miércoles, 11 de enero de 2012

Secuelas

Otra tarde triste más que vuelvo a casa con lágrimas en los ojos por tu culpa.
¿Sabes por dónde he pasado? Seguramente no te acuerdes…
He acabado las clases, todavía me sorprende como se saben de bien los chavales la Gran Depresión, la de 1929, si supiesen lo que tengo encima…
He recogido mis libros, he cogido mi maletín y he ido a casa, pero esta vez no sé porqué, he querido dar un rodeo y despejarme un poco del agobio que tengo desde que te largaste sin más.
Y se puede decir que he pasado por el jardín prohibido, como dice su canción, es ese lugar donde comí del fruto prohibido, donde mi mente ahora llora tu ausencia, donde no dejé nada en manos del destino, ahí no coincide, lo dejé todo en tus manos,  y mira como estoy ahora. No quise mirar, no podía mirar, pero he vuelto a hacerlo, como cada vez que paso por allí, y nos veo sentados en ese banco, como los mejores amantes:
- ‘’Te quiero’’
- ‘’Yo más’’
- ‘’No creo que sea posible’’
- ‘’ Creo que sí que lo es, porque creo que te amo’’
Ese momento, esa frase, esa última vez que nos sentamos allí, cuando tus ojos verdes brillaban más que nunca, un momento de silencio que predecía al roce de tus labios, a la perfección absoluta.
Todas esas mentiras que decías, una a una, las sigo recordando, aunque tú no creo que lo hagas.
Te juro, te prometo que cada día, cada noche, cada semana, he intentado odiarte pero…Ahí se ha quedado, en un intento.
Dicen que hace poco te han visto por ahí andando como las típicas colegialas, de un bar a otro, sin pararte en ninguno, también dicen que me andabas buscando, pero creo que sabes de sobra donde estoy, y si no has venido todavía, no vengas ahora que me estoy acostumbrando a la cama para mi solo.
Cada día me lo propongo, odiarte y olvidarte, día a día, paso a paso, pero como te fuiste sin aviso, te has dejado todo tirado, y hay días que todavía me encuentro unos tangas, un pintalabios, de todo, hasta pedazos de mi corazón que rompiste y también se te ha olvidado llevártelo.
Muchas noches voy al banco, esta noche será otra de ellas, y me quedo mirando la Luna, dicen que si te quedas mirándola 30 segundos, te vuelves loco, pero a mí ya me volviste loco tú, y me han quedado secuelas.


A veces daría la vida porque te sentases ahí, a mi lado...

No hay comentarios:

Publicar un comentario