ser ese incansable Capitán Garfio, jamás dejar de ver El Rey León, mirar a las estrellas como si fuese a aparecer un hada madrina  cómo en Pinocho, que sí, que son cosas de un niño inmaduro, pero es lo que me faltaba para  perfectamente imperfecto que es lo que siempre he querido ser. No me puedo llegar a creer que diga esto, pero hay veces que no me gusta ser el malo, pero vez en cuando me lo tengo que tragar, tengo que asimilar cada uno de los golpes… pero estos no, estos no hay quien se los trague, en vez de Peter Pan pareces el cocodrilo, con esas lágrimas falsas, y no va por uno, sino por dos. No quiero que suene a despedida, no creo que sean dos días tampoco, sinceramente, no he estado más cabreado en mi vida, os prometo que más de una vez he cerrado los ojos y deseado que esto no hubiese pasado nuca, pero no ha surtido efecto.
No me vale un lo siento, no me vale un perdón, porque ya es tarde, sí, tarde, como cuando me dijisteis la verdad.
A mí, personalmente he de admitirlo, uno de mis grandes defectos es que los cabreos me duran mucho, yo diría que demasiado, que no se soluciona todo con dos sonrisas y media y una cara de gato con botas.
Pero tengo algo irregular, a veces lo llamo virtud y otras defecto, pero ahora está de puta madre, ahora puedo decir que es la mayor virtud que poseo, porque me recuerda que aunque en un pasado os haya llamado hermanos y os haya apreciado, me recuerda que por un segundo se os paso por la cabeza dejarme sufrir, y me tuvisteis sufriendo bastante tiempo hasta que abristeis vuestras boquitas de oro, y sí, las abristeis, eso os honra, pero tarde, con la bestia despierta, con el cabreo encima…
Ahora sí que sé como definirlo… 


Inolvidable.

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